MILÁN, Italia.- El nombre del foro es Women´s Forum G20 Italy, uno de los pocos eventos internacionales, presenciales, con el objetivo de reanudar discusiones y debates de cómo continuar promoviendo igualdad de género, aún durante la actual crisis de Covid-19. Pero un factor adicional que le daba más importancia a este foro en Milán, es el hecho de que los líderes de los países del G20 se reunirán en Roma a finales de este mes. Y hay expectativas sobre las discusiones y posibles resultados que podrían surgir de este G20, ya que se espera la presencia de Joe Biden, quién tendrá que convencer de un cambio en la visión del papel de Estados Unidos ante las diferentes crisis que enfrenta las economías globales en la era pos-Covid.
Aunque no estarán físicamente presentes Vladimir Putin, presidente de Rusia, y el nuevo primer ministro japonés, Fumio Kishida, ambos mandatarios aseguraron que seguirían las discusiones en línea. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador anunció que no iría a Roma, enviando al canciller Marcelo Ebrard para representarlo. A veces es difícil interpretar estas decisiones, ya que no es claro si el presidente no va porque no le interesa, o tal vez envía a Marcelo Ebrard porque se siente francamente incómodo en reuniones multilaterales con otros lideres mundiales. Y aunque tener presente al canciller es aceptable, la verdad es que el presidente está desperdiciando la oportunidad de conversar con los líderes de las principales economías del mundo, incluyendo el presidente Joe Biden.
O simple y llanamente a López Obrador no le llaman la atención los temas que se discutirán. La Casa Blanca ya anunció que el presidente estadounidense estaría presentando una propuesta de un impuesto mínimo global del 15 por ciento para todas las empresas. Y seguramente comentará Biden sobre temas del cambio climático, ya que después del G20 su siguiente parada será la ciudad de Glasgow, en Escocia, para participar en la COP26 donde se espera la presencia de más de 100 líderes mundiales.
Y sigue siendo un misterio porque López Obrador tampoco estará presente en Escocia, considerando la convocatoria, la importancia y la urgencia del tema.
Volviendo al foro en Milán, donde tuve la oportunidad de participar esta semana, lo impactante eran los números que se presentaron en los diferentes retos que enfrentan mujeres antes, durante y ahora, después de la pandemia por Covid-19. El escenario hacia el futuro es verdaderamente catastrófico. Por ejemplo, en temas de igualdad en acceso a servicios de salud, problemática anterior al Covid-19, se agrava ante la realidad de la siguiente pandemia de enfermedades mentales y violencia de género. También se resaltó la importancia de la participación del sector privado y de la sociedad civil es este esfuerzo, buscando más recursos, especialmente buscando nuevas tecnologías, pero, sobre todo, las participantes subrayaron la necesidad de exigir mayor presencia de mujeres en puestos de liderazgo. Esta exigencia sorprende considerando que, según los datos presentados, 70 por ciento de los ‘trabajadores’ de la salud durante la crisis de Covis-19 son mujeres. Prioridad del estado, recursos, tecnología, coordinación con el sector privado, ONG y sobre todo más mujeres involucradas en tomar decisiones en el sector, propuestas imposibles en México considerando la visión del presidente en materia de género y su estrategia de salud.
Pero el problema no solo es el liderazgo de López Obrador, ya que exigir poner la agenda de género sobre la mesa de discusión durante el G20 será un reto ante las otras prioridades que enfrentan los países. Esta discusión fue un ejemplo de los grandes retos que enfrenta la agenda de igualdad de género en materia de empleo, la participación de mujeres en negocio, tecnología, y en la formulación de políticas para impactar el cambio climático. Pero no debe de detenerse la promoción del liderazgo de mujeres, aun en este momento de crisis. Interesante fue la información que se presentó en el foro sobre cuál es la realidad de las mujeres en los países de la OCDE, donde se señala uno de los grandes éxitos de México en materia de paridad legislativa, ya que 48.2 por ciento de los legisladores son mujeres. Esta cifra es la más alta de los países miembros.
Pero surge de nuevo el debate si el asegurar que las mujeres tengan acceso en mayor número a las tres ramas del poder, garantiza que los temas de igualdad de género se aborden y tengan prioridad. Parecería que, en el caso de México, no es así. Más que votar por una agenda feminista, o una agenda progresista, las mujeres que fueron electas o nombradas son producto de una cultura política machista, donde el caudillo sigue con una agenda tradicional, y las mujeres que lo rodean lo apoyan. Están con él para servir.