Desde San Lázaro

Muy comprometido el Paquete Económico 2023

El próximo año será más complicado en materia económica, en donde los ingresos del gobierno no alcanzarán para cubrir el Presupuesto.

El próximo año será más complicado en materia económica, en donde la inflación, la recesión y, en general, por los efectos de la pandemia y el mal gobierno, los ingresos del gobierno no alcanzarán per sé para cubrir el Presupuesto, en virtud de que las pensiones, la deuda externa y sus intereses, los subsidios a la gasolina, las obras insignia de AMLO como son la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y la terminación del aeropuerto de Santa Lucía, además del fondeo a los programas de política social-electoral, hacen virtualmente imposible que la cobija alcance para tapar a todos.

Falta también considerar la inversión que se requiere para ampliar la infraestructura hídrica, particularmente en el norte del país, ya que la sequía se agudizará en la mitad del territorio nacional.

Los ingresos del gobierno para el próximo año apenas rebasarán los 7 billones de pesos, que tendrán que servir para cubrir el Presupuesto, aunque como están las cosas, el gobierno seguirá endeudando a las actuales y futuras generaciones a un ritmo superior al que tuvieron los dos presidentes anteriores.

De hecho, se espera que para el próximo año la deuda externa represente 57 por ciento del PIB nacional.

La tentación de buscar por medio de una reforma fiscal para cubrir el déficit gubernamental es muy atractiva para la clase gobernante, toda vez que al incrementar los impuestos y crear otros, se construye una tablita de salvación en un mar turbulento.

En 2023 se llevarán a cabo las elecciones más importantes después de las presidenciales, las del Estado de México, lo que significa que el gobierno de la 4T tendrá que guardarse la nueva reforma fiscal en el congelador, debido que el alza de impuestos reventaría las preferencias electorales que mantienen Morena y el presidente.

El Edomex cuenta con el padrón electoral más grande del país, por lo que el partido en el poder y AMLO no se pueden dar el lujo de perderlo, ya que los pondría en un serio predicamento la permanencia de su proyecto político para después de 2024.

Ante este galimatías de requerir recursos frescos sin subir los impuestos, se requiere de talento, experiencia y creatividad para, verbigracia, traer más inversiones que incentiven el círculo virtuoso de la productividad, aunque las mismas decisiones de López Obrador han alejado esos capitales que se requieren para, entre otras cosas, crear empleos y aumentar la captación tributaria.

Para algunos neófitos y oportunistas, están en la mira las reservas internacionales del Banco de México que, ante la escasez de recursos frescos, podría ser una alternativa interesante de explorar para el populismo, aunque ello conlleve detonar la peor crisis económica de que se tenga memoria.

La emisión de nueva deuda soberana tanto del gobierno como de Pemex solo conseguirá que las calificadoras internacionales la degraden aún más, a niveles de grado ‘basura’.

La inflación es una espada de Damocles que pende sobre todas las decisiones económicas del gobierno, por lo que un yerro mayúsculo podría provocar el principio del fin.

La presión sobre las finanzas públicas por el subsidio de las gasolinas es agobiante, por decir lo menos, aunque por temas políticos y sociales, no podrán retirarlo.

En este contexto se explica por qué decimos que 2023 será muy complicado para el gobierno y, por supuesto, para la gran mayoría de los mexicanos y ya no digamos para el sector empresarial, particularmente para las Pymes, que seguirán rascándose con sus propias uñas para salir adelante.

El mismo presidente de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública, Erasmo González Robledo (Morena), reconoce que se deberán considerar para la elaboración del Paquete Económico 2023 todos los indicadores de inflación de manera importante, “ya que es un indicador que no habíamos tenido como una referencia clara en los presupuestos anteriores”.

Desde luego, los subejercicios y la corrupción en el ejercicio del gasto público deben ser prioritarios para reconsiderar la asignación de recursos a las dependencias del gobierno, sus programas y obras, ya que la Auditoría Superior de la Federación ha dado cuenta de la ineptitud por ejercer los recursos presupuestales etiquetados y por hacer de las adjudicaciones directas el modus vivendi de muchos funcionarios sin escrúpulos.

Si este año camina entre la recesión y la inflación, el otro le dirá ‘quítate que ahí te voy’.

COLUMNAS ANTERIORES

Alfaro se orina fuera de la bacinica
El autoritarismo con piel de oveja

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.