La prórroga de diez días que pidió Morena para develar la lista de las cinco mujeres y cuatro hombres que abanderan ese partido político para contender por las gubernaturas en nueve entidades, es una clara evidencia que se les hizo bolas el engrudo para depurar una lista que tiene que responder a tres factores: el primero, la opinión del presidente López Obrador; el segundo, el resultado de las encuestas, y el tercero y no menos importante, la paridad de género.
Si ya estaba complicada la elección de candidatos hasta antes de la imposición del INE por equidad, ahora se les complicó el entuerto y si no se hace una gran operación política que deje contentos a todos los suspirantes del oficialismo, pues no dude, estimado lector, que las rupturas serán más que inminentes.
En la elección de la corcholata para la Presidencia, faltó ese uso de la política como instrumento de conciliación y acuerdos con Marcelo Ebrard, quien, por cierto, deshoja la margarita para elegir uno de tres caminos que le quedan: mantenerse al cobijo de AMLO y Morena; alcanzar la candidatura presidencial de Movimiento Ciudadano; o seguir en la brega política desde la sociedad civil para desde allí buscar la conformación de un nuevo partido político en 2025.
Esa falta de oficio político o de agandalle, seguramente será la marca de este nuevo proceso de elección de los nueve precandidatos a las gubernaturas en disputa, en donde ya están bloqueadas cinco posiciones para mujeres, lo cual pondrá en entredicho la unidad en el seno del partido en el poder.
Con personajes del oficialismo que ya se sienten gobernadores, pero que se quedarán al margen del camino, será muy difícil mantenerlos fieles al proyecto de Morena, aun con el reparto del pastel que incluye las senadurías y las diputaciones federales y locales.
Habrá algunos que se inconformarán, pero se mantendrán en las filas de Regeneración Nacional; en cambio, habrá otros que buscarán mejores aires en otros institutos políticos, aunque a estas alturas del partido será difícil que encuentren cobijo.
En un escueto comunicado de Morena respecto al proceso de definición de las coordinaciones de defensa de la transformación en entidades federativas, se limitó a informar que por acuerdo de la Comisión Nacional de Elecciones, se darán los resultados hasta el próximo viernes 10 de noviembre, lo que significa que al presidente López obrador y a su subalterno Mario Delgado se les complicó en demasía sacar la lista de los escogidos, sin que se corra el riesgo de la temida escisión.
La irrupción de Otis, el huracán más destructivo que ha tocado territorio nacional, no solo destruyó buena parte de Acapulco y municipios por donde cruzó el meteoro, sino que también pegó en la línea de flotación de Morena, al incorporar un elemento disruptivo en el ánimo de los electores que no serán manipulables para votar por cualquier candidato o candidata que presente Morena y sus rémoras.
Es decir, si pensaban que los electores indecisos votarán por los abanderados del oficialismo por el simple hecho de pertenecer a esa franquicia, pues están equivocados y eso ya lo sabe el líder moral de Morena.
El pésimo manejo de los tres niveles de gobierno en torno a la destrucción que causó Otis en el puerto y zonas aledañas, seguramente impactará también en las preferencias electorales.
Cualquiera que sea la lista final de candidatos de Morena a las nueve gubernaturas, provocará la salida de tránsfugas, y los elegidos, que se sacaron la rifa del tigre, no la tendrán fácil, más si se pasó por alto el criterio de popularidad, en aras de la equidad de género o por las filias y fobias que existen en el principal huésped de Palacio Nacional.
A 13 años de su creación, Morena ya domina el territorio nacional en 22 entidades y por supuesto, la presidencia de la República, además de contar con una mayoría rampante en el Congreso; y a este escenario le sumamos otras cuantas gubernaturas de las nueve que estarán en juego, pues refrendarán el control político del país.
En cambio, si hacen una mala elección de candidatos y si se abren boquetes en la unidad en Morena, seguramente esa estela ganadora que arrastra el oficialismo, cambiará la tendencia para empezar a acumular derrotas electorales.