Candil de la calle, oscuridad de la casa, reza la conseja popular, lo que significa para la 4T que en lugar de contratar con buenos sueldos y en dólares a médicos mexicanos, son mejores los cubanos; o más allá, se le regala petróleo al dictador Miguel Díaz-Canel, en lugar de canalizarlo, por ejemplo, a abaratar las gasolinas en territorio nacional.
La hermandad existente entre la dictadura cubana y el nuevo gobierno mexicano no solo causa molestia aquí, sino que, evidentemente, provoca escozor en el próximo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que solo está buscando pretextos para apretar más al gobierno mexicano en frenar el trasiego de fentanilo y los flujos de migración, además de buscar condiciones proteccionistas para sus productos en el T-MEC.
Pésima respuesta de la presidenta Sheinbaum a los amagos de Trump de aplicar aranceles de 25% a los productos mexicanos y canadienses, que contrasta con lo realizado por el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, ya que mientras la mandataria mexicana esbozó una respuesta agresiva y carente de diplomacia, amén de mandarle una misiva a su homólogo estadounidense; el canadiense de inmediato se comunicó con el magnate inmobiliario y con ello se conjuró la amenaza.
A 55 días de que ocurra el relevo presidencial en la Unión Americana, Trump ya trae la sartén por el mango con la reacción de la presidenta mexicana.
La respuesta fue propia de dos peleadores callejeros que, ante los insultos y las agresiones, responden de la misma manera. Extraña la postura de la doctora, toda vez que se supone tiene dos expertos a su lado, como son Juan Ramón de la Fuente y el propio Marcelo Ebrard, quienes seguramente buscarán por todas las vías el camino de la diplomacia, lo que significa que a través del diálogo se puede llegar a acuerdos que beneficien a ambas partes.
El gobierno mexicano tiene muchos flancos abiertos que serán utilizados por los “gringos”, como es el caso de la imposición de la reforma judicial, el apoyo a los dictadores de la región, o más aún, mantener la actitud pusilánime de AMLO —por decirle de manera elegante— al tráfico de drogas, en particular de fentanilo; o la poca eficacia que ha tenido el gobierno de la 4T para frenar las caravanas migratorias —particularmente de Centroamérica, el Caribe y América del Sur— que transitan por territorio mexicano.
La precariedad de las finanzas públicas obliga a mantener la dependencia de las inversiones extranjeras y del nivel de degradación que emitan las calificadoras internacionales.
La devaluación y la inflación también están atadas al desenvolvimiento del nuevo gobierno mexicano ante sus pares de Estados Unidos y, por desgracia, no se ven demasiadas fichas para obligar a Trump a negociar.
Desde luego, la mano de obra y los productos nacionales que se exportan a nuestros vecinos del norte tienen amplías ventajas comparativas y competitivas, incluso con los que se fabrican allá; y ello lo saben todos, aunque veremos la capacidad de negociación del lado mexicano.
No hay que perder de vista que los pueblos mexicano y estadounidense están hermanados. No solo por la vecindad, sino por los lazos familiares que prevalecen entre millones de habitantes de ambos países.
No es momento de mantener una actitud beligerante contra Trump y menos desaprovechar el camino dorado de la diplomacia a través de un encuentro personal de Claudia Sheinbaum con su contraparte estadounidense.
Hay que recordar que en el pasado, tanto Enrique Peña Nieto como el propio Andrés Manuel López Obrador, establecieron contacto personal y directo con Donald Trump, aun cuando todavía no ganaba la elección; ahora, cuando ya tiene la presidencia en la bolsa, se decide enviarle una carta, en lugar de buscar un encuentro personal e inmediato.
Todavía no se acomoda en la silla presidencial y la presidenta ya tiene tantos frentes políticos abiertos que han sido provocados, en buena medida, por mantener las políticas de un gobierno fallido como fue el de López Obrador.
Dicen los enterados que Sheinbaum está esperando que la ruptura sea tersa y gradual para no hacerlo enojar, nada más que no le sobra tiempo, como ya lo apreciamos con la reacción de Trump.
El remedo de dictadura que hace la 4T no garantiza nada hacia el futuro, ni mejores condiciones de vida para los mexicanos, ni establecer un liderazgo moral en el continente.
La nueva autocracia mexicana, vista como un clon de la dictadura perfecta que instauró el PRI en el siglo pasado, no implica un buen gobierno y menos mantener la gobernabilidad y la paz social.