El ejercicio de cuantificación de la clase media en México que dio a conocer el Inegi en días recientes documenta un fenómeno muy claro: la reducción en el tamaño de la clase media entre 2018 y 2020.
Según el reporte de Inegi , Cuantificando a la clase media en México 2010-2020, el porcentaje de hogares de clase media aumentó gradualmente entre 2010 y 2018, de 42.4 a 46.7 por ciento, pero registró una disminución a 42.2 por ciento en 2020. Por su parte, el porcentaje de personas catalogadas como clase media tuvo una evolución muy similar, pasando de 39.2 por ciento en 2010 a 42.7 por ciento en 2018 y registrando una caída a 37.2 por ciento en 2020. Es muy probable que esta reducción de la clase media refleje los efectos de la pandemia.
La medición de Inegi podríamos denominarla como un indicador ‘objetivo’, en el sentido de que representa a la clase media como un grupo socioeconómico con base a sus niveles de ingreso y gasto. En la sociología, la clase media refleja, además, la ocupación.
No obstante, la clase social también tiene una fuerte dimensión subjetiva, de identidad y sentido de pertenencia. Hay quienes minimizan esta dimensión, pero creo que es la que dota a la clase media (o a la clase social, cualquiera que sea) de un potencial de movilización política. Basta recordar el concepto marxista de ‘conciencia de clase’. A esa conciencia hay que agregar los valores, gustos, expectativas y preocupaciones. Las críticas del presidente López Obrador a la clase media no se enfocaron tanto a su nivel de ingreso como a su ‘aspiracionismo’, destacando con ello la dimensión subjetiva tanto o más que la objetiva.
La identidad, así como los valores de la clase media, han sido objeto de continuo estudio y reflexión. En un interesante análisis de Mafalda, la tira cómica creada por el cartonista argentino Joaquín Salvador Lavado, Quino, la investigadora Isabella Cosse argumenta que los temas y personajes de Mafalda no solamente reflejaban las contradicciones de la clase media en el proceso de modernización, sino que influyeron en cristalizar la identidad de una clase media inmersa en el contexto material, social y político de sus propios tiempos (Mafalda: A Social and Political History of Latin America’s Global Comic, Duke University Press, 2014).
La evolución de Mafalda refleja, en ese sentido, la evolución de la clase media y sus preocupaciones: el autoritarismo y la libertad de expresión, los cambios en las relaciones familiares y los roles de género, así como los crecientes conflictos generacionales que trajo consigo el cambio de valores de los años 60 y 70, escribe Cosse. En nuestros tiempos, la importancia de las identidades (y la política de identidades) está poniendo nuevamente a la clase media en el centro del debate. Por ello hay que entenderlas.
Las encuestas internacionales como Latinobarómetro suelen preguntar a qué clase social dice pertenecer la persona entrevistada. Juntando la identidad de clase media que ha registrado el Latinobarómetro en México con las mediciones de Inegi, resulta que el tamaño de la clase media no solamente es muy similar, sino que además siguen un patrón de evolución muy parecido.
De acuerdo con los datos del Latinobarómetro, la identidad de clase media en México se mantuvo entre 40 y 41 por ciento entre 2011 y 2015, subió a 47 por ciento en 2017, se redujo ligeramente a 45 por ciento en 2018 y bajó hasta 37 por ciento en 2020 (misma cifra que Inegi reporta como porcentaje de personas de clase media en el país en ese año). El parecido en los porcentajes y en la evolución de estas medidas objetiva (Inegi) y subjetiva (Latinobarómetro) de clase media es simplemente formidable.
Supongamos que es una feliz coincidencia: aun si los porcentajes no coincidieran, no hay que minimizar la importancia de la identidad de clase media, su dimensión subjetiva. Ésta puede conectarse con valores y estilos de vida, así como con conductas económicas, sociales y políticas.
El Latinobarómetro 2020 indica que quienes se identifican como clase media en el país son más probables de haber trabajado desde casa durante la pandemia y de reportar menores pérdidas económicas que quienes se identifican como clase baja. También reportan haber tenido un mayor comercio electrónico o compras por internet; hablan más de política y perciben más libertades civiles. Definitivamente, la clase media mexicana, como grupo socioeconómico y como identidad sociopolítica, amerita más análisis.