No solo es grave para la seguridad nacional el haber vulnerado con un ataque cibernético a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), sino también para la institución presidencial, que se ve afectada por las decisiones que ha tomado Andrés Manuel López Obrador durante su sexenio.
Hasta el momento, además de conocer con más detalles los graves padecimientos que sufre el jefe del Ejecutivo federal, se ratifica la orden que dio para liberar al Chapito, además de saber del espionaje que lleva a cabo la Defensa Nacional a todo tipo de activistas sociales, entre ellos, a feministas, políticos, empresarios y periodistas.
La salud del presidente es mala y con sus altibajos mantiene en estado de alerta a sus médicos militares, quienes además de contar en Palacio Nacional con una sala médica para emergencias, monitorean constantemente los problemas cardíacos, hipertensión, hipotiroidismo y hasta gota, eso sin contar con el nivel de estrés que acarrea la responsabilidad que tiene sobre sus hombros.
Recuerdo que en el sexenio pasado, Andrés Manuel y sus achichincles bombardeaban las redes sociales con el supuesto malogrado estado de salud de Enrique Peña Nieto, a tal nivel que le pedían renunciar por el bien de la República, sin embargo, en la realidad, el mexiquense gozaba de cabal salud que le permitía correr, incluso 10 kilómetros varias veces en el mes, mientras que el deterioro de la salud del tabasqueño, con un infarto a cuestas, iba en aumento.
Desde hace por lo menos dos años, se habla de que el presidente no está en condiciones óptimas para gobernar por las enfermedades que padece y que, con el ciberataque realizado por el grupo de hackers, autodenominado Guacamaya, se ha constatado lo que era un secreto a voces.
Además del daño implícito que provocan las enfermedades en el presidente, está el efecto de los medicamentos que toma diariamente para mantenerse en condiciones estables y que muchas veces se alcanzan a observar sus efectos en las peroratas de las mañaneras y donde es difícil ocultar esas secuelas y los padecimientos.
Si de suyo ser presidente exige estar en total uso de las facultades físicas, al padecer dolencias mayores, pues resulta más complicado y esta podría ser la razón del porqué de tantas decisiones erráticas que ha tomado a los largo de casi cuatro años de gestión.
En momentos que se discute en el Congreso la permanencia de que el Ejército se mantenga en tareas de seguridad pública hasta 2028, se corre el velo de la impunidad para proteger a un buen número de militares que participaron en la desaparición de los 43 alumnos de Ayotzinapa y ahora con las revelaciones surgidas del hackeo, seguramente saldrán a la luz otras atrocidades causadas por las Fuerzas Armadas.
En general, el Ejército y la Marina son muy bien apreciadas por la población, aunque los excesos de algunos de sus miembros dañan esa imagen, empero, desde que el poder de la milicia se ha acrecentado en este sexenio, se descubren más atropellos.
Al carecer de una institución independiente y autónoma que se ocupe de velar por los derechos humanos de los mexicanos, ya que despacha una Piedra sumisa en la CNDH, no se lleva a un registro pormenorizado de esas vejaciones, pero, tarde que temprano, saldrán a la luz.
Entre la militarización, la estrategia de seguridad de “abrazos y no balazos” y la violencia desbordada en el país que ha ocasionado, entre múltiples daños, que existan miles de desplazados, ocurre el peor hackeo que haya sufrido la Sedena a lo largo de su historia, suceso que permitirá conocer mucha de esa información confidencial que la población nunca llegaría a saber.
La opacidad con la que se mueve el gobierno de la 4T, incluso para ocultar información que no representa peligro alguno para la seguridad del Estado, como el traslado de una botarga en transporte militar a un estadio de béisbol en Tabasco y que se ha restringido por cinco años, pone en jaque la política de rendición de cuentas y de transparencia de la información que mandata la Constitución para los entes públicos.
Sin exagerar y eso que apenas se vislumbra la punta del iceberg de los archivos violentados por el hackeo en cuestión, diremos que es lo más grave que ha ocurrido para la seguridad interior del país, pero, que a cambio, permitirá conocer los entretelones de las decisiones presidenciales que tuvieron que pasar por la Secretaria de la Defensa Nacional.
Incluso, se habla de operativos que, aparentemente, no estuvo enterado el primer mandatario.
Veremos en las próximas semanas hasta dónde llegan esas revelaciones y en dónde, a pesar de la fuerza del Estado, no podrán hacer nada para impedir que se revelen los contenidos de la información robada.