El comunicado de la última reunión de política monetaria de Banxico mostró un cambio en la guía prospectiva, al señalar que, con base en la información disponible, evaluarán la posibilidad de ajustar la tasa de interés. Tras la reunión, varios agentes del mercado apuntaron que dicha frase señalaba con suficiente evidencia que en marzo comenzarían los recortes en la tasa de referencia. Posterior a la junta, la gobernadora Victoria Rodríguez Ceja refería en una entrevista a este periódico, que el posible ajuste en la tasa de referencia derivaba del nivel de restricción de la postura monetaria alcanzada bajo la óptica de la tasa de interés real ex ante (descontando la inflación esperada para los siguientes doce meses), ya que en caso de no hacer ningún cambio, se tornaría más restrictiva, porque las expectativas de inflación para los siguientes meses han descendido. Este pronunciamiento sobre la tasa de interés real ex ante, también ha sido frecuentemente citado por otro miembro de la Junta de Gobierno. Si bien es cierto que existe cierto espacio para comenzar a recalibrar la condición restrictiva en marzo, hay varios factores en contra, por lo que considero que el balance de riesgos al evaluar el panorama inflacionario se encuentra inclinado al alza, tal y como lo señaló el propio organismo en su comunicado.
Este año el déficit fiscal será de 4.9 por ciento, el más elevado en tres décadas, concentrando la mayor parte del gasto en la primera mitad del año. Este incremento en gasto público podría dificultar el camino desinflacionario.
La última lectura de inflación del mes de enero, repuntó a 4.88 por ciento. Al interior se observa un aumento en el componente no subyacente –del que la política monetaria tiene un efecto muy limitado– y ha sido señalado por Banxico como un choque temporal de oferta. No obstante, los servicios se encuentran elevados y las mercancías nuevamente avanzaron más en el margen. No descarto que en el transcurso de los siguientes meses la inflación general nuevamente alcance el umbral del 5 por ciento, haciendo más compleja la decisión para Banxico y mostrando evidencia que la última milla es difícil de conseguir, en medio de considerables retos en el panorama.
El dato más reciente de inflación en Estados Unidos, sorprendió de manera negativa, al descender menos que estimados. En nuestro país vecino la inflación se ubicó en 3.1 por ciento, y de hecho se observan repuntes mensuales en ciertos componentes, entre ellos vivienda y alimentos. Con esto en mente, la posibilidad de que la Reserva Federal recorte tasas en marzo se ha diluido por completo, y habrá que esperar la publicación de un cúmulo de datos adicionales sobre el estado de salud de la economía americana que se darán a conocer en la siguientes semanas, para dilucidar si los recortes comenzarán en junio o bien se aplazan nuevamente. Si bien es cierto que la postura monetaria relativa ha pasado a segundo plano, no podemos señalar que sería un obstáculo adicional para que la junta de gobierno se “anime” a recortar en la reunión programada para el 21 de marzo.
Considero apropiado señalar que la mayoría de los canales de transmisión de la política monetaria en México se encuentran inoperantes, con excepción del tipo de cambio y de las expectativas de inflación, que se han mantenido relativamente ancladas.
La elevada restricción llevada a cabo por Banxico no pareciera haber tenido un efecto importante en los dos componentes que tradicionalmente están relacionados con las elevadas tasas de interés: inversión y consumo. Ambos fueron los motores torales de la economía mexicana, por lo que argumentar que el mantener las tasas de interés en estos niveles podría dañar la economía mexicana resulta contradictorio, y podría contraponerse al único mandato de Banxico: lograr la estabilidad de precios.
No obstante lo que se ha expuesto, varios integrantes de la Junta de Gobierno han sido vocales sobre la posibilidad de recortar las tasas de referencia próximamente. La señal al mercado ha sido inequívoca.