El tercer y último debate presidencial, a celebrarse el próximo 19 de mayo, representa la última oportunidad para que los tres candidatos demuestren sus capacidades ante los electores indecisos, los apáticos y los jóvenes, y con ello granjearse sus votos en los comicios del 2 de junio.
Tanto Claudia Sheinbaum como Xóchitl Gálvez ya tienen en la buchaca el llamado voto duro de sus simpatizantes y correligionarios, por eso buscan convencer a aquellos que aún no han tomado una decisión respecto al sentido de su voto, sin embargo, persiste en el cuartel de la exjefa del gobierno capitalino, en opinión de algunos radicales de Morena y del círculo cercano del presidente López Obrador, el deseo de ausentarse al tercer debate, toda vez que tiene suficiente margen en las encuestas para darse ese lujo.
La temática a tratar en el ejercicio de esgrima verbal, es de suyo complicada para la candidata del oficialismo, toda vez que son los temas más sensibles para la población como la inseguridad y crimen organizado; migración y política exterior; democracia, pluralismo y división de poderes, en donde Xóchitl Gálvez guarda sus misiles más letales para hacer naufragar el navío de la 4T.
Hay que recordar que el régimen democrático y la división de poderes sufren un constante acoso por parte del jefe del Ejecutivo federal, y ello es irrefutable y no se puede ocultar con mentiras o medias verdades.
Los furibundos ataques que lanza el principal huésped de Palacio Nacional contra el Poder Judicial, autoridades electorales y ministros de la Suprema Corte, además de la pretensión de acotar o desaparecer los organismos autónomos que fungen como contrapesos del presidencialismo, son solo algunos estertores del totalitarismo que ha pretendido instaurar López Obrador.
Estamos viviendo el proceso electoral más violento de la historia, al registrar 386 agresiones políticas que han dejado 501 víctimas de septiembre de 2023 al 21 de abril pasado, de acuerdo con un informe de Integralia, que señala que en 15 entidades del país existe el fundado riesgo de que el crimen organizado intervenga en la elección.
En lo que respecta a la inseguridad pública, diremos que el país apesta a muerte, en virtud de que ha sido el más sangriento en el tema de homicidios, con 185 mil 606 asesinatos y todavía faltan cinco meses para que termine la actual administración.
Las desapariciones y los desplazados también presentan cifras negativas inéditas que son imposibles de desmentir, toda vez que los datos surgen de las fuentes oficiales del propio gobierno de López Obrador.
Ante este escenario dantesco, la candidata oficial tiene que lidiar, ya que una cosa son mentiras piadosas y cándidas, y otra es tratar de ocultar lo que ocurre en todo el territorio nacional en donde vastas regiones del país están en manos de los criminales.
Ya me imagino el sentido de los ataques de Xóchitl Gálvez contra su adversaria política y si con lo que ocurrió el domingo pasado en el segundo debate, se encendieron las alertas rojas en el war room de la “científica”, no me quiero imaginar lo que se avecina en el tercer debate.
Por ello, se pondera desde ahora la conveniencia de no presentarse al debate y asumir los costos políticos y las sanciones económicas del INE, para así evitar que vuelvan a “insultar” a Claudia Sheinbaum.
Las acusaciones de corrupción emitidas por la hidalguense contra la exdelegada de Tlalpan, están debidamente sustentadas, entonces de ninguna manera son ataques infundados y se espera que seguirán cayendo más revelaciones que resten puntos en las encuestas y votos el día de la elección.
Los costos y riesgos que representa ausentarse del tercer debate se contrastan con el desgaste que conlleva exponerla ante Xóchitl y Jorge Álvarez Máynez, por eso se valora con mucha seriedad mantenerla bajo resguardo y alejada del fuego cruzado de sus adversarios.
Ante la obligatoriedad que impuso el INE a los abanderados presidenciales de asistir a los tres debates, se cruza por la mente de esos consejeros de la puntera en las encuestas, asumir las multas y sanciones de la autoridad electoral.
Está fresca en la memoria colectiva, la ausencia del perredista Andrés Manuel López Obrador, el 25 de abril de 2006, en el debate presidencial al que acudieron Felipe Calderón, del PAN; Roberto Madrazo, del PRI; Patricia Mercado, por el PSD, y Roberto Campa, de Nueva Alianza.
El resultado de este desdén del tabasqueño a sus adversarios, a la autoridad electoral y sobre todo a los votantes, tuvo consecuencias desastrosas en la votación presidencial de ese año, en donde perdió por un estrechísimo margen.
Ante estos antecedentes históricos, la propia Claudia Sheinbaum, candidata presidencial de Morena, PT y PVEM, no quiere conceder nada a sus rivales y por ello, dice ella, no hay posibilidad de que se ausente al debate faltante. Veremos, dijo un ciego.