El PRI está de regreso, pero enfundado con una nueva casaca —guinda—, la de Morena, y se reconoce a los tricolores disfrazados de cuatroteros, porque en funciones de gobierno, tratan de reproducir diversos programas que implementaron en el siglo pasado o meterse como empresarios, dejando al margen las tareas sustantivas del Estado.
A López Obrador le ganaron sus deseos de ser emprendedor, al incursionar en diversos proyectos privados con recursos públicos que a la postre resultaron ser un fracaso, como Mexicana de Aviación y otros tantos que se cancelarán conforme pasa el tiempo. Incluso en algún momento estuvo tentado en comprar Banamex y si no es por la cancelación de venta por el grupo bancario, en estos momentos se estarían tirando millones de pesos en mantener a flote a ese barco.
Compró la refinería Deer Park, las plantas eléctricas Iberdrola, creó la empresa Gas Bienestar, puso los bancos del mismo nombre, creyó encontrar la panacea para resolver el desabasto de medicamentos al crear la Megafarmacia, que fue una afrenta mortal contra miles de enfermos terminales.
Sacamos esto a colación porque el flamante director del ISSSTE, Martí Batres, hizo como que la virgen le habla, al soslayar el grave deterioro en que se encuentra el Instituto, sobre todo en su función toral de brindar atención médica a los burócratas, al distraer recursos públicos en impulsar una agencia de viajes de “Cuarta Transformación”, para promover las obras que se construyeron en el sexenio pasado, en el sureste del país.
En el ISSSTE todavía opera Turissste, que fue creado por gobiernos priistas y que se trata de brindar a los trabajadores del Estado opciones económicas para vacacionar, tanto en el hospedaje como en la transportación y que, de hecho, fue un programa muy exitoso en los tiempos de jauja.
Ahora es una pequeña oficina de viajes que ha perdido su atractivo entre los trabajadores y solo algunos burócratas todavía la utilizan.
Bueno, pues se le ocurrió a Batres, para darle vida al Tren Maya y otras obras de relumbrón de la 4T, como el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), armar paquetes turísticos para los burócratas con la finalidad de reactivar económicamente a estos elefantes blancos, ya que no han dado ninguna rentabilidad económica y social.
“Sales del AIFA, viajas en Mexicana de Aviación, llegas al aeropuerto de Tulum, te hospedas en los hoteles Tren Maya, viajas por el Tren Maya; toda es infraestructura de la 4T”, presumió Batres.
Para empezar, hay que advertirles a los usuarios de estos paquetes turísticos sociales que no existe garantía alguna de que no se cancelen los vuelos contratados en Mexicana, ante la falta de aviones; o que el Tren Maya retrase sus corridas, a tal nivel que resulta más económico y rápido hacer el viaje en camiones de pasajeros.
Hay que recordar que desde el pasado diciembre, el Tren Maya lanzó una costosa campaña de publicidad y mercadotecnia para “vivir la experiencia Maya como eje de una experiencia turística inolvidable”.
A los genios turisteros de la 4T hay que recordarles que para promover un producto turístico nuevo, no solo se requiere el marketing como piedra angular de la promoción, sino que se necesita toda una serie de estrategias de relaciones públicas, manejo de redes sociales, etcétera, pero sobre todo se tiene que tener un producto turístico desarrollado plenamente y sin fallas para los vacacionistas.
El Tren Maya se ha tornado en una gran decepción para los pasajeros que se han atrevido a usarlo, en virtud de las fallas que ha presentado en su operación y que redunda en el retraso de sus viajes y corridas.
Es muy lento, no cuenta con los servicios básicos, carece de infraestructura en las estaciones, además de que no cuenta con la conectividad para trasladar a los pasajeros luego de que descienden de los trenes.
Tras devastar la selva y vestigios arqueológicos, amén de contaminar y secar decenas de cenotes y aniquilar fauna y flora endémica de la región, el Tren Maya seguirá mamando recursos públicos para su operación, por lo menos una década más.
La presidenta Claudia Sheinbaum vislumbró una salida al fracaso: convertirlo en un tren de carga, aunque para ello, otra vez hay que erogar sustanciales partidas presupuestales para convertir o construir andenes de carga y bodegas de despacho de las mercancías que movilizarán. Es decir, se requieren miles de millones de pesos para la reconversión.
Así las cosas, mientras que el ISSSTE se asfixia por el cargo oneroso de las pensiones y el pésimo servicio que proporciona, a su director, Martí Batres, se le ocurrió crear la agencia de viajes de la 4T, con recursos públicos de este organismo.
Ante un nuevo anuncio de la Cuarta Transformación, hay que temblar, porque es producto de una ocurrencia o una genialidad de alguien que carece de los conocimientos básicos que se requieren para emprender cualquier negocio o nuevo proyecto.