Análisis sin Fronteras

Militarizar a las Fuerzas Armadas, civilizar a la Guardia (segunda parte)

Con el traspaso de la Guardia Nacional a la Sedena, se asegura constitucionalmente 10 años más la participación de las Fuerzas Armadas en cuestiones de seguridad pública.

Toda democracia requiere de soldados, marinos y pilotos que estén capacitados y además dispuestos a defender la Constitución, la población y el país de amenazas a su seguridad. En la mayoría de los países, la legislación señala las funciones de policías civiles de investigar, detener, patrullar, mediar conflictos y apoyar a los actores que administran justicia. La legislación que gobierna los soldados y marinos generalmente se considera excepcional en su naturaleza, ante extraordinarias y peligrosas amenazas, se requiere extraordinarias y excepcionales respuestas.

Hay que ser muy claros cuáles son los objetivos del Presidente: Con la legislación y la reforma constitucional que está promoviendo el presidente Andrés Manuel López Obrador esta semana y que impactará por décadas la gobernabilidad del país, los objetivos no tienen nada que ver con reducir la violencia, impunidad o desapariciones con el traspaso de la Guardia Nacional a la Sedena, y asegurar constitucionalmente 10 años más de la participación de las Fuerzas Armadas en cuestiones de seguridad pública.

Lo que busca el presidente es poder para él y su movimiento político.

Poder.

Es otra la estrategia para reducir la violencia, las desapariciones y control territorial.

Lo que es vergonzoso es que los miembros del gabinete, legisladores y seguidores de Morena, mujeres y hombres de la izquierda, que lucharon y marcharon por décadas en contra del militarismo y autoritarismo, protección de derechos humanos, y por un México más democrático, acepten y apoyen lo que está avalando el presidente. La historia los condenará por lo que hicieron y no hicieron estas últimas semanas.

Tal vez estén dispuestos a avalar la buena fe y las buenas intenciones de Andrés Manuel López Obrador. ¿Pero están dispuestos a confiar en la nobleza y el sentido democrático de las corcholatas identificadas por el presidente? ¿Ebrard? ¿Claudia? ¿Adán?

Esto me lleva algunas consideraciones adicionales en esta segunda entrega:

La tentación autoritaria: El problema fundamental de lo que propone el presidente Andrés Manuel López Obrador es que, asumiendo que, en 2024, AMLO cede el poder, y se elige un nuevo presidente, ¿cuáles son las garantías de que el nuevo gobernante no caiga en las garras del autoritarismo y el uso indebido de las Fuerzas Armadas? Tanto poder y monopolio de la fuerza, en manos del secretario de la Defensa, es demasiada tentación para cualquier gobernante, por más demócrata que se autodenomine. Para las huestes, los seguidores, los admiradores y los funcionarios de la 4T les es imposible enfrentar y cuestionar al todo poderoso presidente López Obrador, a pesar de que saben que es incorrecta la “militarización” de la seguridad pública. Pero el problema es mucho más grave para los secretarios de la Defensa y de la Marina, que básicamente no pueden decirle “no” ante una orden que emita el comandante en jefe, el presidente López Obrador. Uno de los pocos escudos que tiene un militar ante una orden de un superior jerárquico que ordena un acto ilegal o antidemocrático, es la Constitución y la legislación que rige sus actividades.

Con los debates de esta semana, claramente perderán protección constitucional ante órdenes de un gobernante autoritario. ¿Cómo decirle no ante las tentaciones de un presidente autoritario si la Constitución y la legislación lo avala?

La amenaza de la corrupción y la politización. Creo que ningún analista en materia de seguridad ha comentado lo que les voy a subrayar a continuación: En este momento, probablemente, la amenaza a la seguridad y gobernabilidad del país que más debería de preocupar es el potencial de que las Fuerzas Armadas mexicanas se corrompan y se politicen a tal punto que la prioridad del mando es defender sus intereses económicos y políticos. Y las propuestas promovidas por el presidente López Obrador, desafortunadamente, abren esta posibilidad, al no asegurar los pesos y contrapesos que exigen en instituciones civiles, que se requieren para mitigar esta posibilidad. Recordemos que una de las razones que llevó a la destrucción de la Policía Federal y la Secretaría de Seguridad Pública fue el poder que acumuló el entonces secretario Genaro García Luna y la corrupción en su entorno. Yo no cuestiono la lealtad y el patriotismo del general Crescencio Sandoval y del almirante José Rafael Ojeda. Pero ante las reformas legislativas y constitucionales, donde no hay pesos y contrapesos para el Ejecutivo y las Fuerzas Armadas, todos tenemos que preguntarnos y preocuparnos si la destrucción de la democracia mexicana será en parte por el autoritarismo del futuro presidente, la corrupción y politización de las Fuerzas Armadas.

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