Se acaba la administración de AMLO y el desabasto de medicamentos se recrudece a niveles criminales, más si en lugar de ocuparse de solucionar este grave problema con asignaciones presupuestales extraordinarias y con dejar el monopolio de los fármacos, se abocan a decir ocurrencias que solo sirven para darle atole con el dedo a la población y exacerbar más el enojo de aquellos mexicanos que padecen en carne propia la falta de medicamentos, ya no digamos para enfermedades crónicas y graves sino para males que no requieren fármacos especializados y de alto costo.
El sistema de salud pública está colapsado y salvo algunas excepciones, toda la infraestructura hospitalaria del IMSS, ISSSTE, Pemex y lo que queda del Insabi, está rebasado por la demanda y por el recorte presupuestal, los subejercicios y la ineptitud de los funcionarios de la 4T encargados de las compras y la distribución de medicamentos en todo el territorio nacional.
Ni tendremos un sistema de salud similar al de Dinamarca, ni la conformación de una farmacia general para aliviar el desabasto de medicamentos servirá para recomponer el desastre provocado por el presidente López Obrador y su austeridad franciscana, que no es otra cosa que desviar los recursos públicos a sus tres obras insignia, así como sus programas sociales con sesgos electorales.
La estrategia general de AMLO para atender la salud pública es fallida e irresponsable, tal como ha ocurrido con la que aplica para contralar la seguridad pública del país.
La más reciente ocurrencia presidencial de crear una farmacia que contenga todas las medicinas del mundo es propia de un neófito o de alguien que no tiene la mínima idea de lo que está hablando, ya que la acumulación de todas las medicinas no resuelve per se el desabasto, sino que se requieren una serie de acciones articuladas para su distribución y de logística para remediar el desastre que provocó este gobierno.
Deben eliminar el monopolio de las medicinas para que todas las farmacias suministren los fármacos requeridos por los pacientes que acuden al sector de salud público, con solo la presentación de su receta y obviamente deben ser gratuitos para ellos porque su costo lo cubrirá el dinero público.
Llama la atención que una de las corcholatas, la más avezada de todas, Marcelo Ebrard, ha presentado dos planes relevantes para solucionar la seguridad pública, la violencia y el resquebrajamiento del sistema de salud del gobierno federal.
El excanciller presentó el plan Salud para Todos, que plantea incorporar a más de 30 millones de mexicanos y buscar consolidar el sistema de salud actual en uno solo, que dé acceso y atención a toda la población del país. Ebrard estimó que el presupuesto para este proyecto sería 1 por ciento adicional del PIB, en el entendido de que México logre un crecimiento anual de 4 por ciento.
El ‘carnal’ mencionó que debe existir un enfoque en la atención primaria, ya que está demostrado que la prevención es la mejor estrategia de salud y señaló que es necesario detectar a tiempo el cáncer y enfermedades cardiacas, así como buscar evitar la obesidad desde la infancia al cambiar los hábitos alimenticios. “Eso se puede hacer. Se está trabajando, pero hay que hacerlo a una escala enorme”, dijo. Ebrard añadió que con este plan se generarían medicinas y vacunas con tratamientos desarrollados en México.
A 13 meses de que termine el sexenio del presidente López Obrador, vamos como los cangrejos en temas que más lastiman a la población más vulnerable, como son esos 30 millones de compatriotas que carecen de la protección del Estado en materia de salud.
Los oficialistas y adeptos del régimen quieren tapar el Sol con un dedo ante el desastre mayor en salud, empero, padecen ellos mismos el desabasto de medicamentos y las horas perdidas en las salas de emergencia en los centros de salud pública y que a la postre, cobran cientos de vidas por la falta de atención médica expedita y profesional.
El IMSS es el ejemplo más claro de la negligencia criminal al usarlo más como una bandera política para sumar beneficiarios, sin el acompañamiento presupuestal. El déficit de personal médico, equipos, insumos, medicamentos, vacunas, mantenimiento mayor de la infraestructura hospitalaria, amén del retraso en la construcción de nuevos hospitales y renovación de equipo médico especializado, es una constante que si se suma a la imposibilidad de atender a la creciente demanda, pues sencillamente Morena podría gobernar otros seis años y las cosas se pondrían peor.
Pura demagogia de Zoé Robledo, director general del IMSS, y por supuesto del jefe del Ejecutivo federal, quienes pasarán a la historia, junto con López-Gatell y Jorge Alcocer, como funcionarios mediocres, como los sepultureros del sector salud público en detrimento de los mexicanos más pobres.
Ese será uno de los legados más graves del actual régimen que, para desgracia de todos, les tocó atender la pandemia de Covid-19 y con ello fue el epítome de la hecatombe provocada por el autollamado gobierno de la cuarta transformación.