Desde San Lázaro

Prueba de fuego para el ‘nuevo’ INE

En 2024 no solo estará en juego la sucesión presidencial, también ocho gubernaturas, la jefatura de la CDMX y las cámaras de Senadores y Diputados federales.

La primera prueba de fuego para el Consejo General del INE, ya conformado con las nuevas cuatro incorporaciones, incluyendo a la presidenta, Guadalupe Taddei Zavala, cercana a AMLO, serán los comicios del Estado de México y Coahuila en donde estarán en disputa las gubernaturas, además del Congreso local en la entidad norteña.

El Instituto Electoral que dejan Lorenzo Córdova y Ciro Murayama representa el prototipo de organismo ciudadano que funciona con eficiencia en un marco de autonomía e independencia y ello, ya de suyo, es un reto formidable para los consejeros que son afines al presidente Andrés López Obrador, ya que si se pliegan a sus designios y con ello lleva al INE hacia su inoperancia, los paganos no solo serán ellos, sino todo el régimen democrático.

Ante el mayor reto en la historia del organismo electoral nacional con las elecciones de 2024, en donde no solo estará en juego la sucesión presidencial, sino ocho gubernaturas, la jefatura de la CDMX, las cámaras de Senadores y Diputados federales, amén de la renovación en ayuntamientos y 30 congresos locales, se ha reconfigurado su nuevo Consejo General y con ello se desprenderán una serie de decisiones que responden a la disyuntiva de ser mejor en la organización de las elecciones con un menor presupuesto o de plano volverlo ineficaz y dependiente del Poder Ejecutivo federal.

Especular sobre cuántos de los 11 consejeros son proclives a AMLO es entrar a un juego inútil que, en estos momentos, no lleva a ningún lado, porque salvo Guadalupe Taddei, los demás, particularmente los que ya están en esa posición, han mostrado, la mayoría, en sus actuaciones que han defendido la autonomía e independencia de ese órgano electoral y con la incorporación de los nuevos consejeros, de los cuales se dice que solo uno más come de la mano del presidente, pues se augura que el Consejo General del INE estará a dos fuegos: uno, el que proviene de Palacio Nacional; y otro, el que mandata la Constitución y la normativa del propio Instituto.

En momentos que la reforma electoral en su modalidad B está en proceso de ponderación en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y que, lo más seguro, será rechazada por ser inconstitucional, al Ejecutivo se le reducen sus posibilidades de hacerse del control del INE, salvo, como ya lo dijimos, que les tiemblen las rodillas a la oncena de consejeros de este organismo electoral y en virtud de que ya no están ni Lorenzo Córdova ni Ciro Murayama, quienes con su valentía, mantuvieron incólume la autonomía e independencia del Instituto, terminen “bajándose los pantalones”.

Hemos dicho hasta el cansancio que AMLO busca mantenerse en el poder, ya sea él mismo o por interpósita persona, más allá de 2024 y para ello, en su óptica, requiere tener el control del INE, ya que no está seguro de ganar la elección presidencial en las urnas, ni tampoco en los tribunales, por ello su necedad de impulsar una reforma electoral a modo para conseguir este objetivo.

El plan C de esa reforma electoral era meter un caballo de Troya al Consejo General y con ello poner un incondicional al frente del INE, como ya ocurrió con el arribo de Guadalupe Taddei, empero, no logró que toda la cuarteta de nuevos consejeros fueran afines a él, por ello, no desistirá en su empeño de buscar adelgazar toda la estructura operativa del organismo electoral hasta volverla inoperante y con ello buscar la injerencia del gobierno de la 4T para conducir los comicios de 2024.

Las elecciones del Estado de México y de Coahuila no solo serán un laboratorio político para lo que pueda suceder en 2024, sino que también se convierten en una prueba de fuego para los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLE) y, por supuesto, para el INE, porque planea y dará seguimiento a la correcta organización de estos procesos a través del plan integral y los calendarios de coordinación, integrados por las actividades estratégicas que deben realizar, tanto las áreas del INE como de los OPLE.

Ante este escenario, es menester que la sociedad activa esté muy pendiente sobre los próximos acontecimientos que ocurrirán en el seno del Consejo General del INE y que tengan que ver con mermar sus capacidades operativas.

Seguramente, vendrán más movilizaciones por los opositores a el presidente Andrés Manuel López Obrador y éste, en contraparte, mantendrá viva la fuerza de sus acarreados.

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