Solo los ilusos creyeron que AMLO hablaba en serio cuando escogió a las encuestas como método de selección de los candidatos de Morena, sobre todo en lo que se refiere a la candidatura presidencial, empero, le ganó el ADN priista que lleva en sus entrañas, porque resultó, con sus matices, igual a los presidentes de la República emanados del tricolor, en cuanto a los mecanismos del destape con sus pasarelas respectivas.
Para establecer el obradorato, tal como lo pretendió hacer Plutarco Elías Calles con el maximato en 1928 y hasta 1934 con el inicio del gobierno del general Lázaro Cárdenas, López Obrador decidió replicar el mismo ejercicio y por ello, seleccionó a la aspirante que considera la más adecuada para cumplir con esta función.
Esa que traerá cadena de mando operada desde Tabasco.
Cree, estimado lector, que la decisión más importante de AMLO la iba a dejar al garete, en manos de las casas encuestadoras o del “pueblo sabio y bueno”, pues claro que no, al contrario desde que ganó la elección en 2018, estuvo maquinando el método que le asegurara mantener el poder mediante interpósita persona, después de que termine su gestión el 30 de septiembre del próximo año.
Desde luego, para que Sheinbaum se siente en la silla presidencial, falta transitar por un largo periplo plagado de grandes escollos que le será complicado sortear.
Hay dos “pequeñísimos detalles” que tiene el presidente, y por supuesto Claudia, que resolver para cristalizar el sueño de que la 4T siga en el poder; primero, llevar a cabo la operación cicatriz para dejar tranquilo a Marcelo Ebrard y su gente, porque fue de tal nivel el desaseo en el cómputo de las boletas, así como el manoseo de los resultados de la encuesta madre, que solo un ciego no ve la ilegalidad y la parcialidad con la se manejaron los escrutiñadores de la sede central de Morena.
El clásico voto por voto y casilla por casilla que inventó López Obrador a propósito del supuesto fraude que padeció en la elección presidencial del 2006, en donde perdió ante Felipe Calderón, volvió a relucir, pero ahora entre morenistas, particularmente entre los seguidores de Ebrard, quienes han dado cuenta puntual del fraude que se maquinó burdamente para complacer al jefe máximo.
El excanciller estaba dispuesto a aceptar los resultados en caso de que le fueran desfavorables, sin embargo, ante el cochinero que hubo en la jornada electoral y antes con la cargada y el desmedido apoyo con recursos públicos y privados, además de los de dudosa procedencia, pues no aceptará un premio de consolación, como se ha mencionado que podría ser el Senado, sino que buscará que prevalezca la justicia y la sensatez.
Está claro, como lo comentamos el día de ayer, que los caminos alternos que tiene el ‘carnal’ Marcelo son dos, aunque los malosos refieren tres: uno, buscar el cobijo de MC, de Dante Delgado, para seguir en su lucha por alcanzar la Presidencia de la República; dos, retirarse de la vida pública, y tres, esperar a que se le haga bolas el engrudo a Claudia Sheinbaum para que ocurra un cambio de señales que obligue a AMLO a cambiar de candidato.
Otra posibilidad que se menciona es que se sume al equipo de Xóchitl y con ello conformar un dream team que sea invencible en las urnas.
En tiempos en que la lucha por el poder está en niveles de paroxismo, todo es posible.
El otro gran obstáculo que tendrá que librar la exjefa del gobierno capitalino, se llama Xóchitl Gálvez, quien ya tiene los antídotos para restarle fuerza en cuanto se haga oficial la nominación.
En una carrera parejera entre ambas féminas y en donde el repunte en las encuestas de la hidalguense, con apenas dos meses de presencia como aspirante presidencial, se ha cerrado a un dígito, no quiero imaginar qué pasará en la víspera de la elección.
Aun con todo el apoyo del presidente y del aparato del Estado, además de haber empezado su campaña desde que ganó la elección para gobernar la capital del país, le ha servido para establecer una clara diferencia con su adversaria.
Lo hemos dicho hasta el cansancio: si pierde Sheinbaum en las urnas, intentarán ganar en los tribunales y si no es posible, establecerán las condiciones de “irritabilidad social e ingobernabilidad” para declarar un Estado de excepción y con ello desconocer los resultados.
Mientras tanto, la candidata que gane se sacará la rifa del tigre, porque se le entregará un México hecho pedazos, sobre todo en rubros como la inseguridad pública, la infiltración del narco en los altísimos niveles del gobierno, la crisis económica, salud, educación, desabasto de medicamentos, inseguridad aérea, deuda galopante con sus respectivos intereses, además de que el gobierno del presidente carece de las capacidades financieras para cumplir con sus compromisos inmediatos a partir de que el próximo mandatario federal asuma su cargo.