Directora de Análisis y Estrategia en Intercam Casa de Bolsa

Banxico tiene espacio

Se antoja difícil comenzar un ciclo de relajamiento monetario frente a una inflación que está lejana al objetivo. La posibilidad de desanclaje de las expectativas no es cuestión menor.

Mucho se ha argüido sobre el impacto de las elevadas tasas de interés en los niveles de actividad económica en México. Existen varios canales de transmisión de política monetaria; entre los más relevantes están las tasas de interés, el crédito y precios de otros activos. A través de la instancia restrictiva del Banco de México, que en los últimos 21 meses ha aumentado la tasa de referencia en 725 puntos base, no hemos observado un efecto contundente en el componente más relevante de la demanda agregada, que es el consumo privado. En la coyuntura actual el principal canal de transmisión de política monetaria ha sido el tipo de cambio.

Una de las razones que explican la desconexión entre la política monetaria y la actividad económica es que México mantiene una muy baja penetración del crédito. Al cierre de 2021 México tenía una penetración bancaria de 36.9 por ciento, cifra sumamente desfavorable cuando se compara contra otras economías latinoamericanas como Chile, Brasil o Colombia, que arrojan cifras de 80.6, 71.4 y 51.8 por ciento, respectivamente.

A pesar de mantener el nivel de tasas de interés más elevado de los últimos 22 años, el crédito de la banca del sector privado sigue avanzando mes a mes. Las tasas de doble dígito no han sido suficientes para inhibir la demanda de créditos. De acuerdo con cifras publicadas por Banco de México al mes de abril, la cartera de crédito mostró un crecimiento de 12.1 por ciento, impulsado principalmente por la cartera empresarial y de consumo. Las familias continúan apalancándose por medio de préstamos de nómina y personales, así como la reactivación del crédito automotriz. Por su parte, las empresas han seguido pidiendo prestado para asegurar su financiamiento anual. Los créditos empresariales y los de consumo representan 75.7 por ciento de la cartera de crédito del sector privado, y la cartera total liga 19 meses de crecimiento, sin deterioro evidente, ya que el índice de morosidad se encuentra en 2.09 por ciento.

En el Informe Trimestral de Inflación del Banco de México dado a conocer esta semana, el organismo central revisó al alza el intervalo de crecimiento para la actividad económica. Si bien es cierto que existe una divergencia importante entre el sector manufacturero y el de servicios; solamente las manufacturas dejan evidencia contundente sobre el efecto astringente de las condiciones monetarias. Al respecto, sobresale la resiliencia del sector servicios, y de la economía mexicana, que se expandió a una tasa dinámica en el primer trimestre del año. La estimación de Banxico para 2023 se revisó de 1.6 a 2.3 por ciento, y para 2024 de 1.8 a 1.6 por ciento. El pronóstico para este año resulta superior a la encuesta de analistas privados que, de acuerdo al último levantamiento, se ubica en 2.05 por ciento. Estas mayores previsiones abonan a la narrativa de que, pese a una postura monetaria restrictiva, los efectos en el crecimiento han sido muy limitados.

En los comunicados emitidos por el Banco Central esta semana, reiteran que las elevadas tasas de interés se mantendrán por un periodo prolongado, sin señalar un marco específico de tiempo.

Si bien es cierto que estamos frente a un proceso desinflacionario, la inflación tanto la general como la subyacente están muy lejos del objetivo del organismo, y su convergencia no será hasta finales de 2024. La inflación subyacente, que es la que dicta la trayectoria de la inflación en el mediano y largo plazos, da visos de ser estructural. Considerando que la política monetaria actúa con rezago, no deberíamos ver recortes a las tasas de interés en 2023. Por un lado, se antoja difícil comenzar un ciclo de relajamiento monetario frente a inflaciones que están lejanas al objetivo, la posibilidad de desanclaje de las expectativas no es cuestión menor. Posiblemente el organismo central quisiera ver un proceso desinflacionario más contundente en el componente subyacente, antes de comenzar a evaluar los siguientes movimientos de política monetaria. La realidad es que Banxico tiene espacio.

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