COO y director de Estrategia de BlackRock en México
Hoy les quiero compartir sobre la importancia que tiene la educación financiera en la infancia, sobre la formación que les proporcionamos a nuestros hijos e hijas y cómo, a través de dicha educación, podemos fortalecer las herramientas que tendrán nuestros niños y niñas para prepararlos mejor para su futuro.
En la mayoría de los casos, la educación financiera estuvo ausente en nuestra infancia, lo cual complica su adopción en etapas más tardías de nuestra vida. En México, la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI, arrojó que solamente el 25 por ciento de la población adulta cuenta con algún tipo de educación financiera formal.
Por otro lado, y en números compartidos por la misma Encuesta, solo 25 millones de personas (35.5 por ciento de los adultos del país) ahorran a través de una institución financiera y solo un 2.0 por ciento de la población cuenta con algún esquema de inversión, lo cual nos hace ver que la mayoría de los mexicanos no cuentan con herramientas formales que les permita alcanzar sus objetivos financieros de mediano y largo plazos.
Hay varias maneras de proporcionar educación financiera a nuestros hijos e hijas, sin embargo y dentro de todas ellas, el hacerlo de una manera práctica es la más efectiva.
Podemos comenzar enseñándoles sobre el valor que tiene el dinero, el ahorro y la inversión a corto, mediano y largo plazos; esto lo podemos lograr al darles, por ejemplo, una retribución por tareas concretas en la casa.
En adición a permitirles asociar el trabajo y esfuerzo con una ganancia, podemos también empezar a formar una disciplina que les permita asociar el ahorro con la adquisición de bienes que de otra manera sería imposible para ellos adquirir.
A su vez y si integramos esas ganancias a un incentivo de ganancia retardada, es decir, a que el dinero ahorrado, les genere un mayor beneficio, empezaremos a fomentar la práctica de la inversión.
Lo interesante de esto es que no solo se fomenta la acumulación de recursos para un objetivo, sino también permitimos a los infantes entender mejor el concepto del futuro y la importancia que tiene para efectos de su desarrollo el manejo correcto del dinero.
Por otro lado, es igual de importante inculcar en los niños y niñas la donación de parte de sus ahorros a buenas causas, esto para que a su vez podamos fomentarles el valor de participar de manera activa en actividades filantrópicas, en medida de lo posible, ya que, en mi opinión, al dar, se vuelven cercanos y se identifican con fines que les permiten ser mejores seres humanos, y a su vez, fomenta la empatía y la pertenencia en sus entornos.
Regresando a la práctica del ahorro, un buen comienzo es ayudar a nuestros hijos e hijas a encontrar objetivos atractivos y alcanzables para tener buenos incentivos, posiblemente metas de más corto plazo, como la compra de un juguete.
El paso siguiente es incrementar el incentivo al ofrecer que por cada peso ahorrado y que permanezca por un tiempo determinado ahorrado, le otorgue una suma adicional. Llegará el momento en que el o la menor, vea cómo sus ahorros crecen con el tiempo y eso fomentará que continúe incrementando sus ahorros e incursione en el mundo de las inversiones.
No quiero dejar de mencionar que otra manera de poner en práctica el ahorro y la inversión en la infancia es a través de diferentes plataformas que les permitan lograr sus objetivos. Si bien estas herramientas solo pueden ser contratadas y habilitadas por mayores de edad, a través de los padres por ejemplo, los y las menores pueden tener acceso a métodos formales para lograrlo.
Por último, no olvidemos que la mejor manera de enseñar algo a nuestros hijos e hijas es a través del ejemplo. Si ellos y ellas observan que los padres practicamos de la misma manera el ahorro y la inversión, serán los primeros en adoptar dichas conductas en el futuro.