Desde San Lázaro

Me urge un contador que se equivoque

En estos tiempos de austeridad y de combate a la corrupción dicen que ya se van a acabar todas las prácticas que otorgan privilegios a unos cuantos.

Dónde podré encontrar un contador que por sus errores me condonen 16 millones de pesos como sucedió con Yeidckol Polevnsky, Ana Guevara y Cuauhtémoc Blanco. Por más que he preguntado entre mis conocidos, esos que les llaman causantes cautivos, pues nomás no se encuentran.

En nuestro México querido y más ahora en tiempos de la 4T, a los contribuyentes que religiosamente pagan sus impuestos se les persigue y estigmatiza como los malos, como los tramposos y evasores, cuando en la realidad son los que merced a su trabajo y responsabilidad con el Estado, fondean la mayoría del gasto público.

Las tasas impositivas de todo tipo quitan en promedio a un contribuyente alrededor de un 40 por ciento de sus ingresos y este descomunal descuento se destina a sufragar todo tipo de ocurrencias de los gobernantes, quienes no obstante que el gasto esté etiquetado para programas prioritarios, se los pasan por el arco del triunfo y los ejercen como quieren.

Ahora, con el presidente López Obrador, se tienen que financiar tres obras que son producto de su imaginación y voluntad. El aeropuerto de Santa Lucía, la refinaría de Dos Bocas y el Tren Maya son obras de infraestructura que ni siquiera tienen un proyecto ejecutivo y que, sin embargo, ya el Congreso las está considerando en el Paquete Económico 2020.

Esas cosas son las que enchilan al contribuyente. Por un lado, aquellos que son tocados por la mano de Dios al condonar sus impuestos, y por otro, el dispendio de los recursos presupuestales en obras que no tienen razón de ser.

La enorme lista de beneficiados por el perdón de impuestos y los montos que fueron exentados, exacerba el ánimo de cualquier mexicano que ve cómo cada quincena una buena parte de su esfuerzo se va, en el mejor de los casos, a las arcas públicas.

Entre 2007 y 2018, las condonaciones de impuestos alcanzaron montos de 400 mil 902 millones de pesos, a valor actual, y beneficiaron a 153 mil contribuyentes, revela el dictamen que circula en el Senado y que propone eliminar el perdón fiscal.

En estos tiempos de austeridad y de combate a la corrupción dicen que ya se van acabar todas esas prácticas que otorgan privilegios a unos cuantos, a los consentidos del régimen como las señoras Polevnsky y Guevara, empero cuando vemos casos como el de Manuel Bartlett, quien presenta niveles de enriquecimiento dignos de los hombres más ricos del mundo, pues se terminan la credibilidad y confianza.

Así las cosas, ojalá algún contador de esos zoquetes, los que mencionan los acaudalados miembros de la 4T cuando los agarran con los dedos en la puerta, pueda hacerse visible para que por sus pifias me condonen algo de lo que tengo que pagar. Mientras tanto, hago votos para que el Congreso termine con el perdón fiscal.

Me quedo con lo que declaró Margarita Ríos-Farjat, titular del SAT, al mencionar que ese organismo no condona impuestos y tampoco se trata de un acto discrecional de la autoridad. Menos mal, si no, imagínese cómo estaríamos.

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