Las Encuestas

Racismo y clasismo

Los simpatizantes de la 4T perciben más racismo y clasismo que los opositores a ésta, lo que hace de estos dos asuntos un factor fundamental del apoyo político actual.

En el primer encuentro entre el señor Howard Doyle, un rico minero de ascendencia británica, y Noemí Taboada, una joven universitaria capitalina con ascendencia mazateca del lado materno, se advierte un diálogo, en un principio, en los linderos del racismo y el clasismo.

El señor Doyle le hace la observación a Noemí de que ella es más oscura que su prima, quien es hija de una mujer francesa, y le pregunta su opinión acerca de la mezcla de razas superiores e inferiores. Noemí se sorprende y se incomoda con la observación y con la pregunta, pero responde y le sostiene la conversación al señor Doyle con un admirable conocimiento de trabajos científicos de la época.

“No es mi intención insultarla, (...) y más bien le estoy haciendo un cumplido”, le dice Doyle haciendo referencia al papel que él cree que juega la belleza en la selección natural. “Pues es un cumplido muy extraño”, le responde Noemí con disgusto, sorprendiendo a los presentes porque nadie realmente se atrevía a responderle al “patriarca” de la familia. En este caso lo hacía una mujer joven de familia de “nuevos ricos”.

La escena proviene de la novela Mexican Gothic (o Gótico, en su versión en español), de la autora mexico-canadiense Silvia Moreno-García. La escena tiene lugar en la casa de tipo victoriano de los Doyle, en un pueblo minero venido a menos en el México de los años 50. El libro ofrece varias pinceladas sobre cuestiones raciales, de clase y de género. Algunas de ellas nos recuerdan lo sutil que pueden ser las expresiones racistas y clasistas.

El jueves 15 de septiembre en la ceremonia del Grito de Independencia, el presidente López Obrador mencionó, junto con los “viva México”, unos llamativos “muera el racismo” y “muera el clasismo”.

Con esos llamados, el Presidente integró al sistema de creencias de la 4T el rechazo al racismo y al clasismo, que, aunque ya venía articulándose entre algunos simpatizantes de su movimiento, hacerlo en la ceremonia del Grito de alguna manera lo oficializa.

En la tradición del Grito de Independencia se solía decir “mueran los gachupines”, algo que hoy es políticamente incorrecto. Pero el principio subyacente permanece en el llamado de AMLO como un rechazo a los privilegios, al sentido de superioridad, tanto de clase como de raza, pero que bien puede extenderse a otros tipos de opresión, exclusión o discriminación.

No sabemos si el llamado de “mueras” que hizo el Presidente irá acompañado de decisiones de política pública específicas o si simplemente quedará en la retórica. Pero la discusión sobre racismo y el clasismo en el país está abierta y hay que ver qué dirección toma.

Una posibilidad es una discusión democrática en la que se resalten y fortalezcan la noción y la práctica de la igualdad política, así como el sentido de coexistencia en la diversidad. Para ello es fundamental el reconocimiento del otro.

Otra vía es la movilización de odios y resentimientos sociales, la cual, sin un debido reconocimiento del otro, podría resultar más conflictiva e incierta.

“La guerra de independencia fue una guerra de clases”, apuntaba Octavio Paz en El laberinto de la soledad, hace unos 70 años. “Hidalgo decreta la abolición de la esclavitud; Morelos, el reparto de los latifundios”, señalaba el poeta y ensayista. Hoy en día la situación es otra, pero la desigualdad prevalece y se hace más compleja. La discriminación de hoy se extiende a las personas migrantes y a personas con diferentes identidades.

De acuerdo con una encuesta de EL FINANCIERO realizada en la Ciudad de México en junio de este año, 69 por ciento de las personas entrevistadas cree que en la sociedad mexicana hay mucho o algo de racismo, mientras que 81 por ciento cree que hay mucho o algo de clasismo.

El clasismo lo perciben más los jóvenes, mientras que el racismo se percibe más entre los segmentos de clase baja, según el sondeo.

Por su parte, los simpatizantes de la 4T perciben más racismo y clasismo que los opositores a la 4T, lo que hace de esos dos asuntos un factor fundamental del apoyo político actual.

La experiencia de Noemí con el señor Doyle es producto de la literatura y de la ficción, pero ilustra muy bien la manifestación de las actitudes racistas y clasistas en nuestra sociedad. A decir de las encuestas, en el país hay más clasismo que racismo, pero la gran mayoría de la población percibe que ambos aspectos están ahí. Veremos si al llamado de AMLO le siguen acciones concretas.

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