Con la renovación del Consejo Nacional de Morena, se abre otro capítulo de la historia de un partido político que nació bajo el amparo y concepción de un hombre que alcanzó la presidencia de la República y logró imponer a su sucesora al tiempo de establecer un nuevo régimen político contrario a los pilares que le dan sustento a la democracia.
A unos días de que supuestamente se retirará a su finca de Tabasco, AMLO impuso a su hijo, ‘Andy’, al frente de la Secretaría de Organización, para que, desde esa posición, comience su periplo rumbo a la candidatura presidencial en 2030.
El vástago preferido tiene un lustro para crear los nuevos cuadros políticos de Morena afines a él que, posteriormente, coparán los puestos de elección popular que estarán en juego en las elecciones intermedias del 2027 y las gubernaturas de las 32 entidades federativas, y con todo ello acuerpar su proyecto rumbo a las próximas elecciones presidenciales.
El ‘orgullo de su nepotismo’ se avocó en la administración de su padre a crear una red de tráfico de influencias para obtener los recursos económicos necesarios para solventar su proyecto político.
Los trabajos periodísticos de Mexicanos contra la Corrupción dan cuenta pormenorizada de las tropelías que cometieron los amigos de ‘Andy’ en diversas obras emblemáticas del gobierno federal y estatal.
Ahora, el siguiente paso será colocar a los incondicionales en los puestos clave del partido político, luego en las gubernaturas, el Congreso federal y algunos estatales.
El cambio generacional en el Movimiento de Regeneración Nacional, con la dupla Luisa María Alcalde y Andrés Manuel López Beltrán, ambos menores de 40 años, garantiza, de alguna forma, la continuidad del proyecto de AMLO en el futuro aunque, enfrentarán retos formidables y no solo provenientes de la oposición, sino de sus supuestos correligionarios, quienes no están dispuestos a ser desplazados por los ‘cachorros de la 4T.
El enemigo principal de Morena es Morena y ello, de suyo, incluso compromete el futuro político de este partido.
Habría que estudiar el caso del PRD, que luego de tener tanto éxito en dos décadas se extinguió por diversas razones, una de ellas, el canibalismo político que se dio entre sus dirigentes y tribus.
En todo este contexto, ¿en dónde quedan Claudia Sheinbaum y su equipo de colaboradores? En el que existen especialistas en todo tipo de temas, principalmente en el ámbito político, social y económico.
La presidenta no será una simple espectadora de lo que ocurre en el partido en el poder, ya que si bien es cierto que en estos momentos no pudo hacer gran cosa para mover las piezas del ajedrez conforme a su voluntad, también es una gran realidad que a partir del 1 de octubre y conforme pase el tiempo, tomará el control total de Morena, de su gabinete y del país.
De forma inteligente y mesurada, la doctora podría parecer una testigo pasiva de los manotazos de López Obrador, y aunque su lealtad seguirá incondicional hacia el tabasqueño, tendrá que imponer su visión y su particular forma de gobernar.
Desde el punto de vista institucional, se podría decir que tanto AMLO como Sheinbaum son las columnas vertebrales de Morena, quienes con ‘Andy’ intentarán mantener el poder, a decir de ellos, por varias décadas. Sin embargo, el protagonismo de los principales actores en esta crónica de una muerte política anunciada de la dinastía López será definido por la lucha intestina que se avecina al interior de Morena.
En una trayectoria exitosa, en muy breve tiempo, desde 2014, el partido político de AMLO ha ganado todo y se apresta a instituir su permanencia en el poder con la construcción de todo un andamiaje constitucional para impedir que la oposición pueda romper con esa hegemonía; sin embargo, tal como sucedió en los tiempos de la dictadura perfecta del PRI, las escisiones en Morena y los conflictos entre la militancia y las más importantes cabezas del movimiento darán al traste con el proyecto político del obradorato.
No hay que perder de vista que tenemos una presidenta que busca un lugar preponderante en la historia de México, no solo por convertirse en la primera jefa del Ejecutivo federal, sino por el éxito de su gestión que permitirá ser catalogada como una de las mejores mandatarias de la historia, y para que esto se cristalice, se requiere, también, tomar el control total de Morena.
Para empezar, promoverá en el Congreso el fin de la reelección y al interior de Morena la prohibición expresa de que los dirigentes tengan cargo público. Estos cambios y ajustes serán apenas la punta de lanza para emprender la purga de aquellos que se creen dueños de Morena y se resisten a dejar los cotos de poder que construyeron en los últimos diez años.