Directora de Análisis y Estrategia en Intercam Casa de Bolsa

Claroscuros en la economía mexicana

La cifra trimestral y anual del PIB superó ampliamente lo estimado; pero habrá que tomar la cifra con reserva, porque México es de las economías que no ha alcanzado niveles prepandemia.

El dato oportuno del PIB del tercer trimestre del año está pintado de claroscuros. La cifra trimestral y anual superó ampliamente estimados mostrando una expansión del 1.0 por ciento contra el trimestre inmediato anterior, y 4.2 por ciento año contra año, acelerándose en el margen. Incorporando estos datos, la economía mexicana acumula un crecimiento del 2.7 por ciento en el 2022. En un inicio el crecimiento de la economía mexicana era atribuible primordialmente a la solidez de la demanda externa, pero en este trimestre los datos muestran una reactivación más fuerte de la demanda interna.

A la luz de estos crecimientos, pareciera que la actividad económica mexicana está atravesando un momento de mayor dinamismo, de la mano con mejores datos sobre la economía que se han dado a conocer en prácticamente todo el mundo. Al parecer todos estos indicadores son confusos, porque en los últimos meses no se habla más que de una desaceleración profunda a nivel global, y pareciera que en lugar de cristalizarse se ha alejado. Pero no hay cosa más distante a la realidad, porque las expectativas son de menor crecimiento global de cara al 2023, con un panorama plagado de riesgos que se conjuga con una elevada incertidumbre.

En el caso puntual de la economía mexicana, el comportamiento del PIB de este trimestre se atribuye en gran medida a un efecto base tan bajo que resultaba muy fácil de superar, toda vez que en el 3T21 la economía se contrajo. Por eso habrá que tomar la cifra con cierta reserva, porque si bien es cierto que la actividad se ha acelerado en el margen, México es de las pocas economías que no ha alcanzado y superado por completo niveles prepandemia, situándose 0.48 por ciento debajo del PIB del 2019. Y lo más lastimoso es que se encuentra 0.9 por ciento debajo del máximo histórico alcanzado en el 3T18.

Durante el primer semestre del año el factor medular del crecimiento económico de México había sido impulsado por la firme recuperación del sector secundario producto de la fortaleza del consumo en Estados Unidos. En los primeros nueve meses del año, el sector secundario creció el 3.4 por ciento, evidencia de que la mayor expansión se concentra en la actividad industrial, siendo toral el desempeño de las exportaciones. Nuestro crecimiento era mayormente atribuido a la vinculación entre ambas economías en el sector manufacturero.

Sin embargo, en esta ocasión, la nota positiva provino de la expansión del sector terciario (servicios) al presentar en este trimestre la mayor contribución al crecimiento. En términos anuales los servicios aumentaron 4.3 por ciento mejorando significativamente lo registrado en periodos previos. Este trimestre sería el primero desde la pandemia en el que el sector de servicios ha superado la industria. En los primeros nueve meses del 2022, el crecimiento del sector terciario acumula el 2.1 por ciento, lejos aún del sector secundario, pero mostrando una evidente recuperación.

La reactivación del sector de servicios sugiere que el crecimiento en el mercado interno podría hacer a la economía mexicana más resistente en el contexto de desaceleración global, inclusive de una recesión en Estados Unidos.

Las estimaciones para el crecimiento económico de este año se revisarán al alza. Considerando que el último trimestre del año pudiera no mostrar expansión o inclusive registrar una ligera contracción, la economía mexicana crecerá al menos 2.5 por ciento en el 2022. Con esto en mente, el nivel de actividad económica no ha resentido la conducción de una política monetaria restrictiva y le da suficiente espacio a Banco de México de continuar con el ciclo restrictivo.

Pero, el crecimiento para el 2023 posiblemente se revisará a la baja. Considerando la última encuesta de analistas privados de Banxico, se estima un avance de 1.0 por ciento en el PIB. Al incorporar una base más elevada, una inflación que no parece haber alcanzado el punto de inflexión, el freno en la inversión fija, tasas de interés más elevadas, y el elevado nivel de informalidad, la perspectiva para el siguiente año luce retadora.

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