El debate público en función de dos aspirantes está a la mira de todos. Por un lado, el propuesto por Claudia Sheinbaum; por el otro, la favorita de los radicales del oficialismo; el resultado final tendrá que ver con la última palabra del presidente.
Así o más claro. Habrá dispendio, bardas, espectaculares, gasto en redes sociales y gacetillas pagadas en favor de uno u otro precandidato y de poco servirá para el resultado final, toda vez que la “ponderación de votos” se cargará del lado que quiera el jefe moral de todos.
Los argumentos esgrimidos a favor o en contra de cualquiera de los dos son pueriles, ingenuos y estériles.
Decir que Clara Brugada es de izquierda y que Omar García Harfuch carece de ideología y tan solo es un policía, es caer en el simplismo que poco ayuda al proyecto político de AMLO y de la exjefa del Gobierno capitalino, ya que en lugar de evaluar sus gestiones al frente de Iztapalapa, la alcaldía más poblada de la capital, y de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, se hacen ejercicios relativos a sus orígenes partidistas y de afinidad política a la 4T.
Omar es más izquierdista como el que más y Clara podría ser más derechista que los azules, tan solo es cuestión de enfoques o dependiendo de cristal con que se mire, lo cierto es que si el señor García Harfuch cuenta con la total confianza de Sheinbaum, en estos tiempos en que ella ya ostenta el bastón de mando, pues son hasta groseros esos intentos del radicalismo y jilguerillos que pretenden descalificarlo.
De hecho, el acuerdo cupular entre el presidente y la ungida para representar a Morena y rémoras en la próxima elección presidencial, dejará a unos totalmente desilusionados y a otros felices porque no se atrevieron a desafiar la línea trazada desde Palacio Nacional.
Las ‘medallas’ que le han colgado a García Harfuch en relación con su participación en la construcción de la verdad histórica en el caso de Ayotzinapa, son absurdas, así como su supuesta connivencia con determinado grupo criminal; todos esos argumentos son intentos desesperados carentes de todo fundamento verídico y sí, en cambio, ‘encueran’ a sus emisores.
Aun a costa de su vida por el atentado pertrechado contra su persona, el exjefe policíaco siguió al frente de sus tareas a tal nivel que revirtió algunos de los indicadores delincuenciales en la CMDX.
De igual manera, Clara Brugada dio muy buenos resultados a los iztapalapenses con programas innovadores de política social, al tiempo de desplegar programas de inclusión social entre las comunidades de la alcaldía más necesitadas.
Cada quien, en su ámbito de competencia, demostró capacidades por arriba de la media, por eso están en la antesala de la jefatura del Gobierno de la Ciudad de México.
Esgrimir otros argumentos de tinte ideológico responde más a aviesos intereses, que a una discusión que aporte elementos de peso en la elección del mejor candidato para Morena.
Cualquiera de los dos, en mi opinión, sería un buen jefe de Gobierno, el caso es que, dependiendo de los intereses personales y de grupo, entonces se alaban o se destruyen a conveniencia propia.
Dirán algunos que lo que cuenta son los resultados de las encuestas, empero eso depende de la ‘ponderación’, de las muestras de población y de los lugares en donde serán aplicadas, así como las empresas seleccionadas para elaborar los estudios demoscópicos; la realidad es que solo un ingenuo, por decirlo de manera elegante, cree que este método será imparcial y transparente.
Uno de los criterios ciertamente más relevantes para escoger a alguno de los dos suspirantes, tiene que ver con quién es más competitivo ante el candidato del bloque opositor que, como están las cosas, sobre todo después de su victoria en la capital del país, en las elecciones del 2021 en las cuales ganaron 9 de 16 alcaldías, no será un día de campo para Omar García o Clara Brugada, al contrario, se tienen que aplicar al tope de sus capacidades para asegurar la victoria electoral.
Es un espejismo aseverar que con todo el apoyo del Estado, cualquiera puede ganar, porque el dinero y los respaldos instituciones de la 4T no alcanzarían si el candidato o candidata son un fiasco.
De los otros dos aspirantes del oficialismo para la capirucha, Mariana Boy del PVEM y Hugo López-Gattel, diremos que la ecologista tiene mucho más tamaños y capacidades que el llamado ‘doctor muerte’, aunque para el caso, los dos tendrán su premio de consolación, que en realidad es a lo que aspiran, sobre todo López-Gatell, a quien le urge el fuero de un cargo de representación popular federal o local para librar las acusaciones que existen en su contra por su mala gestión durante la pandemia de Covid-19.