Análisis sin Fronteras

De la “Doctrina Monroe “a la “Doctrina Donroe”

Aunque seguramente el humor y el sarcasmo ha regresado a la política, gracias a Donald Trump, hay que tomar en serio todas las “ocurrencias” abiertamente ilegales o violatorias del derecho internacional.

Hace dos semanas, antes de que tomara protesta Donald Trump, el periódico New York Post plasma en su portada el titular “Donroe Doctrine”, haciendo alusión a un juego de palabras de la frase “Monroe Doctrine”, con la palabra DON, que es el sobrenombre de Trump. Como el nuevo presidente está promoviendo política exterior “imperialista” del siglo pasado, es importante recordar que fue la “Doctrina Monroe”, proclamada en 1823, por el presidente James Monroe: Cualquier intervención de países y monarcas europeos en el hemisferio, se consideraría un acto de agresión y Estados Unidos intervendría haciendo uso de las fuerzas armadas si fuera necesario. “América para los americanos”, dijo Monroe, concepto que no tiene que ver necesariamente con los pobladores del continente. El concepto se entiende como la responsabilidad de los presidentes de detener la amenaza del intervencionismo europeo.

Lo irónico es que ahora, parecería que la “Donroe Doctrine” se ha transformado en la política imperialista de MAGA y como turrón del pastel está la mención del presidente Trump de la visión del “destino manifiesto”, una doctrina del siglo XIX que promueve la idea de que Estados Unidos estaba destinado por dios o alguna voluntad divina, de conquistar más territorio, la compra o invasión de otros países o territorios. Esto justificaría esta idea, que han tenido varios presidentes estadounidenses, de que llegó la hora de comprar Groenlandia y buscar cómo anexar a Canadá.

En la portada del New York Post hay un mapa, donde alude, usando sarcasmo y humor negro, cuáles serían los nuevos nombres de países y lugares en el resto del continente. Por ejemplo, el “nuevo mapa” denominaría a Canadá como el estado 51 de la Unión Americana, el Golfo de México sería el Golfo América, y Panamá ahora sería conocida como PanaMaga, en alusión al movimiento político del presidente. Aunque Groenlandia no se considera como parte del hemisferio americano, lo incluyen en el mapa con su cambio de nombre: Ahora sería conocida como “Our Land” (Nuestro Territorio).

Hay que señalar que, hasta el momento, a diferencia de Canadá, Trump no ha mencionado o demostrado intenciones de anexar a México ¡Fiuu! Pero eso no significa que en el futuro no surgirían más amenazas de intervenciones militares, lanzamiento de drones y misiles o operaciones especiales por parte de los “Green Berets”. Aunque, también es importante señalar que el nuevo embajador de los Estados Unidos en México, Ron Johnson, fue Green Berets, una rama de las “fuerzas especiales” del ejército, además de haber trabajado en la CIA. Tal vez esto explica, en parte, por qué, no ha declarado Trump la necesidad de anexar al “otro” vecino.

Y aunque seguramente el humor y el sarcasmo ha regresado a la política, gracias a Donald Trump, como una forma de enfrentar la “arrolladora Trump”, a diferencia de hace ocho años cuando tomó protesta como presidente por primera vez, hoy día hay que tomar en serio todas las “ocurrencias”, propuestas abiertamente ilegales o violatorias del derecho internacional.

Y esta es la dificultad que enfrentamos los que creemos en el estado de derecho y el orden internacional político y legal que surgió después de la catastrófica Segunda Guerra Mundial, donde lentamente se fueron desarrollando procesos e instituciones multilaterales para reducir o mitigar la violencia entre naciones. Al igual que otros gobiernos populistas-fascistas, que surgen en la última década, tampoco creen en la división de poder ni el estado de derecho en su país. Y, gracias a una reciente decisión de la Suprema Corte de los Estados Unidos “Trump v. United States (2024)”, una mayoría de los ministros decidieron que los presidentes en turno tienen casi inmunidad absoluta de ser investigados y enjuiciados por actos oficiales. Por lo tanto, a Trump, en los siguientes cuatro años, no le preocupan las demandas, amparos, investigaciones en su contra. Y en lo que se refiere a derecho internacional, no hay acuerdos, instituciones o leyes que detengan al belicoso Trump si decide invadir a Panamá o a Groenlandia, u ordenar redadas ilegales, y violar el artículo 14 constitucional sobre quién es ciudadano.

La pregunta ahora es: ¿Cómo detener a Trump? La respuesta es negociando. Cuando hay que negociar con los “Trumps” en nuestras vidas, lo más urgente es entender qué está detrás de los intereses reales del presidente. Y en el caso de “Trump, el negociador”, frecuentemente sus prioridades no necesariamente son los intereses estratégicos de los ciudadanos de los Estados Unidos. Para iniciar un análisis más detallado de cómo negociar con Donald Trump, sugiero que consideremos que los intereses más importantes para Trump y su movimiento MAGA son:

1. La propuesta satisface las necesidades psicológicas y el “ego “de Donald Trump.

2. La propuesta promueve la imagen del “hombre fuerte” o de “bully”

3. La propuesta satisface su sed de venganza.

4. La propuesta beneficia los negocios del presidente

Con estas ideas quiero iniciar un análisis de cómo negociar con bullies, misóginos, y criminales sin sacrificar la democracia y el estado de derecho.

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