No importa si promueven la participación ciudadana como ‘revocación del mandato’ o ‘ratificación del mandato’.
No importa si hay más personas que voten por la ratificación del mandato de Andrés Manuel López Obrador. Tampoco importa si hay más personas que quieran revocar el mandato del presidente.
No importa si el porcentaje de personas sea mayor o menor de 40 por ciento de la votación total válida registrada cuando se llevaron a cabo las elecciones en 2018.
Los resultados del 10 de abril, les aseguro que ya no importan.
Porque, como la mayoría de ustedes comprenden, la promoción desde la presidencia, desde el escritorio de López Obrador, no fue un ejercicio democrático, sino parte de su estrategia de afianzar su voto duro. Una estrategia para asegurar el poder.
Algunos analistas pensarán que le salió el tiro por la culata, ya que el porcentaje de personas que saldrán a votar no reflejará el apoyo que recibió AMLO en el proceso electoral de 2018. Pero les aseguro que…. No importa.
Todo lo que ha sucedido hasta hace unas semanas, no importa.
Les pido que pongan atención a lo que ha sucedido en las últimas dos semanas. No solo el Tribunal Electoral le ordenó al presidente y a Morena de no hacer campaña a favor de la ‘ratificación del mandato’, pero esto le permitió expresar públicamente sus intenciones: destruir al INE. Pero también abrió la puerta para que el presidente, su gabinete, los posibles candidatos presidenciales de 2024 simple y llanamente declararan que no están dispuestos a seguir las reglas del juego.
Por eso presenciamos cómo el secretario de Gobernación (y posible candidato a la presidencia) no solo ignoró la decisión del Tribunal Electoral, sino que abiertamente hizo campaña a favor de la ‘ratificación del mandato’ amenazando a las autoridades electorales. También presenciamos a otros gobernantes (y posibles candidatos a la presidencia) participar en la ‘ilegal’ campaña y ser parte de las amenazas en contra del Instituto Nacional Electoral.
Abiertamente violaron la ley. Pero en el Mexico de la cuarta transformación esto no importa.
Con todo lo que ha sucedido en las últimas dos semanas creo que, ahora sí, podemos asegurar que López Obrador cree que no tiene límites. Nada podrá detener al presidente. Ni la Constitución, ni el Congreso, tampoco la comunidad internacional ni Estados Unidos, obviamente ni los partidos, ni la sociedad civil, ni los medios de comunicación. Ahora nadie podrá detener al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Por eso, no debería sorprender que el presidente de la cuarta transformación ordene la desaparición del INE, la nacionalización de las Afore, de la banca y de otros sectores, además de ignorar todas las decisiones de la Corte Suprema que no le parezcan al presidente. Y si sigue Estados Unidos insistiendo en que Mexico cumpla con los acuerdos del TMEC, AMLO podría perfectamente ordenar que el país salga de este fundamental acuerdo comercial. Y para los que en este momento estén cuestionando estas afirmaciones, yo les pregunto: ¿quién detendrá al presidente?
Quiero que imaginen un México donde el presidente no tiene ningún límite constitucional o institucional.
En este momento la única institución que podría detener o contener a López Obrador y a Morena son las Fuerzas Armadas. Por eso, lo más grave que sucedió esta semana fue el uso de un avión de la Fuerza Aérea para permitir que el secretario de Gobernación (y posible candidato a la presidencia) viajar para hacer proselitismo y la pública y abierta participación del general Luis Rodríguez Bucio, comandante de la Guardia Nacional en eventos para promover la ‘ratificación del mandato’.
Las Fuerzas Armadas en este momento son la última instancia que podrían asegurar la gobernabilidad en un país donde el presidente no tiene limites y que no respecta el Estado de derecho. Y en un país donde el presidente está dispuesto a todo para asegurar el poder y su legado histórico, las Fuerzas Armadas serán su arma principal para asegurar la continuidad. Tendrán que tomar la decisión de hacer campaña a favor de Morena, asegurar el voto a favor del delfín del presidente o permitir que el crimen organizado asegure las elecciones a favor de los candidatos de Andrés Manuel López Obrador.
Las Fuerzas Armadas tendrán que tomar la decisión, de nuevo, de ser la última instancia de la supervivencia de la democracia en México.