Aunque solo estamos en la etapa de las “precampañas”, entiendo la creciente obsesión de seguir a diario las palabras, redes sociales y encuestas sobre los actuales candidatos, buscando descifrar qué tanto puede cambiar el tablero electoral faltando menos de 200 días para las elecciones en el 2024. Hay muchas expectativas, promesas de transformación, cambio, reformas, continuidad, inclusión… Todo se promete, ahora con muy pocos cuestionamientos si las y el candidato pueden cumplir con lo prometido. Y todo indica que los analistas nos hemos amarrado a los parámetros que tradicionalmente han definido las elecciones en México: popularidad de los candidatos, estructuras de los partidos, dinero legal e ilegal en las campañas, apoyo del gobierno en turno.
Y aunque en el pasado el crimen organizado ha jugado un papel importante en definir quiénes son electos en México, inyectando dinero a las campañas y con más frecuencia amenazando y asesinando candidatos locales. Pero en los últimos 4 ciclos electorales, la estrategia de los cárteles ha sido mucho más agresiva, más transparente y mucho más contundente: Estos grupos de plano están usando su aparato corruptor, sus sicarios y el control territorial que ejercen para definir elecciones locales y estatales mediante la compra de voto, secuestro de funcionarios partidistas y electores. Y en este sexenio han sido mucho más públicos, podríamos decir envalentonados, sin temor a repercusiones. En México nadie va a la cárcel por ser un delincuente electoral, aparentemente mucho menos si son miembros de un cártel o un grupo del crimen organizado.
Y sí, seguramente algunos de ustedes señalarán, con buena razón, que los empresarios -los delincuentes de cuello blanco como los llama el presidente- al igual que el crimen organizado, han inyectado dinero ilegal en las campañas desde que México empezó a tener elecciones “democráticas”. Pero sí hay diferencias entre los empresarios y los líderes del crimen organizado: Los primeros inyectan mucho dinero a los partidos y a los candidatos, preocupándose del posible impacto de su “inversión” en sus negocios, especialmente si pierde su candidato. Los segundos inyectan mucho, mucho dinero, secuestran, amenazan, y asesinan.
Creo que tenemos que aceptar que hay un nuevo paradigma para entender cómo y quiénes serán electos en el 2024. No dependerá de las estrategias ni los estrategas, ni los recursos del gobierno federal o local, ni del dinero del INE o de los empresarios, tampoco importará la fiscalización del INE o decisiones del Tribunal Electoral. Tampoco importará el carisma (o falta de personalidad) de los y las candidatas.
En el 2024, las elecciones locales y estatales las definirán las organizaciones criminales. ¿Se coordinarán con los partidos? Posiblemente, pero no es necesario. Ante el poder que ejercen estas organizaciones en un porcentaje del país, estos criminales podrán decidir por su propia cuenta quién es el candidato o candidata que más favorece sus intereses. La gran interrogante para el 2024 será la capacidad de estas organizaciones criminales de decidir quién será la siguiente presidenta, más allá de la estrategia en el pasado que sería proporcionar recursos y extorsionar al siguiente mandatario o mandataria con balconear sus donaciones. ¿Ahora estas organizaciones harán una campaña coordinada a nivel nacional, que incluiría asegurar el control de ambas cámaras?
Hasta la fecha se asume que ninguna organización criminal tiene el control territorial suficiente para coordinar una “campaña” nacional, amenazando, asesinando y forzando a electores a votar a favor de su candidato o candidata a la “presidencia”, gracias a la guerra intestina entre cárteles.
Tal vez en lugar de estudiar a diario las encuestas, deberíamos de analizar lo que significa la detención de Néstor Isidro Pérez Salas, el jefe de escoltas de Los Chapitos. O la extradición de Ovidio Guzmán. O las masacres en diferentes partes del país. ¿Qué está sucediendo con la estructura del Cártel Jalisco Nueva Generación? ¿Qué saben los estadounidenses sobre la participación de estas organizaciones en los procesos electorales?
¿Qué fue lo que sucedió y cómo es que ahora los criminales decidirán quién gobernará el país y no el electorado? La respuesta es simple: En el momento en que el gobierno México decidió que no era prioridad perseguir estas organizaciones criminales y creció su control territorial, fortalecieron su capacidad bélica y continuaron corrompiendo autoridades. Y es menos probable que se les persiga en los siguientes meses antes de las elecciones. Literalmente son intocables y poderosos. Y por eso ellos definirán quién nos va a gobernar y no los millones de electores.