El riesgo es un componente inherente a cualquier decisión financiera, sobre todo en el ámbito de las inversiones. Aunque hay herramientas y metodologías para medirlo, siempre existe un grado de incertidumbre y subjetividad. Es básico entender cómo gestionarlo para alcanzar las metas sin comprometer la estabilidad económica.
El rendimiento esperado suele estar vinculado al riesgo asociado; es decir, a mayor riesgo, mayor es la posible ganancia. Es esencial evaluar si el retorno esperado justifica el riesgo asumido, ya que excedernos nos expone a resultados desastrosos.
La tolerancia al riesgo es un aspecto que varía según factores como la edad, el patrimonio, los objetivos financieros y el perfil psicológico. La volatilidad resulta incómoda para muchos y por eso es útil realizar una autoevaluación para determinar cuánto estrés somos capaces de aceptar ante fluctuaciones en los mercados.
La diversificación es una herramienta clave. Al distribuir las inversiones en diferentes activos logramos reducir el riesgo global del portafolio. Esto disminuye el impacto de una mala decisión o de una crisis en un sector específico. Por ejemplo, durante una recesión, las acciones tienden a perder valor, pero los bonos suelen mantener su rendimiento o incluso incrementarlo.
El horizonte temporal también influye. Si planeas utilizar el recurso para tu retiro en 30 años, conviene considerar inversiones más arriesgadas, ya que hay tiempo para superar caídas del mercado. Sin embargo, si el dinero es para un requerimiento a corto plazo, como la universidad de tus hijos dentro de tres años, sería preferible enfocarse en opciones más seguras.
Es bueno contar con un fondo de emergencia. Invertir sin una red de seguridad es como caminar sobre una cuerda floja sin protección. Tener al menos de tres a seis meses de gastos cubiertos en una cuenta líquida te brinda la tranquilidad de tomar decisiones.
El monitoreo y ajuste periódico del portafolio es una práctica recomendable. Revisar y rebalancear las inversiones permite aprovechar oportunidades y proteger el capital ante cambios económicos inesperados.
Finalmente, la educación financiera es una de las mejores formas de minimizar riesgos. Cuanto más entendamos sobre cómo funcionan los mercados, mejor podremos gestionar nuestro dinero.
¿Cuánto riesgo estás dispuesto a aceptar? Coméntame en redes sociales como LinkedIn, Instagram o X y sígueme en el podcast Dinero y Felicidad, en Spotify, Apple Podcast, entre otros.