En lo que va del año el tipo de cambio se ha mantenido relativamente estable, dada la debilidad del dólar contra todas las monedas del resto del mundo.
Sin embargo, la incertidumbre respecto de la evolución de la inflación en el futuro próximo ha impactado las expectativas sobre la recalibración de la muy laxa política monetaria en Estados Unidos. Ello ha estado provocando volatilidad en los mercados financieros, reflejada en la curva de rendimientos de los bonos del gobierno de Estados Unidos. De hecho, los diversos agentes del mercado están previendo una disminución de los estímulos monetarios antes que la fecha prevista por el presidente de la Fed. Esta reacción del mercado refleja la dispersión de los puntos de vista de los miembros de la Reserva Federal en cuanto a la fecha de ajuste de las tasas de interés.
La última ocasión que la Reserva Federal comenzó a retirar los estímulos monetarios (tapering) en la economía, los mercados sufrieron descalabros importantes. Ben Bernanke hizo público el 22 de mayo de 2013 en un testimonio ante el Congreso que la Fed estaba evaluando reducir el programa de expansión cuantitativa. Ese día, el peso se depreció 0.7 por ciento; aunque el impacto más fuerte se dio en el mercado de bonos. Los mercados financieros a nivel global continuaron ajustándose en los días subsecuentes hasta la reunión de la Fed el 19 de junio, donde Bernanke reiteró que cualquier retiro sería basado en los datos económicos. Es hasta la reunión del 18 de diciembre que se anuncia formalmente la disminución en el programa de compras, ocasionando que el peso se depreciara 2.14 por ciento. Desde el mínimo alcanzado antes del programa del tapering hasta el máximo registrado posteriormente, el peso se depreció casi el 11 por ciento.
Uno de los principales riesgos de apreciación del dólar es la inflación en Estados Unidos y el posible incremento del objetivo de la tasa de la Reserva Federal en esa circunstancia. Los últimos datos de ese país muestran que la inflación se aceleró hasta el 5.0 por ciento, tasa que resultó ser mayor a lo esperado. Sin embargo, las autoridades monetarias anticipan que este incremento sea temporal. No obstante, en la última conferencia de prensa, Jerome Powell señaló que la persistencia en la disrupción de las cadenas productivas es un riesgo latente que puede permanecer más tiempo de lo inicialmente estimado. Esto sugiere que, si la inflación rebasara las expectativas de manera prolongada, estarían dispuestos a actuar.
El otro componente que influye en la dirección de la política monetaria es el empleo. De acuerdo con los últimos datos, el mercado laboral aún no muestra señales de recuperación acelerada, ya que en los últimos meses la ocupación de puestos de trabajo se ha quedado muy por debajo de las expectativas. Expertos argumentan que los estímulos fiscales han inhibido la búsqueda de trabajo, no obstante, se espera que esta distorsión se elimine hacia septiembre. En este entorno, la Reserva Federal tendría menor necesidad de anticipar un aumento de tasas de interés o reducción de compras de activos antes del 2023.
El índice del dólar comparado contra una serie de monedas duras se ha apreciado recientemente. Podría suceder que mantenga su trayectoria al alza hacia el mes de agosto previo a la reunión de Jackson Hole, durante la cual los mercados estarán al pendiente de una discusión más amplia sobre el posible retiro de estímulos. La conducción de la política monetaria dependerá enteramente de los datos sobre la salud de la economía. Una inflación que comienza a descender hacia el otoño y una brecha de empleo aún bastante significativa, alejarían la discusión sobre un retiro de estímulos antes de lo planeado. Es previsible que la volatilidad continuará ante la incertidumbre sobre la evolución de la inflación, y consecuentemente de la trayectoria de las tasas de interés. Por lo que es de esperarse que el peso se moverá al son que le toque la Reserva Federal.