El cociente de sacrificio o “tasa de sacrificio” pone de manifiesto la pérdida de la actividad económica ante la implementación de políticas económicas que busquen reducir el proceso inflacionario. Banco de México tiene un mandato único, al que refiere lograr la estabilidad de precios. Ha quedado demostrado que la inflación es un impuesto regresivo, en el que la población más afectada es la de menores ingresos, y por ello resulta imperativo controlarla.
La discusión sobre la magnitud del ciclo restrictivo por parte de algunos miembros de la junta de gobierno, se ha centrado en no obstaculizar el crecimiento. No es cuestión menor el costo que tiene una política monetaria restrictiva, en términos de crecimiento. Sin embargo, en el caso de la economía mexicana, el principal canal de transmisión de la policita monetaria es el tipo de cambio. Ello, en virtud de la baja penetración del crédito medido como porcentaje del PIB, en México tan solo es del 40 por ciento incluyendo la banca de desarrollo. Esta cifra resulta ser escandalosamente baja cuando los países miembros de la OCDE rondan el 60 por ciento y otras economías latinoamericanas como Chile o Colombia cuentan con una penetración bancaria superior al 80 por ciento. Por ello, si bien es cierto que resulta costoso en términos políticos implementar un ciclo de alza de tasas, en nuestro país la afectación de un ciclo restrictivo en el crecimiento económico es relativamente menor, aunque no por ello se debe de dejar a un lado. Adicionalmente, una política monetaria mayormente restrictiva pondría en evidencia ciertas fragilidades de la economía y de los mercados.
Del lado positivo, la actuación decidida del banco central origina que a la postre los participantes del mercado no aumenten agresivamente los precios, lo que acaba conteniendo el proceso inflacionario. Sin duda alguna, el sacrificio en el corto plazo es menor ante condiciones de crédito más estrictas, que aquellas que pudieran acarrearse en el largo plazo. Si Banxico resulta ser más paciente, y la inflación continúa al alza, la conducción de la política monetaria tendría que ser mucho más agresiva, inclusive induciendo una recesión.
La evidencia reciente ha demostrado que el inicio del ciclo restrictivo llevado a cabo por Banxico ha tenido un impacto directo en la estabilidad y la apreciación de nuestra moneda. La razón principal detrás del comportamiento positivo en el peso mexicano, que a la fecha se ha apreciado más del 3 por ciento pese a las complejidades del entorno local e internacional, parece estar en el diferencial de tasas de interés entre nuestro país y Estados Unidos. El diferencial de tasas ha funcionado como un ancla para el atractivo de la deuda de países emergentes como el nuestro, reteniendo los flujos de capitales. Desde junio del año pasado, Banco de México ha aumentado 250 puntos base la tasa objetivo, al tiempo que las expectativas por parte del mercado son de continuación en el ciclo restrictivo dado del entorno actual. En ese sentido, apenas hace algunas semanas la Reserva Federal comenzó a subir las tasas de fondos federales, donde Banxico ya lleva un largo camino recorrido.
El diferencial de tasas de política monetaria entre Estados Unidos y México es actualmente de 642 puntos base, su nivel más alto desde 2008. Para las tasas del mercado secundario, aun con el Bono del Tesoro a 10 años en sus niveles más altos desde 2019, el diferencial con los bonos soberanos mexicanos a 10 años se encuentra cerca de sus niveles más altos de las últimas décadas, en 597 puntos base.
Un tipo de cambio estable y fortalecido funciona generando estabilidad en la formación de precios. De acuerdo con estudios de Banco de México, los choques por el lado de la oferta en los que refiere un tipo de cambio distorsionando y volátil, son una de las principales causas que genera inestabilidad en los precios. En ese sentido, el actuar firme de Banco de México considerando el balance de riesgos, así como evaluando la balanza entre crecimiento e inflación ha sido acertado.