Desde el momento que la presidenta de la República decidió cambiar la estrategia en materia de seguridad pública para dejar atrás el criminal postulado de “Abrazos, no balazos”, se abrió la puerta de la aplicación estricta de la fuerza del Estado y de la ley para combatir a los delincuentes, con un personaje de su entera confianza, como lo es Omar García Harfuch.
Desde luego, en 45 días es imposible tener grandes logros en el abatimiento de los índices delictivos, aunque a juzgar por el trabajo de inteligencia que se está haciendo en forma coordinada entre los tres niveles de gobierno y las Fuerzas Armadas, ya se observan ciertos resultados que hablan de la voluntad política de la jefa del Ejecutivo federal para restablecer la seguridad pública a los mexicanos.
Con la aprehensión del teniente del Ejército y actual director de la Secretaría de Seguridad Pública de Chilpancingo, Guerrero, Germán Reyes Reyes, como responsable de la decapitación del alcalde de ese municipio, Alejandro Arcos y la decisión de pegarle a los grupos delincuenciales de Guerrero, Guanajuato, Sinaloa y de otros cárteles locales que traen agobiada a la población, se vislumbran tiempos mejores en este rubro.
Desde luego, con la amenaza de Donald Trump en el sentido de considerar a los cárteles de la droga mexicanos como terroristas y con ello justificar la injerencia de las fuerzas castrenses de aquel país en territorio nacional, pone al gobierno de Claudia Sheinbaum entre la espada y la pared y con la obligación de dar resultados muy pronto que demuestren a propios y extraños que está combatiendo en serio a los grandes capos.
Siempre vimos con extrañeza y con un halo de sospechosismo que la detención de ‘El Mayo’ Zambada y su reclusión en un penal de Estados Unidos no se celebraran por parte del gobierno de AMLO. Al contrario, hubo tal molestia con el gobierno estadounidense, que incluso mereció diversas referencias de enojo por parte del tabasqueño por un operativo propio de Hollywood.
En qué cabeza cabe que la aprehensión de un asesino confeso y traficante de la peor calaña sea motivo de ira del expresidente mexicano y de su sucesora, en lugar de lanzar vítores y agradecimientos a la Casa Blanca.
En los entretelones del poder, debe haber mucha tela de dónde cortar con motivo de la connivencia que existió entre ciertos traficantes con el gobierno al más alto nivel.
Todo ello se conocerá con el paso del tiempo, sobre todo si el nuevo mandatario estadounidense decide poner ese tipo de cartas sobre la mesa para doblegar a su contraparte mexicana.
De hecho, hay que leer con detenimiento las declaraciones vertidas por el embajador de EU en México, Ken Salazar, cuando señala que con AMLO empeoró la inseguridad y ahuyentó inversiones. La acusación es grave, pero no sorprende porque fue de sobra conocido el desdén del tabasqueño en este tema que provocó, entre otros daños, que las cifras de homicidios, desaparecidos y desplazados, extorsiones y feminicidios fueran inéditas por sus enormes dimensiones y sin antecedente alguno.
En este contexto, es loable el viraje en la estrategia de seguridad pública, implementada por un policía profesional, leal y comprometido con la alta responsabilidad con la cual fue conferida, como es el caso de Omar García Harfuch.
Entrar a la numeralia que acaba de presentar el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana es hasta ocioso, toda vez que en 45 días no se puede apreciar en su justa dimensión el impacto que acarrea la decisión política de cambiar radicalmente la estrategia que le heredó a la presidenta su mentor.
En momentos en que se celebra con gran alboroto el cumpleaños del mesías, se lleva a cabo una guerra sin cuartel en todo el territorio nacional para someter a los criminales.
En lugar del festejo, mejor deberían enjuiciarlo con severidad por ser omiso durante su gestión con una estrategia fallida que fomentó el crecimiento de los índices delincuenciales.
Aquí se extiende un manto de impunidad; en cambio, allende nuestra frontera se avizoran tiempos complicados para el nuevo gobierno, sobre todo porque está por abrir la boca ‘El Mayo’ Zambada.
Algo que debería ser normal, como el combate a los criminales, ahora lo festejamos, aunque es entendible esta postura cuando en el anterior sexenio se les dio manga ancha.