Desde San Lázaro

‘Chicho’ y el futuro de la Universidad de Guadalajara

Una mala decisión en torno a la elección del nuevo rector de la Universidad de Guadalajara no solo puede comprometer su futuro, sino que, incluso, puede demeritar el prestigio alcanzado.

Vientos de cambio recorren Jalisco. Primero con la ratificación por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación del gobernador electo Pablo Lemus y con el adelanto del nombramiento del nuevo rector en la Universidad de Guadalajara, cuya nominación puede complicarse por una mala decisión.

El futuro de la Universidad de Guadalajara está por definirse. Su rector, Ricardo Villanueva Lomelí, mueve las fichas de su tablero de ajedrez con el propósito de darle estabilidad y mantener la unidad del equipo universitario en el momento más álgido de su transición sucesoria.

En la primera sucesión al frente de la máxima casa de estudios de Jalisco, sin la mano invisible de Raúl Padilla, el otrora cacique cultural universitario, se presenta el desafío para que la elección de su relevo logre el consenso suficiente para mantener cohesionada a la élite universitaria, permita el fortalecimiento de la joya de la corona, que es la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, y mantenga a la UdeG como la más importante universidad pública mexicana, después de la UNAM.

La intención de Ricardo Villanueva, cuyo periodo concluye en marzo del 2025, es adelantar el proceso de elección para las próximas semanas, antes de que se inaugure la FIL 2024, el próximo 30 de noviembre, con toda la intención de evitar que ese centro cultural mundial se convierta en una batalla campal de aspirantes a la rectoría, cuando ya es víctima de la disputa palaciega (entre el Palacio Nacional del Zócalo capitalino, el Palacio de la Zarzuela y de El Pardo madrileño). Si ya la reina Letizia y la presidenta Sheinbaum cancelaron su presencia en el acto inaugural, sería conveniente que le correspondiera al nuevo titular de la rectoría concentrarse en mantener el buen curso de la concentración más importante del mundo del libro en español.

Uno de los logros de Raúl Padilla al frente de la UdeG fue conseguir la autonomía, al recuperar para su Consejo la elección de sus autoridades universitarias, empezando por el rector. Ahora, Ricardo Villanueva, quien fue recibido la semana pasada por Claudia Sheinbaum, tiene que reunir el consenso suficiente para que su sucesor mantenga el rumbo de la calidad académica y el modelo cultural.

La figura que emerge como favorito es César Chicho Barba Delgadillo, actual director de Educación Media Superior (SEMS), cuyos méritos no dejan lugar a dudas de que se trata de una figura que reúne las cualidades necesarias para tamaño desafío, cuyos logros principales se encuentran en la expansión de la infraestructura educativa para nivel preparatoria, lo que ha permitido que el SEMS pueda admitir al cien por ciento de los aspirantes en los dos calendarios anuales de la universidad, sin un incremento significativo del presupuesto, hecho que resalta su capacidad de gestión eficiente; también mejoró las condiciones laborales del personal académico y administrativo garantizando con ello estabilidad para quienes son parte de la UdeG.

Como sabemos, el tema de la deserción escolar, particularmente después de la pandemia, ocurrió a nivel nacional y de ello no escapó esta universidad. Barba desarrolló diversas estrategias para mantener a los estudiantes dentro del sistema educativo, meta que no solo se alcanzó, sino que aumentó la matrícula de 158 mil a 189 mil estudiantes.

El Chicho se aplicó en expandir la infraestructura educativa para nivel preparatoria del SEMS, con la construcción de nuevas preparatorias en Tlajomulco de Zúñiga, Puente Grande en Tonalá y el sur de Guadalajara, lo que garantiza una cobertura total en educación media superior.

Con este tipo de medidas se consolida una de las misiones de la UdeG de garantizar la movilidad social, el desarrollo social y académico.

Una mala decisión en torno a la elección del nuevo rector de la Universidad de Guadalajara no solo puede comprometer su futuro al tirar a la borda los logros alcanzados, sino que, incluso, puede demeritar el prestigio alcanzado y consolidado en la FIL y otros proyectos educativos y culturales de gran envergadura que emprende esta institución educativa.

El fantasma de Raúl Padilla recorre el campus universitario; su equipo político sigue al frente. ¿Serán capaces de mantener la unidad y dar larga vida a su proyecto universitario?

Debemos recordar que las universidades se pueden convertir en caldo de cultivo para expresiones antisistémicas que buscan la desestabilización y el caos; por ello se requiere tener los atributos suficientes en materia de liderazgo, convicciones, visión humanista y compromiso con la benemérita UdeG.

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