Desde San Lázaro

Traidores se van a Morena

Qué puede aportar, verbigracia, Alejandra del Moral a la causa de Claudia Sheinbaum, cuando los priistas leales la aborrecen por traicionera.

El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) está plagado de traidores que se subieron a su barco cobijados por otras franquicias políticas como el PRI y que, en búsqueda de nuevas oportunidades, no tuvieron vergüenza alguna para traicionar a sus correligionarios y amigos tricolores.

Hay de razones a razones para voltearle la espalda al partido político que les dio cobijo y opciones de crecimiento, unas podrían ser más válidas que otras, como las que orillaron, por ejemplo, al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, entre otros, para abandonar las filas tricolores ante la cerrazón del expresidente de la República y primer priista, Miguel de la Madrid, por abrirles espacios políticos; y por eso, decidieron abandonar el PRI y fundar un auténtico partido político de izquierda que a la postre se convirtió en el Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Cárdenas abandonó el Revolucionario Institucional tras considerar que el partido se había alejado de los principios que le dieron origen en la Revolución Mexicana y lo mismo argumentaron múltiples políticos de ese partido para buscar cabida en otras opciones políticas y con ellas alcanzar sus aspiraciones personales.

Desde legisladores, gobernadores, hasta Andrés Manuel López Obrador y Manuel Bartlett, tiraron su playera tricolor que vestían con orgullo, para ponerse, al final del día, la de Morena y con ello, por arte de magia, expiaron sus pecados o sus estelas de corrupción que dejaron a su paso.

Si de la noche a la mañana renuncian al PRI, PAN y PRD, incluso MC, para pasarse a Morena, han quedado exonerados de cualquier delito y no solo eso, sino que quedan protegidos por el manto de la impunidad que se extiende desde Palacio Nacional.

Hay algunos priistas que traicionaron la causa, sin recato alguno, incluso a tal grado de entregar, por ejemplo, una gubernatura, con tal de lograr un hueso en el gobierno, o canonjías, prebendas e impunidad. Ejemplos hay muchos, aunque los más notables por el nivel de traición a sus correligionarios, han sido Alfredo del Mazo, exgobernador priista del Estado de México, Quirino Ordaz, de Sinaloa, y más reciente, la candidata de la coalición opositora, conformada por el PAN, PRI y PRD, en la contienda electoral por la gubernatura de la entidad mexiquense, y claro estamos hablando de Alejandra del Moral.

De hecho, si revisamos la lista de gobernadores de Morena, se observa que varios de ellos surgieron del priismo, como David Monreal de Zacatecas; Layda Sansores de Campeche; Miguel Ángel Navarro de Nayarit; Alfonso Durazo de Sonora; Lorena Cuéllar de Tlaxcala; Julio Menchaca de Hidalgo, y Américo Villarreal de Tamaulipas.

Estaba claro que Del Mazo y Del Moral no fungieron en realidad como los priistas mexiquenses más relevantes, por lo menos en el más reciente proceso electoral; al contrario, entregaron la plaza al presidente López Obrador, a Delfina Gómez y por supuesto a Claudia Sheinbaum.

Fueron millones de mexiquenses identificados con los colores tricolores que fueron traicionados por Alfredo del Mazo y Alejandra del Moral y que, a la postre, resultó un total petardo que simuló participar con todo su ahínco, lealtad y compromiso a la causa priista, pero que en realidad son unos traidores por antonomasia.

Escribió para la posteridad el célebre poeta italiano Dante Alighieri, en la Divina comedia, que el pecado más atroz y por ello se condenaba al peor de los infiernos, el noveno círculo del averno, a los traidores, porque actuaban con toda alevosía y premeditación, ya que primero tenían que ganarse la confianza de los amigos, para luego apuñalarlos por la espalda.

Concuerdo con aquellos que renunciaron al PRI por culpa de Alejandro Moreno, Alito, dirigente nacional del tricolor, pero de eso a cambiar de partido político, hay un mundo de diferencia, sobre todo cuando representaron a ese partido para un cargo de representación popular y que, luego, se vendieron a sus adversarios.

Me pregunto qué puede aportar, verbigracia, Alejandra del Moral, a la causa de Claudia Sheinbaum, cuando los priistas leales la aborrecen por traicionera; pues realmente muy poco, porque arrastra el menosprecio y el desdén de sus coterráneos.

Judas el mayor traidor, según Dante, fue condenado al peor de los círculos del infierno, en donde creó una región situada en el mismo y que denominó Judeca; pues bien, los mexiquenses han colocado a Alejandra del Moral en ese mismo sitio especial en donde la acompaña Alfredo del Mazo Maza.

COLUMNAS ANTERIORES

Va en serio el combate a los criminales
Un nuevo partido político afín a Sheinbaum

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.