Desde San Lázaro

Atención inmediata ante la crisis hídrica

En la zona metropolitana de la CDMX la escasez del líquido se ha recrudecido en el último año y los recortes en el suministro se intensifican, afectando a millones de personas.

Los fenómenos meteorológicos derivados del cambio climático son cambiantes en detrimento de la seguridad de la población mundial y en particular, en los países emergentes, el tema adquiere dimensiones de tragedia, por la falta de planeación y la asignación de recursos públicos para atender las emergencias y emprender acciones de gran calado para garantizar la producción de alimentos suficientes y acordes a la demanda y, por supuesto, la atención urgente para resolver la crisis hídrica.

En México paulatinamente se agrava la carencia del vital líquido en buena parte del territorio nacional, que enfrenta una sequía extrema, que amenaza a los grandes centros urbanos del país y que, pone en evidencia la negligencia de los tres niveles de gobierno para atender este problema que atenta contra la gobernabilidad y la paz social.

El desabasto tiene un colapso hídrico en más del 70 por ciento del territorio nacional y en 23 estados enfrentan una crisis severa por falta de agua, de acuerdo con información de la UNAM.

En las primeras semanas de este año, el 55 por ciento de las presas están por debajo de la mitad de sus capacidades y seguirán bajando conforme se prolongue la sequía.

Existen embalses en diversas entidades que están vacíos con el consecuente daño a la población aledaña.

En la zona metropolitana de la CDMX la escasez del vital líquido se ha recrudecido en el último año y los recortes en el suministro se intensifican, afectando a millones de personas sin importar su estrato económico.

Este desolador escenario no es exclusivo de México, ya que se presenta en toda América del Sur, precisamente porque la mayoría de los gobiernos de los países de la región han soslayado el brutal impacto que representa la carencia del recurso hídrico para la supervivencia y, sin embargo, no existen las políticas públicas con respaldo presupuestal para atender la crisis y esto cobra especial dimensión en el territorio nacional.

En la presente administración, la carencia del vital líquido no es atendida en la misma proporción con la asignación de recursos presupuestales para atender el problema y no solo eso, también se carece, incluso, del marco jurídico para castigar a los funcionarios públicos que han sido omisos.

Lo que ocurre en la Cámara de Senadores y la colegisladora es de un nivel de irresponsabilidad criminal, en cuanto a la protección que otorgan los legisladores de Morena, PT y PVEM a los titulares de Conagua, Semarnat, Sacmex y otras autoridades para evitar que comparezcan y expliquen sobre sus tareas para atender la crisis.

Esto es tan solo un reflejo de la falta de definición e instrumentación de políticas públicas del gobierno federal, de la CDMX y de otras entidades federativas, que prefieren seguir con la política de avestruz, que implica dejar que la crisis crezca exponencialmente para que le explote en la cara a la próxima presidenta de México.

Desde todos los frentes, incluso desde la sociedad civil activa, se debe determinar con una visión científica y tecnológica, la inversión que se requiere para la infraestructura hidráulica, para el tratamiento de aguas residuales e incluso para evitar las fugas causadas por la falta de mantenimiento y por el huachicoleo o la intervención del crimen organizado en el control de los pozos y de las propias pipas al cobrarles derecho de piso.

El día cero, ese en que el agua será insuficiente para atender las diversas necesidades de la población, incluso para su supervivencia, requiere, por lo menos, instrumentar algunas acciones inmediatas para cuidar el recurso, por ejemplo:

1. Concientizar y sensibilizar a la población sobre el uso responsable del agua, mediante campañas informativas de amplia cobertura.

En lugar de tanta publicidad electoral con motivo del inicio de las campañas políticas a partir del 1 de marzo, se debería usar gran parte de esos espacios mediáticos en las campañas de concientización sobre el uso y cuidado responsable del agua.

2. Se debe gestionar la presión del agua en las grandes ciudades, sobre todo con la regulación y restricción del consumo nocturno.

3. Etiquetación de recursos presupuestales emergentes y extraordinarios para fortalecer la infraestructura hídrica del país.

4. Utilización de las nuevas tecnologías para la conversión del agua salada en agua dulce.

5. Contar con diferentes fuentes de abastecimiento del vital líquido como los pozos someros, bombardeo de nubes, construcción de sistemas de captación de lluvia como bordos o presas e incluso la reutilización del agua mediante las plantas de tratamiento y otras técnicas.

Ya sabemos que ante una crisis debe surgir la resiliencia y esta cualidad, como están las cosas, no vendrá del gobierno, sino tendrá que surgir de la iniciativa privada y de la sociedad civil, por ello, tal vez sea el momento de que estos actores den un paso adelante para resolver la crisis hídrica.

COLUMNAS ANTERIORES

El autoritarismo con piel de oveja
Se busca fiscal para la CDMX

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.