Desde San Lázaro

Paquete económico del populismo

El recetario del populismo se aplica a pie juntillas, más regalo de dinero público y menor crecimiento económico.

El 2025 será muy complicado en el ámbito económico, social, político y geopolítico y, ante ello, al Paquete Económico 2025 le faltó imaginación y creatividad, al tiempo de carecer, por ejemplo, de una reducción de algunos programas sociales y de nulos apoyos fiscales y económicos a las Pymes del país.

El populismo de izquierda se resiste a entender que sin la participación de los privados no hay plan de gobierno que alcance para un crecimiento del PIB por arriba del 2.5% anual y menos que se contengan la devaluación y la inflación.

La receta económica de AMLO resultó un fracaso y, no obstante ello, el nuevo gobierno se empeña en seguirla.

Tan solo es cuestión de tiempo, para constatar que no hay forma de que se rompa el círculo vicioso del populismo y del empobrecimiento de las clases medias.

Con el Paquete Económico en cuestión, se garantiza seguir en la ruta de crecimiento, pero de más pobres, al seguir golpeando a las clases medias y a los emprendedores que generan el 87 por ciento de empleos formales.

El recetario del populismo se aplica a pie juntillas, más regalo de dinero público y menor crecimiento económico.

Los rubros de seguridad pública, salud y educación se ajustan a la baja y con ello se castiga a la población, particularmente a los que menos tienen.

El déficit fiscal baja (3.9), pero se mantiene latente la degradación de la calificación de deuda de las calificadoras internacionales; el dólar se revalúa (18.50), pero la amenaza de la devaluación persiste con el arribo a la presidencia de Estados Unidos de Donald Trump; el PIB se va al alza (2.0-3.0), pero en la realidad no superará el 1 por ciento anual.

Las previsiones económicas del gobierno para 2025 son una retahíla de buenos deseos, más que una hoja de ruta objetiva que permita desarrollo y control de los indicadores macroeconómicos.

Este contraste entre la realidad virtual que observa la SHCP de Rogelio Ramírez de la O y la cruda realidad que augura un 2025 muy complicado, tanto por el entorno internacional como nacional, con el resquebrajamiento del orden constitucional con una reforma judicial que merma la certidumbre del nuevo gobierno, al tiempo de socavar el régimen democrático y la separación de poderes, habla de dos visiones encontradas que, al final del día, pondrá en entredicho al gobierno de Claudia Sheinbaum.

Lo que es un hecho es que el gobierno estará muy apretado en sus márgenes de operación, por lo que la amenaza de una reforma fiscal se puede volver real en cualquier momento del próximo año, cuando alguna de las previsiones económicas del gobierno para el próximo año no se cumpla y con ello se estanquen los ingresos públicos y crezca exponencialmente el presupuesto.

Por un lado, la presidenta se ha mantenido firme en cuanto a negar la necesidad de aprobar una reforma fiscal, mientras que, por otro, Ricardo Monreal, asevera lo contrario, aunque a lo mejor se mareó en las alturas por el uso frecuente de los helicópteros que “manos amigas” ponen a su disposición.

En el Paquete Económico 2025, el gobierno redujo prácticamente todos los rubros del gasto y plantea un presupuesto de 9.3 billones de pesos, inferior en 1.9 por ciento respecto al presente ejercicio fiscal.

Los 15 programas prioritarios del gobierno están protegidos para el próximo año. Hacienda establece para ellos un incremento de 94 mil 255 millones de pesos, que equivale a un 12.7 por ciento, al pasar de 741 mil 450 millones a 835 mil 705 millones de pesos. Aquí ya están los tres nuevos programas sociales de Claudia Sheinbaum, como el apoyo a mujeres de 60 a 64 años, Bienestar Casa por Casa, además de la Beca Universal de Educación Básica “Rita Cetina”.

Podemos prever que la administración de la doctora no variará en relación con su antecesor en materia presupuestal y en la definición de prioridades que tienen que ver con el fondeo de los programas de política social y de continuar con las obras insignia de infraestructura del anterior gobierno, tanto en la finalización de su construcción, como en el subsidio público para que operen, ya que, por sí solas, no pueden hacerlo.

Los programas recientemente anunciados en materia energética, de vivienda, campo y educación, si bien tienen asignaciones presupuestales tangenciales, pues de ninguna manera garantizan buenos resultados, mientras que la iniciativa privada e inversionistas no decidan participar, y como están las cosas en estos momentos, pues no hay forma de que abran la chequera.

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