Las Encuestas

Realineamiento ideológico

La balanza ideológica cambió su peso de derecha a izquierda. Desde 2018, la izquierda pesa más que la derecha, cuando en las primeras elecciones del siglo la balanza estaba al revés.

En un cuarto de siglo, de 2000 a 2024, el espectro ideológico en México ha experimentado una importante transformación en las urnas.

Los votantes que se consideran o se identifican ideológicamente de derecha predominaron en los comicios de 2000, 2006 y 2012, pero la distribución ideológica se movió hacia la izquierda en 2018 y se mantuvo así en 2024, cambiando el balance del espectro político.

En las encuestas de salida que he coordinado en esas cinco elecciones presidenciales se ha incluido la siguiente pregunta de autodescripción ideológica: “En política, ¿usted se considera como de izquierda, centro-izquierda, centro, centro-derecha o derecha?”.

Las respuestas ofrecidas por las muestras de votantes indican que en 2000 y 2006, elecciones en las que ganaron los candidatos presidenciales del PAN, la distribución en la escala ideológica fue muy similar; de igual manera, en 2018 y 2024, elecciones en las que triunfaron candidaturas morenistas, la distribución también fue casi la misma.

Por ello, me permito tomar porcentajes promedio para esas elecciones a manera de simplificar los datos: en 2000 y 2006, 38 por ciento de votantes, en promedio, se consideraba de derecha. En 2012, cuando ganó el candidato del PRI, el electorado derechista se mantuvo en 39 por ciento.

En contraste, en 2018 y 2024, la proporción de votantes de derecha bajó sustancialmente a 23 por ciento, en promedio.

Por otra parte, la proporción de votantes que se autodescribió como de izquierda significaba 21 por ciento en 2000 y 2006, en promedio, se mantuvo en 23 por ciento en 2012, y creció a 29 por ciento en 2018 y 2024, en promedio.

La balanza ideológica cambió su peso de derecha a izquierda. Desde 2018, la izquierda pesa más que la derecha, cuando en las primeras elecciones del siglo la balanza estaba al revés.

Hay que decir que no todas las personas entrevistadas se ubican en la escala ideológica, sin embargo. En promedio, casi un tercio de votantes no asumió ninguna identidad ideológica en los términos de izquierda y derecha en las cinco elecciones presidenciales desde 2000; pero la gran mayoría sí lo hizo, lo cual muestra que se mantiene vigente la diferenciación ideológica electoral bajo esos términos.

Los datos de las encuestas de salida también muestran que, a pesar de diversas expresiones de polarización política en el país, el centro ideológico se ha venido robusteciendo.

En las elecciones azules de 2000 y 2006, el centro representaba 24 por ciento de votantes, proporción que bajó ligeramente a 21 por ciento en la elección roja de 2012. No obstante, en las elecciones guindas de 2018 y 2024 el centro creció a 30 por ciento.

De derecha a izquierda

Un centro más nutrido no quiere decir que no haya síntomas de polarización política o ideológica, sino que refleja el fenómeno de transferencia de derecha a izquierda que ya se ha descrito, vía el centro.

En otras palabras, una derecha menos robusta en las urnas durante los comicios presidenciales se ha compensado con una izquierda y un centro más nutridos.

Como señalé en este espacio hace dos semanas, el electorado de izquierda se decantó a favor de las candidaturas presidenciales de Morena en 2018 y 2024, pero el electorado de derecha dio sorpresivamente medio giro hacia Sheinbaum en este año, lo cual contribuyó a ampliar la ventaja que al final obtuvo la morenista.

La izquierda y la derecha siguen jugando un papel importante como identidad política. Otra cosa es saber qué significados y contenidos les dan las y los votantes en nuestro país, tema al cual espero volver en una próxima ocasión.

Por lo pronto, los datos históricos de las encuestas de salida dejan muy claro que estamos presenciando una realineación ideológica en México.

COLUMNAS ANTERIORES

La popularidad de Sheinbaum por segmentos
Actitudes en México hacia el T-MEC

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.