Desde San Lázaro

El legado: Pemex en bancarrota

La falta de competencia, derivada de la actual política energética, no permite a la petrolera elevar su producción, por lo que este año y el próximo seguirá en declive.

Se compromete cada vez más la viabilidad de Pemex hacia el futuro. Su deterioro financiero avanza en proporción a los pasivos que tiene, la falta de mantenimiento, la opacidad en su manejo, el desplome de la producción y su poca rentabilidad aun en tiempos de grandes utilidades para las petroleras en el mundo.

El manejo del sector energético por parte del presidente López Obrador y sus dos escuderos, Octavio Romero y Manuel Bartlett, ha sido desastroso, tanto por su visión estatista que ha orillado al freno de inversiones privadas en el sector, como su escaso entendimiento sobre el manejo de las energías limpias en el mundo.

Mientras que las grandes economías viran hacia las energías sustentables, Pemex y CFE se mantienen consumiendo carbón y combustóleo, al tiempo de derrochar los recursos públicos en la construcción de la refinería de Dos Bocas, que no obstante haber sido inaugurada en julio, a la fecha no refina nada y el costo de construcción y operación se sigue incrementando.

El retorno de inversión de esta planta no cubre el gasto erogado y menos justificará el monto de los recursos gastados.

Considerada como un pozo sin fondo, el propio gobierno ha reconocido un sobrecosto multimillonario.

De 8 mil millones de dólares, se incrementó a 12 mil millones de dólares.

Ahora, de acuerdo a cálculos conservadores, se habla de 18 mil millones de dólares, sin embargo, esto todavía no está confirmado.

A la fecha, es un misterio cuánto realmente será el costo final de la refinería, ya que faltan los gasoductos, las plantas sulfuradoras y de hidrógeno, entre otras obras de gran envergadura que permitan refinar, producir y distribuir las gasolinas.

Dicen que cuando ya esté totalmente terminada, Dos Bocas tendrá capacidad de refinar 340 mil barriles diarios, aunque el presidente acotó que serán para este año la mitad, pero a decir verdad, la planta no está en condiciones para operar sin contratiempos en este año.

Ante el anuncio de que habrá en el Zócalo un acto masivo el próximo 21 de marzo, día de la expropiación petrolera, para festejar la defensa de la soberanía energética, diremos que en diciembre pasado, Petróleos Mexicanos tuvo la peor producción de su historia al reportar un millón 576 mil barriles diarios, la cifra más baja desde que se tiene registro estadístico en 1984.

La meta que presumía Octavio Romero de producir 2 millones 321 mil barriles diarios al cierre de 2022, ha sido otra mentira del ‘director Pinocho’ aunada a la falacia de que México logrará la autosuficiencia en gasolinas.

La visión retrógrada del presidente por pretender regresar al pasado a Pemex, en donde está vetada la inversión privada, ha sido un yerro mayúsculo, ya que impidió el descubrimiento de nuevos yacimientos, principalmente en aguas profundas y, en general, de mejorar los índices de producción.

La falta de competencia, derivada de la actual política energética, no permite a la petrolera elevar su producción, por lo que este año y el próximo seguirá en declive.

Con pocos socios privados y restringida la inversión de este sector, no hay posibilidades del rescate de Pemex.

La venta de bonos para pagar próximos vencimientos de la deuda y su servicio, ha sido con un interés de 10.375 por ciento anual, niveles que ninguna empresa pública o privada del sector paga en estos momentos.

La deuda contratada ha endeudado aún más a las generaciones futuras.

La colocación de 2 mil millones de dólares en bonos de deuda a una tasa de rendimiento de 10.375 por ciento, representa el doble de la tasa que ofrece un bono soberano mexicano y aun con este interés, la demanda no ha sido como se esperaba y lo más grave es que, ante próximos vencimientos, obligará a colocar más bonos con rendimientos más altos.

El rescate de Pemex que ha hecho el gobierno de AMLO, en cuanto a estabilizar sus finanzas públicas, es un como aplicar un analgésico a un enfermo terminal y lo más grave es que se contaminan las arcas nacionales.

No solo las grandes calificadoras están pendientes de lo que ocurra con Pemex y la CFE, sino que las economías más desarrolladas del mundo las tienen bajo la lupa, ya que cualquier incumplimiento en las fechas de pago o más aún el colapso en la producción, en un nuevo efecto ‘Tequila’, comprometerá las frágiles economías mundiales, que viven un adverso escenario mundial por la invasión rusa a Ucrania y la inflación.

En cualquier empresa, cuando los pasivos son mayores a los activos circulantes y lo que produce va a la baja y muy pronto los productos que ofrece no los querrán los clientes por obsoletos, estamos hablando de la quiebra, bueno, pues exactamente es lo que le está ocurriendo a la otrora poderosa paraestatal.

Somos dueños del petróleo con AMLO y las gasolinas están más caras que nunca.

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