Desde San Lázaro

Noroña, entre el cinismo y la farsa

Fernández Noroña se ha comportado más como un rijoso de barrio que como un líder parlamentario y ello, de suyo, le resta puntos al oficialismo, aunque por el momento no les preocupa el descrédito.

Mientras que Gerardo Fernández Noroña viajó con recursos públicos en clase business a Estraburgo para participar en una reunión con presidentes de parlamentos europeos y de paso celebrar su cumpleaños, dejando atrás la austeridad republicana que tanto presume el gobierno de la 4T, en el Senado de la República se agitan las aguas en su contra.

Por un lado, algunos de sus correligionarios le tienden la cama en búsqueda de su sucesora como presidenta de la Mesa Directiva; en tanto, el grupo parlamentario del PRI en la Cámara alta solicitó formalmente su destitución de ese cargo, porque no garantiza la imparcialidad, el respeto a la pluralidad política y la adecuada conducción de los debates legislativos, además de usar la Mesa Directiva para emitir opiniones partidistas, prohijar agresiones verbales contra senadores y el uso imprudente de giras internacionales para posiciones partidistas.

Como una auténtica ave de tempestades, Noroña, usando su coloquial lenguaje, la caga cada vez que abre la boca. Su más reciente infortunada declaración fue acusar a los colectivos de familiares de desaparecidos de sembrar prendas de vestir y calzado en el rancho Izaguierre en Teuchitlán, Jalisco, amén de sostener que solo son especulaciones. “Hay 200 zapatos ahí, sí. Pero, ¿quién dice que esos zapatos son de personas desaparecidas, que lo que se viene contando es cierto?”, cuestionó el legislador.

Llama la atención que este mensaje estuvo alineado al que emitió, horas después, un supuesto grupo de criminales pertenecientes al Cártel Jalisco Nueva Generación, donde acusaron a los colectivos de buscadores de desaparecidos de pretender desacreditar al gobierno.

Ambos mensajes se entreveran para dejar al descubierto el montaje en el video de los criminales para denostar a familiares de las víctimas.

Hay que recordar que el paso de Noroña por la presidencia de la Mesa Directiva del Senado termina, por fortuna, el 31 de agosto y desde ahora sus compañeros de Morena ya decantan la lista de sus posibles sucesores, en donde la gente cercana a Adán Augusto López se apunta para sucederlo, como es el caso de Andrea Chávez Treviño, aunque la mayoría de los senadores del oficialismo y de la oposición rechazan tajantemente ese eventual nombramiento.

“Saldremos de Guatemala para entrar a Guatepeor”, comentan en los corrillos del Senado, ante la eventual posibilidad de que la senadora Chávez se quede en lugar de Noroña, aunque para el caso es lo mismo, ya que ambos personajes carecen de los mínimos conocimientos, de la cultura y respeto que exige ese cargo, primero con sus pares y luego con la ciudadanía.

Noroña se ha comportado más como un rijoso de barrio que como un líder parlamentario y ello, de suyo, le resta puntos al oficialismo, aunque por el momento no les preocupa el descrédito porque viven de la borrachera que dejó su contundente triunfo electoral.

No solo se pelea con hombres legisladores de la oposición, sino también con mujeres, a quienes no les profesa ni el más mínimo respeto. Véase el caso de Lilly Téllez.

En los últimos días, Noroña se ha trenzado con Alejandro Moreno en una retahíla de insultos y descalificaciones; solo falta que terminen agarrándose a golpes. De hecho, en las dos últimas semanas, los improperios han subido de tono, ya que mientras Noroña amenaza con encarcelarlo, previo trámite de desafuero, Alito contesta que Gerardo Fernández Noroña es un “pendejo”.

El caso es que de ambos senadores no se hace uno, ya que los dos se encargan de denigrar al Senado.

Para acabarla de amolar, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional manifestó su apoyo a los colectivos de buscadoras y buscadores y criticó las declaraciones del presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, a quien le fustigó “su falta de empatía y sus temerarias declaraciones en torno a que ya este país está blindado frente al horror, la muerte y el cinismo”.

Vienen días aciagos para México y para el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, en virtud de las dos crisis que enfrenta en su gestión. Una, internacional, por el constante chantaje de Donald Trump en su afán de imponer aranceles a los productos mexicanos y con ello generar una recesión económica en el país; y dos, la aparición de campos de exterminio y el creciente número de desaparecidos de todas las edades que tiene a México como un camposanto.

En el camino de la supuesta atención a los miles de desaparecidos, se lanzan propuestas de políticas públicas que están vigentes, pero que son letra muerta y se plantean “soluciones milagrosas”, sin considerar a los propios familiares de las víctimas que solo observan con dolor cómo son atacados desde el poder, por el simple hecho de demandar justicia.

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