Desde San Lázaro

Ebrard, factor de decisión y gobernabilidad

Marcelo Ebrard busca poner en evidencia el cochinero que hicieron Mario Delgado, Alfonso Durazo, Citlalli Hernández y otros que fracasaron en lograr un proceso de selección pulcro.

Marcelo ni se raja ni se baja, simplemente pospone en el tiempo la posibilidad de cristalizar su proyecto personal de ser presidente de la República.

Mientras, seguirá siendo factor de decisión con la actividad política y social que desplegará a lo largo del país y en el momento más relevante de la administración de AMLO y en plena efervescencia política.

Más allá del rompimiento con Claudia Sheinbaum, al desconocerla como candidata presidencial de Morena, lo cual tendrá consecuencias políticas y electorales de peso en los comicios electorales del próximo año, de inmediato el excanciller y el grupo de congresistas federales que están con él, se convertirán en los fieles de la balanza en cuanto a alcanzar las mayorías calificadas que se requieren en ambas cámaras legislativas, para aprobar reformas constitucionales y el Paquete Económico de 2024.

Así de relevante es el desprendimiento que ha hecho Ebrard del proyecto político del presidente López Obrador y aunque evitó tácitamente romper con el tabasqueño, la realidad es que AMLO nunca ha permitido que alguien de su equipo difiera con él y menos en algo tan relevante como la nominación de Claudia como su sucesora.

Escribimos en colaboraciones anteriores en este espacio, sobre las complicaciones que traería para López Obrador, imponer mediante engaños, principalmente con las encuestas y el respaldo institucional que hiciera la 4T en favor de la exjefa del Gobierno capitalino por encima de Marcelo, ya que si se hubiera llevado con imparcialidad el proceso de selección del abanderado presidencial del oficialismo, seguramente el resultado final hubiera sido otro.

La impugnación presentada al interior de Morena por el ‘carnal’ no tendrá, por supuesto, ninguna repercusión y eso lo sabe él, lo que busca es poner en evidencia el cochinero que hicieron Mario Delgado, Alfonso Durazo, Citlalli Hernández y otros operadores que fracasaron en el intento de llevar a cabo un proceso de selección pulcro que hubiera evitado la escisión.

El falaz argumento de que si se vuelven a repetir las encuestas, cosa que no va a ocurrir, volvería a ganar Claudia, cae en la lógica de la manipulación que se esgrime desde Palacio Nacional.

En estos momentos se habla de que MEC tiene a 90 diputados federales de varias bancadas bajo su égida y si ello lo trasladamos a la aritmética parlamentaria en cuanto al número de representantes populares que tiene el bloque oficialista, conformado por Morena, PVEM y PT, y por otro lado, el Frente Amplio por México, integrado por PAN, PRI y PRD, además de Movimiento Ciudadano, pues es claro que el presidente López Obrador ha perdido total control del Poder Legislativo y ello, de suyo, complica el último año de su gestión.

En el Senado de la República, MEC tiene injerencia sobre una docena de legisladores, pero esa nimia cantidad si se inclina del lado de los opositores, coloca a la oposición por encima de la otrora poderosa bancada de Morena y rémoras.

Todos los reflectores apuntan hacia Marcelo, luego del destape de la corcholata favorita del presidente, pero no hay que perder de vista lo que hagan otras dos ellas, y me refiero a Ricardo Monreal y Adán Augusto López, quien no solo reclama su derecho a elegir el cargo que le tocaría en la siguiente administración si es que Morena gana la elección presidencial, sino el respeto y consideración por parte de Claudia y sobre todo del ala radical que despacha en Palacio Nacional.

En lo que se refiere a Monreal, las cosas están peor, ya que luego de que el presidente le prometiera ser el candidato del oficialismo para disputar la capital del país, ahora Sheinbaum, con el bastón de mando en su poder, intenta imponer a Omar García Harfuch, como el bueno y buscarle un espacio en su gabinete federal a Clara Brugada, a la aún alcadesa de Iztapalapa, pero en todas las combinaciones no juega el excoordinador de los senadores de Morena.

Si traicionan a Ricardo Monreal como lo hicieron con Ebrard, pues en menudo lío estará el presidente, en eso de establecer el obradorato, porque dos de sus corcholatas, sin duda los más capaces y con mayor bagaje político de los suspirantes a la Presidencia, buscarán otras opciones políticas que más les convengan.

Así que, señoras y señores, Ebrard está más vivo que nunca y si en apariencia se le fue el camión de Morena para buscar la Presidencia, se acaba de subir al tren bala que lo llevará a construir su propio proyecto político con miras al 2024 y al 2030.

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