Con el franco deterioro de la salud del presidente López Obrador, se reconoce por parte de los legisladores de Morena y rémoras, uno de los mayores fracasos del gobierno, la desaparición del Insabi y aunque solo duró poco menos de cuatro años, se fueron a la basura 500 mil millones pesos.
El fracaso de la política en materia de salud implementada por AMLO, es de tal envergadura que dejaron sin atención médica a, por lo menos, 15 millones de pacientes que eran atendidos por el Seguro Popular, además de recrudecerse el desabasto de medicamentos a niveles criminales.
El reconocimiento del gobierno federal al admitir que se dejaron de surtir 45 millones de recetas en el sector público durante este sexenio, es mea culpa, que mata cualquier argumento de los oficialistas en torno a dar una versión diferente de lo que ocurre en realidad.
Pero el obradorato va más allá, al burlarse de los sectores de la sociedad más desfavorecidos que no son atendidos ni por el IMSS, ISSSTE, Pemex o el difunto Insabi, al afirmar que pronto tendremos un sistema de salud similar al de Dinamarca.
Hay cientos de miles de mexicanos afectados por el prurito que tiene AMLO por las obras y programas que creó Felipe Calderón, como el Seguro Popular —muchos de ellos han muerto—, como el caso de los niños con cáncer que no alcanzaron medicamentos oncológicos o algunos que viven con un severo daño en su salud.
Esos connacionales que ni siquiera están en los padrones de beneficiarios de los programas de política social con tintes electorales. Pregunto, ¿votarán por los candidatos de Morena que se postularán en las elecciones de 2024?
Nos referimos al tema electoral porque es lo único que mueve al presidente López Obrador y tal vez por ello, trata de redoblar esfuerzos para que la capacidad de atención del IMSS sea tan vasta, que permita atender a los derechohabientes que por ley les corresponde, además de la población que atendía el Insabi y que deberá absorber.
Resulta absurdo creer que el IMSS pueda con la carga de atender a la población que carece del servicio médico público, si no se da abasto con la demanda que actualmente tiene de sus afiliados.
Basta darse una vuelta por cualquier clínica u hospital del IMSS, de cualquier nivel de atención, para observar que la sobredemanda de servicios supera por mucho la capacidad instalada.
No, AMLO no va a dejar un sistema de salud como el de Dinamarca, lo dejará peor de como estaba en los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Para aquellos que creen que la palabra presidencial es la realidad, si son derechohabientes del IMSS, pues padecen en carne propia la desatención que se brinda en sus instalaciones.
Simplemente para solicitar una incapacidad médica por enfermedad, el trabajador pierde todo un día en el trámite, que debería ser expedito por razones humanitarias y por salud pública, ya que muchos de esos enfermos padecen enfermedades contagiosas como el propio Covid-19 y permanecen horas en las “antesalas de la muerte”.
El réquiem por el Insabi es también para toda la política de salud pública del gobierno y exhibe al presidente y sus jilgueros como mentirosos por antonomasia.
Desde la fecha de la fundación del Insabi, el 1 de enero de 2020, se desgañitaban en presumir que este organismo sería muy superior al Seguro Popular, en cuanto al universo de la población que atendería y la gratuidad de los servicios de salud, medicamentos y demás insumos asociados a las personas sin seguridad social.
Ahora dice Zoé Robledo, titular del IMSS, que el IMSS-Bienestar se constituye, a diferencia del Insabi, como un organismo público descentralizado, con patrimonio propio y autonomía técnica y ello de suyo, posibilita una mejor atención.
Cree este funcionario, así como el secretario de Salud, Jorge Alcocer —quien por cierto en su parte médico en torno a la salud del presidente, fue de tal simpleza que un pasante médico lo hubiera hecho mejor—, que por decreto se puede dotar de la atención integral y social a los mexicanos más pobres, cuando en realidad, el presupuesto del que dispone el gobierno de AMLO, se canaliza a otras prioridades que nada tienen que ver con la atención médica de los más pobres, como el sobrecosto de la construcción de la refinería de Dos Bocas o el Tren Maya.
La pandemia por Covid -19, que dejó más de 700 mil muertos en México, ocurrió cuando el Insabi entró en operación y ello fue una de las razones que provocaron tal matazón; otras fueron desestimar el uso del cubrebocas, la falta de vacunas y de antivirales, y de pruebas de detección del virus, porque así lo dispuso el presidente López Obrador y fue secundado por su experto, el ‘Doctor Muerte’, Hugo López-Gatell.
En 2020, decía el presidente que solo los mentirosos, rateros y traidores se contagian del virus; o más aún, “el mejor médico del país”, Jorge Alcocer, advirtió que a los niños habría que untarles un ungüento y asunto arreglado.