En el desafiante camino de la crianza, solemos esforzarnos por proveer a nuestros niños, niñas y adolescentes una serie de conocimientos y habilidades para un adecuado crecimiento. Sin embargo, a veces se nos olvida que una parte fundamental es incentivar a que piensen por sí mismos y eso es una tarea que debemos encabezar padres y madres.
Aprender a razonar es una de las herramientas que acompañarán y fortalecerán su desarrollo, de ahí que se haga énfasis en su importancia. Padres y madres debemos comprometernos a orientarlos para que sus procesos de pensamiento se vayan afianzando de acuerdo con su edad y circunstancias.
Hay varias formas para ayudar a que nuestros niños, niñas y adolescentes aprendan a pensar, lo cual les será de utilidad para afrontar los desafíos de su vida. No se trata de ayudarlos simplemente con los retos que la escuela les presenta, sino que les será útil para resolver problemas de toda índole, a partir de la formación de sus propias ideas y su socialización.
Para empezar, debemos confiar en su capacidad y esto requiere conducirlos con paciencia. Como todo aprendizaje lleva su tiempo y exige un esfuerzo, pero el objetivo es hacerles sentir que pueden lograr sus propósitos a su ritmo, sin presiones y en la medida de sus posibilidades.
Una estrategia en la enseñanza del pensamiento es motivar el diálogo para que expresen sus opiniones sobre situaciones cotidianas. En este punto hay que alentar que expliquen sus comportamientos ante ciertas acciones para que comiencen a ordenar sus argumentos y justificaciones de un modo lógico y coherente. Es muy probable que sus primeras ideas no sean estructuradas, pero el papel de los padres y madres es respetar lo que dicen y corregir sin herir sus sentimientos ni emociones.
En este tipo de aprendizajes se les debe infundir seguridad y para ello la actitud de los cuidadores es clave. Asimismo, es primordial establecer una comunicación lo más clara posible y siempre positiva, además de actuar en apego a los valores que se comparten en su entorno.
Por otro lado, hay que permitir que sean parte de la discusión, que los niños y las niñas participen en las decisiones familiares en las que puedan involucrarse y motivar la toma de acuerdos basados en la consideración de sus puntos de vista. Incluso la práctica de juegos de pistas, ajedrez, backgammon o adivinanzas pueden ser recursos para incentivar que razonen de una forma lúdica y atractiva.
Sin duda, enseñar a pensar desde la primera infancia traerá beneficios a este sector ya que sus habilidades para argumentar aumentarán, tendrán mayor autoestima, tomarán decisiones con mayor facilidad, tendrán más confianza y mejorarán sus competencias comunicativas.
En Early Institute promovemos la importancia del bienestar integral de niños, niñas y adolescentes, priorizando su cuidado y educación con procesos de enseñanza que garanticen su pleno desarrollo. Conscientes de los retos que se presentan hoy en día, alentamos a padres y madres a crear entornos de aprendizaje y a perseverar con amor, respeto y empatía en la enseñanza del pensamiento desde el hogar.