En la gestión de las finanzas personales, es común enfrentar equivocaciones y eventos fortuitos que afectan el patrimonio; forman parte de la vida. Sin embargo, existen “tsunamis” financieros contra los que debemos protegernos.
Un buen ejemplo es el endeudamiento excesivo, en especial cuando se utiliza para mantener un estilo de vida insostenible. Esta trampa es una de las más peligrosas, ya que genera una espiral de dificultades que eventualmente conducen a la insolvencia. La incapacidad para pagar las deudas impacta la estabilidad y destruye relaciones.
Las adicciones, como la ludopatía, el alcoholismo o la drogadicción, erosionan la salud, y también dañan la viabilidad financiera. Estos vicios provocan gastos desproporcionados que agotan los ahorros y llevan a la pérdida de bienes y propiedades.
Sostener negocios que constantemente tienen pérdidas es otro error crítico. La negativa a aceptar que una empresa no es factible puede borrar el patrimonio. Es frecuente que los empresarios continúen inyectando dinero con la ilusión de un cambio milagroso. Sin embargo, en muchos casos, la decisión más sabia es abandonar el proyecto y redirigir los recursos hacia oportunidades alternativas.
Los fraudes financieros son amenazas reales que vacían las cuentas bancarias en un abrir y cerrar de ojos. Invertir sin la debida investigación puede conducir a pérdidas catastróficas. Los estafadores son expertos en aprovechar la codicia y la falta de conocimiento, prometiendo rendimientos exagerados que nunca se materializan.
A veces, el “tsunami financiero” lo hace uno mismo al desesperarse por ganar dinero rápido, invirtiendo en opciones de alto riesgo y usando todo el patrimonio, incluso apalancándose con crédito, con la esperanza de hacerse rico de la noche a la mañana.
Carecer de un seguro adecuado es una equivocación que puede tener consecuencias devastadoras. Eventos inesperados como la muerte, una enfermedad grave o un desastre natural tienden a destruir las finanzas personales. Sin una cobertura las familias se ven obligadas a vender activos, asumir deudas o caer en bancarrota.
Reconocer estas debilidades es el primer paso. Lo prudente es consultar especialistas y estar bien informados y capacitados.
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