Con el respaldo de las dirigencias nacionales del PAN y PRD, el líder nacional del PRI, Alejandro Moreno, se atrinchera en la coalición Va por México para evitar, más allá de los argumentos jurídicos y de los delitos en que supuestamente incurrió, ser, primero, desaforado en la Cámara de Diputados y luego encarcelado para, desde la prisión, enfrentar su juicio.
No se necesita tener dotes de visionario o agorero, pero el affaire AMLO-Alito se constriñe en cuanto a su resolución, a encaminarlo por la vía del acuerdo político o de plano procesar al dirigente tricolor por diversos delitos que, dicen, tiene documentados la Fiscalía del estado de Campeche.
Llama la atención que tanto Marko Cortés como Jesús Zambrano metan las manos al fuego por Alito, aunque lo hacen por salvar el pellejo y de algunos de sus correligionarios, ya que, por ejemplo, se ha conformado toda una maquinación criminal desde las oficinas centrales del gobierno de la CDMX para estigmatizar a los panistas que gobernaron en la alcaldía Benito Juárez, como integrantes del ‘cartel inmobiliario’, mafia que hizo su agosto en la construcción de decenas de edificios ubicados en esa jurisdicción.
El conflicto entre el presidente López Obrador y la oposición apenas asoma la punta del iceberg y seguramente quedará más al descubierto en la medida que se acerquen las elecciones en el Estado de México y la presidencial, al tiempo de que el Congreso inicie las discusiones en torno a la reforma electoral y la incorporación de la Guardia Nacional a la Defensa Nacional.
Para nadie es un secreto que en el fondo se trata de un conflicto político en donde se dirime quién gobernará el país a partir de 2024, por ello, AMLO no escatimará esfuerzo y recursos de todo tipo para mantener el poder para su movimiento de transformación -así le dice él.
Al perseguir a un líder de la oposición, López Obrador será encasillado como un dictador que ‘aniquila’ a sus adversarios políticos, incluso con mantenerlos en prisión, tal como ocurre en otras latitudes de la región, como en Cuba, Nicaragua o Venezuela.
Se sabe que si Alejandro Moreno y los diputados tricolores se hubieran plegado a los designios del principal huésped de Palacio Nacional en torno a la aprobación de la reforma eléctrica, ahora estaría en los cuernos de la luna, sin embargo, al votar en contra, están en la antesala del infierno.
Por eso decimos que, más allá de la veracidad y sustento de las acusaciones judiciales en contra del líder del PRI, subyacen el revanchismo y la persecución política en aras de mantenerse en el poder al costo que sea.
En otra colaboración hemos dicho que AMLO no dejará el poder por la vía de las urnas, ni tampoco por el camino de los tribunales, así que, señores, saquen sus conclusiones sobre el desenlace que tendrán las elecciones presidenciales de 2024.
El talante autoritario y represor del presidente se observa nítidamente en la persecución contra Alito y varios panistas que ahora se encuentran encumbrados en las altas esferas de dirección de Acción Nacional y que de ninguna manera serán exonerados, mientras se mantengan en su postura opositora al régimen.
Así que está lista toda la mascarada que se hará en el recinto de San Lázaro para que, a partir de que inicie el próximo periodo de sesiones, sesione la Comisión Instructora que en estos momentos mayoritea Morena, para dar paso al juicio de procedencia que permita desaforar al diputado federal Alejandro Moreno y ya sin el halo protector, enfrentar la justicia.
Mientras que México transita por uno de los capítulos de su historia más aciagos y más sangrientos por la pandemia y la violencia, además de la crisis económica, el presidente se dedica en cuerpo y alma, las 24 horas del día, a trabajar no por las causas del pueblo, sino en establecer un modelo político similar al que instauró el PRI con su dictadura perfecta que le permita mantener el poder por lo menos en los próximos 30 años.
Lo malo para la oposición es que en este enfrentamiento con el presidente se verán mermadas sus preferencias electorales al enfrentar el conflicto defendiendo a un personaje que está muy ‘quemado’, por lo menos en la percepción de la opinión pública.
Por ello, si quieren seguir protegiendo a Alito, está bien, pero por lo pronto, el PRI debe reemplazar a su líder nacional para evitar que se sigan desprestigiando y, en efecto cascada, todo el bloque opositor.