Desde San Lázaro

Inflación de dos dígitos

No solo las gasolinas han incrementado su valor en el territorio nacional, los alimentos no cesan de subir de precio, sin que haya poder gubernamental que los frene.

Ahora que la gasolina en México es más cara que en Estados Unidos y que la inflación en algunas entidades del país se ubica en niveles de dos dígitos, qué dirá el presidente López Obrador a su homólogo norteamericano Joe Biden y sobre todo a los mexicanos, a los cuales prometió defender su poder adquisitivo con el lema “Primero los pobres”.

En la más reciente visita que hizo AMLO a Washington ofreció a Biden gasolina barata a los norteamericanos, ya que en nuestro país era más económica. Ese ofrecimiento lo hizo el 12 de julio, dos meses después, el combustible es más caro aquí.

No solo las gasolinas han incrementado su valor en el territorio nacional, sino que los alimentos no cesan de subir de precio, sin que haya poder gubernamental para frenarlos, a pesar de las promesas de hacerlo.

En Estados Unidos en promedio la gasolina está en 19 pesos por litro, aquí ronda entre 22 y 23 pesos; y eso que en la Unión Americana acaba de subir.

El subsidio que otorga el gobierno mexicano a las gasolinas se empieza a reducir, eso significa que los precios al público aumentan y conforme pase el tiempo serán más altos.

Si suben los combustibles, se disparan todos los productos y servicios, unos porque están afectados por la inflación mundial, otros, por la incapacidad del gobierno de incentivar la producción y los menos, porque la voracidad de los algunos comerciantes no tiene límites.

La pérdida del poder adquisitivo se agrava y afecta con mayor impacto a los más pobres.

Sí han aumentado los salarios mínimos en mayor proporción que en otros sexenios, pero no sirve de mucho porque la inflación ha devorado esos incrementos. Mientras que los salarios suben por las escaleras, los precios lo hacen por el elevador.

Si la economía no crece lo suficiente, hay poca producción de riqueza o mercancías y lo único que se genera es una demanda insatisfecha que provoca mayor inflación.

El plan anunciado por AMLO para reducir la inflación tan solo es una entelequia, en donde con esfuerzos dispersos y ante la carencia de políticas públicas transversales se pretende incidir en la baja de precios.

Desde el 4 de mayo de este año se presentó, al más fiel estilo priista de Luis Echeverría y José López Portillo, por el jefe del Ejecutivo federal, el Pacic (Paquete Contra la Inflación y la Carestía) para garantizar precios justos en los productos de la canasta básica y la autosuficiencia alimentaria, ya que es una alternativa para controlar el incremento de los precios, así como la producción del autoconsumo; sin embargo, el fracaso del paquete está a la vista con mayores importaciones de alimentos y con más inflación en ellos.

El Banco Mundial ha advertido que el alza en los precios de los alimentos ha provocado una crisis mundial que llevará a que millones de personas caigan en pobreza extrema, aumentando con ello el hambre y la desnutrición.

El incremento de la inflación en México en los productos alimentarios en promedio está por arriba de 10 por ciento y en entidades en donde las remesas son la base de la economía como en Oaxaca, la pérdida del poder adquisitivo es mayor.

De acuerdo con un análisis de Lacen de la UNAM, la inflación provocará que unos 38 millones de personas (que ganan entre uno y dos salarios mínimos) no alcancen a cubrir el mínimo la canasta básica.

Hay que recordar que el valor de la canasta alimentaria urbana asciende a cerca de 2 mil pesos mensuales y si consideramos que 19 millones 471 mil 398 de mexicanos perciben hasta un salario mínimo (un promedio de 4 mil 816 pesos en ingresos), invierten 41.15 por ciento de su salario para cubrir ese gasto.

El gobierno de la 4T y el presidente López Obrador si realmente quieren disminuir la inflación, deben canalizar más ingresos del gobierno para paliar la situación, sin embargo, los recursos públicos los ocupa en la construcción del Aeropuerto de Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya, al tiempo de fondear sus programas de política social-electoral y de sufragar el gasto que genera la deuda pública, las pensiones y el rescate de Pemex y la CFE.

En los hechos, en donde los datos duros son contundentes, no existe voluntad política ni apoyo presupuestal para atenuar los efectos de la inflación en la población que menos tienen, por eso decimos que es un cuento chino eso de que primero son los pobres y menos con una inflación alimentaria de dos dígitos.

COLUMNAS ANTERIORES

El autoritarismo con piel de oveja
Se busca fiscal para la CDMX

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.