Los preparativos en torno a la toma de posesión de la primera mujer presidenta de México avanzan en varias pistas; la más relevante es la que tiene que ver con la ceremonia en San Lázaro, en donde se espera la visita de varios mandatarios de la región que no se caracterizan por ser precisamente democráticos o alineados a Estados Unidos; tal es el caso del presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel; de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; de Chile, Gabriel Boric, y de Colombia, Gustavo Petro, entre otros mandatarios y varios ministros de la región del Caribe.
A la fecha son 16 invitados confirmados, además de la primera dama de Estados Unidos, Jill Biden. No obstante la invitación expresa, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, no acudirá a la ceremonia.
Asistirán cuatro vicepresidentes y otros tantos funcionarios de varios países del mundo y que le darán cierto realce a la ceremonia, sin embargo, como López Obrador no se caracterizó por tejer fino, por decirlo de forma elegante con sus pares, pues se refleja el nivel de asistentes a la investidura de la presidenta.
Los primeros ministros y presidentes de España, Canadá, Estados Unidos, China, Japón y otros tantos, pues solo mandarán representantes y párele de contar.
AMLO se refugió en Palacio Nacional y optó por darle la espalda al mundo, y tan solo en algunos casos excepcionales tuvo que acudir a la Casa Blanca más forzado por las circunstancias que por convicción propia, además de los desencuentros que tuvo con varios mandatarios por temas pueriles y sin relevancia, como fue el caso con la República Ibérica y con la propia Comunidad Europea.
Desde luego, en el caso de nuestros principales socios comerciales, el último episodio derivado de la imposición de la reforma judicial los obligó a emitir un extrañamiento por atentar contra el Estado de derecho y el régimen democrático y, bueno, pues el desaire de Joe Biden y Justin Trudeau está a la vista.
Lo hemos dicho en otras ocasiones; tanto Juan Ramón de la Fuente, secretario de Relaciones Exteriores, como Marcelo Ebrard, de Economía, tendrán que trabajar horas extras en recomponer el entuerto que les ha heredado el tabasqueño, y volver a colocar a México en el firmamento internacional, como defensor de la no intervención, de los derechos humanos y la paz.
En la sede de la Cámara de Diputados, donde se va a celebrar la ceremonia de toma de posesión, llegarán algunas presencias incómodas, que no fueron invitadas, como los trabajadores del Poder Judicial y los padres de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, entre otros inconformes con el régimen; por ello, la nueva titular de la Segob, Rosa Icela Rodríguez, tendrá que mostrar sus habilidades políticas y de convencimiento, para desactivar las movilizaciones y las protestas de la oposición.
El daño provocado por la precipitada aprobación de la reforma judicial está hecho, tanto en el país como en la percepción que se ha dejado en otras latitudes por la aniquilación de la división de poderes, el Estado de derecho y el régimen democrático.
No dude, estimado lector, que también los legisladores de oposición sacarán los colmillos durante la ceremonia en San Lázaro y ello, de suyo, enturbiará el suceso histórico.
Desde el momento que será investida como jefa del Ejecutivo federal, Sheinbaum tendrá que remar contracorriente en establecer puentes de diálogo con los inversionistas; de ahí la participación que tendrá el próximo 15 de octubre en (CEO Dialogue) Diálogo Anual de Alto Nivel de Empresas de Estados Unidos y México, en donde tendrá que justificar la reforma judicial, al tiempo de informar sobre su visión en temas de energía y de inversión.
Nuestros ilustres invitados extranjeros podrán palpar en carne propia la enorme polarización que existe entre los mexicanos, producto de la política del insulto y el garrotazo impuesto por AMLO contra sus adversarios y detractores; amén de una preocupante militarización que ha prendido los focos rojos en los organismos de derechos humanos del orbe, y no se diga del control que tienen los cárteles en vastas regiones de la República mexicana.
Se abre otra página de la historia de México a partir del 1 de octubre que requiere el concurso de todos los mexicanos. Bueno, eso dependerá de la visión que tenga Claudia Sheinbaum para restablecer la concordia y la unidad nacional, porque si pretende seguir con el apotegma tabasqueño de solo gobernar para sus adeptos, pues en menudo lío estaremos todos.