Análisis sin Fronteras

Seis factores decisivos del 2024

Las elecciones de 2024 podrían ser el inicio de una estrategia para las organizaciones criminales trasnacionales que buscan impactar procesos federales.

Antes de plasmar posibles escenarios para el 2024, es importante subrayar cuáles son los factores constantes durante todo el proceso electoral del 2024, cuyos resultados definirán el rumbo que tomará la economía y el crecimiento de México y sus habitantes. La primera suposición es que el crimen organizado jugará un papel decisivo en la selección y elección del siguiente presidente o presidenta de México. Esta afirmación está respaldada por un aumento cuantitativo del control territorial de estas organizaciones, con venia del presidente de México.

Lo que no es claro es si estas organizaciones solo están interesadas en asegurar el éxito electoral de “sus candidaturas” a nivel local y estatal, mediante el ofrecimiento de efectivo, recursos y estructuras a candidatos y electores.

Estas elecciones podrían ser el inicio de una estrategia sistemática para las organizaciones criminales trasnacionales que buscan impactar procesos federales, como la Cámara de Diputados, Senadores e inclusive la misma presidencia de la República.

Otro factor que todavía no está definido es si el apoyo proporcionado por las organizaciones criminales tiene como único objetivo el control territorial que permita proteger y continuar con sus actividades criminales o es un primer paso para asegurar una mayor actividad política. Pero tenemos que asumir una gran injerencia de las organizaciones criminales en los procesos electorales del año siguiente.

El segundo factor para considerar es que tenemos que asumir que Andrés Manuel López Obrador, ignorando la legislación electoral y las decisiones del INE, será el gran promotor de las candidaturas de Morena.

El tercer factor constante será la imposibilidad, por parte de las autoridades electorales, de detener las constantes violaciones del Presidente, ya sea por falta de voluntad o incapacidad del INE. El presidente obviamente no tiene temor a las autoridades electorales, y no cree que habrá sanciones que debiliten a las candidaturas de Morena. Si en este momento el presidente no tiene temor de públicamente definir y atacar a las posibles candidaturas de la oposición, usando recursos de erario, violando la constitución y legislación correspondiente, claramente no habrá institución que lo detenga cuando haga campaña para las candidaturas de Morena para la presidencia, gubernaturas, alcaldías y legislaturas federales y locales.

El presidente no tiene miedo, y ciertamente detenerlo será imposible porque simple y llanamente le vale cacahuates lo que dice la Constitución, la legislación y las determinaciones del Instituto Nacional Electoral.

A diario observamos cómo se inventa excusas y nuevas secciones para no acatar la ley y las autoridades electorales. No entiende que hay una gran diferencia entre el papel del Presidente y el director de campaña para su partido. Tampoco ha visto la necesidad de ejercer un liderazgo que asegure la viabilidad y la credibilidad de los resultados electorales. Para López Obrador su prioridad es su legado, lealtad del siguiente mandatario y control de ambas legislaturas.

El quinto común denominador de este proceso electoral serán las campañas que buscan polarizar más a la población por el presidente, Morena e inclusive de los partidos de oposición. La polarización ha sido una estrategia muy efectiva por parte del Presidente y los candidatos de la oposición buscarán movilizar, de la misma manera, a sus electores. El título de la tragicomedia que viviremos el año entrante será “ellos y ellas contra nosotros y nosotras”. Pero la polarización promueve más violencia. Y en un país en llamas, es difícil imaginar el impacto de alentar aún más un enfrentamiento en la polarización. Pero podemos asumir que esta polarización seguramente será un factor más que se traduzca en más violencia política.

El sexto factor es que, sin importar quién sea el siguiente presidente o presidenta de México, heredará un país en llamas. Aunque algunos analistas (me incluyo entre ellos) ya consideramos que en materia de seguridad el país ya tiene una situación de emergencia, la interrogante es cuándo podría golpear la crisis económica. ¿A corto o largo plazo? ¿Durará más allá del siguiente sexenio? Esto dependerá de la credibilidad y capacidad que tendrá el siguiente presidente o presidenta para poder enfrentar la crisis. También dependerá de su disposición de cambiar de un estilo de gobernar que polariza a un estilo que busca crear un consenso nacional para sacar al país del abismo de inseguridad y el poco crecimiento económico.

Con estos seis “común denominadores” para las elecciones del próximo año, en la entrega entrante empezaremos un análisis de los diferentes escenarios, asumiendo que cualquier cosa podría suceder en este universo alterno de Andrés Manuel López Obrador.

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