Desde San Lázaro

Devaluación genera más inflación, desempleo, crispación

La salida al conflicto provocado por López Obrador y sus subalternos en el Congreso es muy sencilla, pero el talante autoritario del Presidente la vuelve muy complicada.

La soberbia del Presidente no solo provoca la reacción de los mercados, sino que compromete los esfuerzos que hace el Banco de México por contener la inflación, al tiempo de que mete una presión extra a las empresas por conservar los empleos que generan.

El anuncio de que las reformas constitucionales que quitan de un plumazo los contrapesos al Poder Ejecutivo y que se procesarán en el Congreso en septiembre, provocó la devaluación del peso y la volatilidad de las bolsas de valores y sobre todo, prendió los focos rojos sobre la eventual descomposición de todo el marco macroeconómico del país en la víspera del relevo presidencial.

En momentos en que la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, mandaba señales de tranquilidad a los mercados con sus declaraciones y del mismo secretario de Hacienda, en torno a la ponderación de las reformas constitucionales de AMLO, el propio Presidente se encargó de dinamitar los esfuerzos de su sucesora, al reiterar que la reforma al Poder Judicial sí se aprobará en este sexenio.

A pesar de la respuesta negativa en la Bolsa Mexicana de Valores y la pérdida de terreno del peso frente al dólar, López Obrador reiteró que los cambios para que los ministros, magistrados y jueces sean electos por elección popular se consumarán en su sexenio.

El primer desencuentro entre López Obrador y Claudia Sheinbaum está a la vista y el tema no sería relevante, ya que todo se puede dirimir por la vía del diálogo y la concreción de acuerdos, a menos que en realidad AMLO no quiera soltar el bastón de mando a quien fue electa como presidenta a partir del 1 de octubre con 36 millones de votos en las urnas.

El tabasqueño quiere mantener su mandato con coletazos de autoritarismo, por lo menos, hasta el último minuto del 30 de septiembre y ello de suyo, no solo compromete el arranque del sexenio de Sheinbaum, sino que mete en un embrollo a la economía con la devaluación del peso frente al dólar y las inmediatas repercusiones en la pérdida del poder adquisitivo que impacta a los sectores de la población más desfavorecidos e incluso, para variar a las clases medias.

De forma automática, con las declaraciones de AMLO en torno a su deseo de que el Congreso apruebe sus reformas en septiembre, los precios en múltiples productos de importación ya van al alza e impactan en productos que componen la canasta básica y de diversos sectores de la economía, debido a que sus insumos vienen del extranjero.

Cuando la luna de miel entre la población y el gobierno de la 4T y en particular la dupla Sheinbaum-AMLO, vive su momento más gratificante, se presentan negros nubarrones que pueden convertirse en tormenta.

El peor enemigo que tiene ahora la próxima presidenta es López Obrador, quien, sin duda, ponderó las consecuencias de sus dichos en torno a sus reformas constitucionales y desde luego, de su menosprecio a los mercados y a los inversionistas que, por cierto, tanta falta hacen para que las promesas de campaña de Sheinbaum se puedan cristalizar, como el fortalecimiento de los programas de política social que cada vez requerirán de mayores recursos presupuestales y estos a su vez, necesitan que los ingresos del Estado se mantengan al alza, vía impuestos o contratar más deuda, porque la generación de recursos propios también ha caído.

La salida al conflicto provocado por AMLO y sus subalternos en el Congreso — léase Ignacio Mier y Ricardo Monreal— es muy sencilla, pero por el mismo talante autoritario del Presidente, se vuelve muy complicada y con serias consecuencias para el arranque del próximo sexenio.

No señores, no ha sido el disminuido bloque opositor el que ha puesto a Sheinbaum contra la pared, y menos los conservadores o los fifís, sino el propio AMLO, quien de ninguna manera cederá un centímetro de poder a su sucesora y menos cuando todavía faltan más de cien días para que concluya su gestión.

Para los ilusos que todavía creen que López Obrador se retirará de la política en el momento que le ponga la banda presidencial a su sucesora, pues se llevarán un chasco porque intentará por todas las vías seguir influyendo de forma preponderante en el gobierno de la doctora.

En medio del escenario de las vencidas entre ambos personajes y que, insistimos, debe resolverse de inmediato, está ese pueblo sabio y bueno que refrendó su apoyo a los dos.

COLUMNAS ANTERIORES

Pausan momentáneamente la reforma al Infonavit
¡Atásquense que hay lodo!

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.