Análisis sin Fronteras

El futuro está en la frontera

El futuro político, económico y de seguridad de México y Estados se definirá en los más de 3 mil kolómetros de frontera que separa a ambos países.

El futuro de México y Estados Unidos se definirá en la frontera.

No estoy afirmando que el futuro de la relación bilateral se definirá con la estrategia que implementen los vecinos.

Lo que quiero subrayar en la primera oración de esta entrega es: literalmente, el futuro político, económico y de seguridad de México y Estados se definirá en los 3 mil 152 kolómetros de frontera que separan ambos países.

Y parecería que los mandatarios de ambos países han olvidado esta realidad. En este momento, la política exterior de los presidentes Biden y López Obrador está exclusivamente enfocada en dos o tres temas, que tienen valor político, pero no están considerando el valor estratégico en asegurar la capacidad de que ambos países puedan resolver a corto y mediano plazos los temas que podrían desestabilizar las democracias en ambos países: desigualdad extrema, migración extrema y desorganizada, factores que impiden libre comercio, imposibilidad de controlar el tráfico de estupefacientes, crisis de agua y calidad del aire, dificultad de controlar organizaciones violentas y el uso de la frontera por actores que busquen llevar acabo atentados terroristas en Estados Unidos.

La resolución o mitigación del impacto de estos problemas pasan por la frontera. Obviamente, el gobierno de México y el gobierno de Estados Unidos tienen que defender sus intereses nacionales y estratégico. Y siempre habrá temas donde habrá diferencias extremas entre ambos países. Lo fundamental es que los gobernantes comprendan la importancia y tengan el conocimiento de por qué pelearse con el vecino eventualmente tendrá un impacto catastrófico.

En este momento, la crisis pública en la relación bilateral tiene que ver con la reforma al sector eléctrico y la muy diferente visión que tiene Estados Unidos sobre el monopolio que debe o no ejercer el Estado, y si debe ser prioridad la energía renovable. Más allá de lo que suceda con la reforma constitucional, el hecho es que surgirán una serie de conflictos que tendrán un importante impacto en el TMEC y el interés de futuras inversiones en México.

Y los nacionalistas que leen esta columna dirán que el presidente está en todo su derecho de respaldar la visión que tiene Manuel Bartlett sobre el futuro del sector. Pero más importante sería que la secretaria Tatiana Clouthier expusiera las implicaciones para la economía mexicana a largo plazo. Y desde la Casa Blanca, también deberían considerar si la estrategia de pelear tan públicamente sobre este tema fue un acierto, o simple y llanamente pusieron al presidente en una esquina donde su único argumento es la defensa de la soberanía. Hay que decirlo: de no aprobarse la reforma constitucional, políticamente se considerará una de las grandes derrotas de este sexenio y seguramente López Obrador culpará la injerencia imperialista. En este momento no es claro cómo impactará políticamente a AMLO.

Otro tema que se está calentando, y que seguramente será un factor que definirá las elecciones intermedias en Estados Unidos, es el dramático, extraordinario, posiblemente catastrófico incremento del flujo de migrantes que llegan a México para tratar de ingresar en Estados Unidos. En otro espacio escribiré por qué creo que estamos hablando de millones y millones de personas que intentarán ingresar a México y después a los Estados Unidos. De hecho, podría ya haber un millón esperando el momento para cruzar. El problema no solo es de Biden y de los demócratas. El problema humanitario que está surgiendo afecta a todos los gobernantes de la frontera norte y sur de México y Estados Unidos. Hoy es una crisis humanitaria. En las siguientes semanas será una catástrofe humanitaria.

Y el impacto político se sentirá en ambos lados del cerco. Esta semana, el gobernador de Texas, Gregg Abbott, enojado ante las medidas tomadas por la administración Biden en materia migratoria, decidió incrementar dramáticamente la inspección de todos los autos y camiones que crucen la frontera. Literalmente paralizando el movimiento de personas y productos entre ambos países. Esto es un abrebocas de la reacción de gobiernos estatales en ambos lados de la frontera.

Algo que hemos aprendido los que seguimos de cerca la relación bilateral es que, rara vez es buena idea que los funcionarios de alto nivel se deschonguen públicamente. Los gritos y sombrerazos deberán ser en privado y generalmente por funcionarios de segundo o tercer nivel. En público, y poniendo el ejemplo, los mandatarios necesitan asegurar que buscarán resolver los problemas y conflictos reconociendo la importancia de la vecindad. Lo que sucede en la frontera con el vecino define el futuro. Así de simple.

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