Solícitos y sin prurito alguno, van los aliados de Morena rumbo al matadero, ya que si se aprueba la reforma electoral propuesta por el Ejecutivo, los partidos políticos que representan a las minorías no tendrán representación significativa en la Cámara de Diputados y en la de Senadores, al tiempo de que perderán el financiamiento público y con ello las prerrogativas.
Así, el PVEM, PT, PRD e incluso el PRI, que está perdiendo presencia nacional a pasos agigantados, se cerrarán las puertas para acceder el poder, al volver a enfrentar las dificultades que tenían las franquicias políticas cuando el Revolucionario Institucional era una aplanadora.
Tuvieron que pasar muchos años para lograr la alternancia en el poder, merced precisamente a las reformas electorales que se dieron en la última parte del siglo pasado, como la creación de un órgano electoral autónomo e independiente del Poder Ejecutivo y el financiamiento público a los institutos políticos en proporción a la votación alcanzada.
Si los actuales legisladores de los partidos mencionados quieren tirarse de alfombra para que pase sobre ellos la aplanadora de la 4T, al aprobar su reforma electoral, pues están en su derecho, lo que no se vale es cerrar el paso a los partidos políticos que representan, para que lleguen al poder, ya que sin las prerrogativas, sin representación en el Congreso y con un árbitro electoral parcial y plegado a los designios del principal huésped de Palacio Nacional, pues sus posibilidades son nulas.
Por eso dan pena ajena los diputados y senadores de los chiquipartidos, quienes marchan al matadero al apoyar el catálogo de acciones para instaurar una dictadura en México.
Así, vemos en tribuna a los representantes populares del Partido Verde Ecologista de México, Partido del Trabajo y del Revolucionario Institucional, defendiendo la reforma electoral de Morena, para que, a la postre, se queden sin posibilidad de competir y de ganar.
Con la reforma en cuestión se vislumbra la existencia de tan solo dos fuerzas políticas en México, la de Morena, por un otro lado; y por el otro, los del PAN y párele de contar.
Los opositores y rémoras del oficialismo no han caído en cuenta que la reforma electoral de AMLO busca aniquilarlos.
El señuelo de que la democracia mexicana es una de las más caras del mundo y por ello hay que recortar el gasto, se lo están tragando todito los aliados de Morena, así como los priistas, quienes se han convertido en cómplices de las fechorías que hizo Alejandro Moreno, líder nacional de ese partido, durante su gestión en Campeche y por supuesto en el mismo partido que lo encumbró.
A la postura de que “no le moveremos una coma a la reforma electoral de AMLO”, se cambió a la de “negociaremos con todos”, para que avance en ambas cámaras la susodicha reforma.
Por supuesto que la población está de acuerdo en reducir el costo de la democracia, pero sin menoscabo de brindar piso parejo para los opositores y minorías en aras de tener voz y voto en las grandes decisiones del país.
El quid del asunto, es decir para que AMLO mantenga la hegemonía política más allá del término de su sexenio, ya sea por interpósita persona o por él mismo, es tomar el control del INE a través de contar con la voluntad de los consejeros electorales que se mantengan en su puesto y los nuevos, pero que en total no excederán de siete o máximo nueve y con ello echar andar, por ejemplo, las consultas populares que se le ocurran a AMLO, incluso aquella relativa a la ampliación de su mandato.
El control del INE y de los recursos públicos, amén de las Fuerzas Armadas, son el trípode en donde descansa la incipiente dictadura de la 4T que ya tira sus primeros coletazos.
Así las cosas, veremos el comportamiento de los partidos satélite o rémoras de Morena y los opositores, en especial del PRI, quienes con la correa de mando que traen atada al cuello, merced a los acuerdos que hiciera Alito con Adán Augusto López, secretario de Gobernación, pues seguramente se harán el harakiri en lo relativo a sus aspiraciones políticas de llegar al poder, salvo que todos se pasen a Morena.
Con la reforma electoral de AMLO ya no habrá alternancia en la presidencia de la República, a menos de que reaccionen los opositores y los aliados del oficialismo para impedir que avance en el Congreso el catálogo para instaurar la dictadura en México.