Son más fuertes el PRI mexiquense y coahuilense de Alfredo del Mazo y de Miguel Ángel Riquelme, que lo que queda del tricolor a nivel nacional comandado por Alejandro Moreno, alías Alito, y ello, de suyo, le abre una oportunidad a la militancia que todavía trae en su sangre el ADN de este partido para salvarlo del fracaso y encaminarlo hacia las elecciones del próximo año.
Los resultados electorales del pasado domingo en el Estado de México y en Coahuila, revelaron que el Revolucionario Institucional captó una votación de 1 millón 748 mil 271 votos para apoyar a Alejandra del Moral y 741 mil 791 votos para Manolo Jiménez, quien a la postre arrasó junto con los candidatos del PAN y PRD al Congreso local, en donde se llevaron “carro completo” al ganar los 16 distritos que estaban en disputa.
Estos resultados hablan, por un lado, de que el PRI está vivo en esas dos entidades, aunque haya perdido en Edomex y por otro, el mérito de la victoria en Coahuila se debió a dos grandes priistas, el actual gobernador Miguel Ángel Riquelme y Manolo Jiménez, candidato ganador, por lo que de forma natural y ante el halo de derrota que arrastra el PRI desde que lo dirige Alejandro Moreno, se coloca a Riquelme en la antesala para dirigir a ese partido político.
Desde que llegó Alito a la dirigencia nacional del Revolucionario Institucional, han perdido todas las elecciones para gobernador a excepción de Durango y aun así se mantiene en el cargo con el deseo de buscar la candidatura de su partido para competir por la presidencia de la República. Vaya cinismo del campechano.
Lleva 12 gubernaturas perdidas con la del Estado de México de 14 en las que ha participado y como quedó demostrado en esta entidad, su apoyo a la candidata del PRI, PAN y PRD fue marginal, toda vez que en lugar de convertirse en un activo en la campaña de Del Moral, “fue un lastre que era preferible mejor que se alejara para no estorbar”.
Luego de la pérdida del Estado de México, el principal bastión del priismo, Alito culpó al mandatario mexiquense de la derrota, cuando no aportó absolutamente nada a la causa, ni recursos económicos, ni participó activamente en actos proselitistas y menos se le vio en algún recorrido por alguno de los 125 municipios que conforman el territorio mexiquense.
De hecho, en reciente entrevista a Alfredo del Mazo y ante la andanada de culpas que le indilgó Alito por la derrota en la elección, se fue con todo contra el campechano al llamarlo ingrato, falso y mentiroso, además de negar las acusaciones de que haya entregado la gubernatura: “En ningún momento me prestaría a dar entrada la opción de entregar la administración del estado, por respeto a mi familia, al PRI y por supuesto a la militancia tricolor y a los mexiquenses”, dijo Del Mazo.
En tanto, en Coahuila, la excelente gestión de Miguel Ángel Riquelme lo colocó entre los cinco mejores gobernadores del país durante los últimos cinco años, al tiempo de granjearle el respeto y reconocimiento de propios y extraños.
Esta entidad no se ha contaminado y podrido por lo que ocurre en los estados vecinos en el tema de la inseguridad pública; al contrario, el blindaje diseñado por su gobernador ha permitido que los grupos criminales que dominan la frontera norte se alejen de ella.
La Policía Estatal y Municipal gozan de prestigio por la capacitación que han recibido y el compromiso que tienen en favor de la seguridad de los coahuilenses.
Este es un hecho incontrovertible, además de que Saltillo es la tercera ciudad más segura del territorio nacional, y hay que recordar que fue gobernada por Manolo Jiménez.
No solo es la seguridad pública, sino el desarrollo económico y social que ha permitido mejorar la calidad de vida de los habitantes de esa entidad.
Estas cartas credenciales de Riquelme lo colocan como un candidato natural para recibir las cenizas del PRI nacional, luego de que el ‘Nerón priista’ que despacha en estos momentos en la sede tricolor de Insurgentes Norte, se vaya, ya porque se termina su gestión o porque la militancia le dé una patada en salva sea la parte.
El actual Comité Ejecutivo Nacional del PRI se conforma por puros incondicionales de Alito y salvo algunas honrosas excepciones, todos son cómplices y corresponsables del desastre por el que atraviesa el tricolor y que, si no fuera por los priistas del Estado de México y de Coahuila, en estos momentos estaríamos hablando de la pérdida de su registro como partido político nacional.
Alejandro Moreno lleva al PRI hacia su extinción y aunque ahora se ampara en los votos conseguidos en las elecciones del pasado domingo, lo cierto es que se ha convertido en un lastre para los tricolores y para sus aliados del PAN y del PRD.
La elección en Coahuila no solo colocó a un candidato priista en la palestra de los gobernadores electos, sino que puso a su mandatario saliente en la antesala de la dirigencia del priismo nacional.