Directora de Análisis y Estrategia en Intercam Casa de Bolsa

¿A dónde se dirige el peso?

Al margen de la volatilidad que pudiéramos observar en el muy corto plazo, las expectativas de cara al 2023 son que el balance de fuerzas se mantenga estable.

Excluyendo al rublo ruso, el peso mexicano es la divisa más fuerte a nivel global, situación inverosímil dada la implementación del ciclo restrictivo más agresivo, en tiempo y magnitud, que ha llevado a cabo la Reserva Federal desde 1982.

El movimiento de esta semana señaló con mayor evidencia su fortaleza, lo que posiblemente sea producto de las crecientes apuestas que se han venido acumulando a favor del peso. De acuerdo con Chicago Mercantile Exchange (CME), las posiciones netas de contratos de futuros a favor del peso se encuentran en máximos de los últimos cinco años.

Debemos señalar que el peso mexicano tiene una enorme profundidad y liquidez, al compararlo contra otras monedas emergentes, y es comúnmente utilizado como cobertura por parte de inversionistas institucionales globales. De acuerdo con el BIS (Banco de Pagos Internacionales), el volumen promedio diario operado del peso asciende a 114 mil millones de dólares, ocupando el lugar número 16 del ranking, que incluye las monedas duras. Ello resulta relevante en los movimientos de muy corto plazo, y es una de las razones que explican la marcada volatilidad intradía.

Una de las razones que ha apuntalado la fortaleza de nuestra moneda son los flujos de divisas provenientes de las remesas, que alcanzan máximos históricos, inversión extranjera directa y exportaciones. La suma de estos flujos ha reducido la demanda de divisas del exterior, elevando la disponibilidad de dólares a nivel local para financiar la actividad económica. De acuerdo con las cifras del tercer trimestre del año, la balanza de cuenta corriente fue deficitaria por el orden de 5.5 mil millones de dólares, y se espera que sea deficitaria en el 2022 por 12.9 mil millones de dólares, que representaría el 1.0 por ciento del PIB. El déficit resulta sumamente acotado al comprarlo con el promedio observado del 2015 al 2018, cifra que supera el 2.0 por ciento.

Otra de las razones medulares que ha explicado la apreciación del peso es el diferencial de tasas de interés de México frente a Estados Unidos. Si bien Banco de México no tiene un objetivo de diferencial de tasas, procurar un amplio diferencial le ha ayudado a evitar salidas de capitales y mantener anclado al tipo de cambio. El diferencial de tasas de política monetaria entre ambos países se encuentra en máximos desde el 2008 con 600 puntos base. Tasas de interés más altas en México comparadas con Estados Unidos, incentivan un mayor ahorro en pesos que en dólares. Esto provoca incentivos para que los inversionistas extranjeros retengan sus pesos, o lleven nuevas inversiones de portafolio hacia México, y se eviten salidas de capitales masivos. En ese sentido, en los primeros 17 días de noviembre los valores gubernamentales en manos extranjeras han revertido parcialmente las salidas registradas durante el año, con flujos por más de 58 mil millones de pesos.

Al margen de la volatilidad que pudiéramos observar en el muy corto plazo, las expectativas de cara al 2023 son que el balance de fuerzas se mantenga estable. De acuerdo con la última encuesta de especialistas del IMEF, el balance de cuenta corriente estima en un déficit por el orden de 0.9 por ciento del PIB, muy similar al que se espera en este año. Pese a que las remesas podrían mostrar una desaceleración en la tasa de crecimiento, seguirán siendo la fuente principal de dólares en el país. En cuanto a Banxico, se esperaría que mantendrá el diferencial de tasas, aunque si decide desacoplarse de manera moderada de los movimientos que realice la Reserva Federal, podríamos ver una depreciación, empero se podría estimar que sea ligera en magnitud. Para la inversión extranjera directa, se estima una caída en el 2023 ante la ausencia de eventos extraordinarios. Sin embargo, el nearshoring podría cambiar la ecuación, con grandes posibilidades de recibir flujos muy superiores al promedio de los últimos años ante la reconfiguración de las cadenas de valor.

Si bien es cierto que el panorama en el 2023 no está exento de riesgos, y veremos episodios de volatilidad, la tendencia del peso es de estabilidad.

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