Desde San Lázaro

Ya pasaron dos y quedan otros dos

Sabe el presidente López Obrador que si pierde la mayoría en el Congreso, se le complicaría incluso su permanencia en la presidencia.

La revocación de mandato será en 2022, después de las elecciones más concurridas de las que se tengan registro y en donde se renovará la Cámara de Diputados federal, en ambas citas con las urnas, AMLO no sólo se juega el futuro político de su proyecto, sino su permanencia en la presidencia de la república, merced a esa fórmula inédita en nuestro país, pero ya aceptada e implementada en otros países, principalmente de América Latina, como Venezuela, en donde Hugo Chávez la instauró para mantenerse en el poder más allá de los plazos constitucionales.

El dictador venezolano junto con su sucesor, Nicolás Maduro, han exprimido a la práctica embozada de fórmula democrática, pero que en el fondo representa un gambito para permanecer en la silla presidencial más allá de los plazos constitucionales que marcan el término de la administración en turno.

Sabe el presidente López Obrador que si pierde la mayoría en el Congreso, se le complicaría incluso su permanencia en la presidencia, si el resultado de la revocación de mandato le es adverso y como no tendría margen de maniobra para cambiar a la Carta Magna a su antojo, toda vez a que no tendrían Morena y aliados, mayoría en la Cámara baja, pues estarían sus días contados al frente del Ejecutivo federal.

Por eso el título de esta colaboración se refiere a que ya pasaron dos años desde que AMLO asumiera la presidencia y si se le hace bolas el engrudo, sólo estará otros dos más hasta 2022, en donde tendría que dejar Palacio Nacional por la puerta de atrás.

En estos dos primeros años de gobierno, López Obrador, se ha dedicado a quitarle los contrapesos al presidente de la república y no sólo eso, sino plegarlos a sus designios, tal como es evidente que ya sucedió con el Poder Judicial, incluyendo el Tribunal Electoral y por supuesto con el Legislativo que se ha convertido en una oficina alterna de Palacio Nacional.

Los diputados de oposición del PAN, PRI, PRD y MC han hecho un papel ambivalente y en muchas ocasiones poco cohesionado, lo que ha permitido que la aplanadora morenista y aliados saquen adelante la agenda legislativa del presidente de México y no la que requiere el país para resolver los problemas más acuciantes que lo aquejan.

La LXIV Legislatura pasará a la historia por ser comparsa y patiño del Ejecutivo. Sin embargo, ahora que ya se termina el hueso a los actuales diputados federales, pues se está ante la oportunidad dorada para cambiar esos equilibrios de poder y convertir a la Cámara baja en un real contrapeso del Ejecutivo.

Las intermedias son el reto de todos los políticos y en eso está concentrado López Obrador, en mantener la hegemonía en el Congreso y con ello incluso buscar permanecer más allá de 2024 como presidente de la república. Por ello es de vital importancia lo que estará en juego en las elecciones del próximo año, ya que del resultado dependerá si AMLO se va al siguiente año, con la revocación de mandato, o si de plano se mantiene en el poder.

Por ello, se explica que la prioridad fundamental de AMLO sean los comicios de 2021 y no la atención a la pandemia y sus nefastos efectos, ni la inseguridad pública y mucho menos subsanar el faltante de vacunas para niños y personas vulnerables y menos congraciarse con los gobernadores revoltosos que "sólo piensan en tener más dinero".

El manejo del Presupuesto del otro año, por parte del presidente con los incrementos sustanciales en las partidas para fondear sus programas asistenciales, responde a esa lógica de ganar las elecciones del próximo año.

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