La votación de la fracción del PRI en la Cámara de Diputados fue unánime a favor de mantener al Ejército en tareas de seguridad pública hasta 2028, salvo una legisladora de ese partido (Ana Lilia Herrera) se abstuvo de mantenerse en la cargada, y con esta sumisa actitud, 65 priistas se plegaron a los designios del Ejecutivo federal, no obstante que muchos de ellos se habían opuesto a que se mantuviera en la calles a la milicia después del 2024, en lugar de fortalecer a las policías estatales o municipales.
Está visto que la opinión personal de los diputados y varios senadores del tricolor no sirve de nada, ya que votan en el sentido que les marquen Alejandro Moreno y Rubén Moreira, sin considerar que el quiebre se impuso por los expedientes en contra del dirigente nacional del PRI, en las Fiscalías de Campeche y la General de la República.
En los hechos acompañan, en una disciplina partidista mal entendida, a Morena y al presidente López Obrador, en su agenda legislativa que busca mantener su proyecto político por lo menos para los próximos 30 años , por ello, la militarización, que es propia de regímenes dictatoriales, es una condición básica para esa hegemonía.
La otra piedra que sostiene el absolutismo es tomar el control del Instituto Federal Electoral (INE), mediante una reforma constitucional que le reste atribuciones y acote sus funciones en cuanto su autonomía e independencia, al tiempo de tomar el control de las posiciones de los consejeros y de los magistrados del Tribunal Electoral.
La reforma electoral busca aniquilar a la oposición, desde la Constitución con reformas que impiden su acceso al poder.
Si el PRIMOR (PRI y Morena) se consolida, pues de facto alcanzaría la mayoría calificada en ambas Cámaras para así aprobar cualquier reforma constitucional que impulse el presidente y con ello, establecer el marco jurídico para impedir la alternancia política en la Presidencia de la República.
Está de más decir que con esta sumisión total de los legisladores priistas, aceleran a que ese partido entre en franca extinción al convertirse en otra rémora del partido en el poder, tal como sucede ahora con el PT y el PVEM.
Los legisladores priistas no ven más allá de sus narices, tan solo acatan como borregos las órdenes que les dan sus dirigentes y gobernadores en turno, sin ponderar los efectos nocivos que traen consigo esa “disciplina partidista”.
No tengo duda que muchos senadores y diputados priistas son hombres y mujeres íntegros e inteligentes, pero que están poseídos por el síndrome del servilismo y la mal entendida lealtad a sus jefes, quienes por cierto, lo menos que les interesa es la supervivencia del PRI para después del 2024.
El PRI camina herido de muerte, luego de cargar con la pérdida de todas las gubernaturas que tenía en su poder, salvo Edomex y Coahuila; rumbo a perder sus prerrogativas nacionales, además del descredito de acompañar a Alito por traicionar a sus aliados políticos que, en su momento, conformaron la coalición Va por México para ganar la mayoría calificada en la Cámara baja en las elecciones del 2021.
Es más, muchos de los diputados tricolores actuales llegaron a la Cámara Baja, precisamente gracias a esa alianza con el PAN y el PRD.
Se dice que la alianza opositora está fuerte en el Estado de México y Coahuila con los liderazgos locales de esos partidos, aunque a nivel nacional esté rota.
El diputado federal Luis Espinosa Cházaro, coordinador del Grupo Parlamentario del PRD, expresó su expectativa de que la bancada del PRI defienda, junto con las del PAN y PRD, la autonomía del Instituto Nacional Electoral (INE) en la eventual discusión y votación de la reforma constitucional en materia electoral.
“La gente en la calle quiere la coalición, y vamos a seguir trabajando en ella, pero hay que cumplir los acuerdos. En lo que sí nos ponemos de acuerdo y en lo que sí caminamos juntos, pues cumplamos nuestro compromiso”, expresó.
También dijo que el PRD está abierto, si la bancada de MC quiere, a construir con ellos un bloque legislativo de contención como el que existe en el Senado; “podemos trabajar con ellos si están en la misma lógica de oponernos a la militarización del país, por ejemplo”.
Todavía es tiempo de que los priistas recompongan el rumbo, pero no siguiendo a Alejandro Moreno y a Rubén Moreira, sino a sus propias convicciones y al respeto que merece el partido que los ha cobijado. Hoy el PRI los necesita más que nunca para expulsar a quienes prefieren apoyar a Morena y al presidente a cambio de canonjías e impunidad.