La pandemia de Covid-19 ha dejado profundos estragos en diferentes ámbitos, además de revelar rezagos en distintas políticas públicas a nivel mundial. Una de ellas son los programas de vacunación en la primera infancia, siendo México uno de los países más afectados. La gravedad de esto radica en que las vacunas son un pilar fundamental de la medicina preventiva, la base del sistema de atención primaria de salud y un derecho humano incuestionable.
En nuestro país, la problemática en la cobertura de vacunas se ha presentado desde hace un par de décadas y para hacer frente a este fenómeno, se organizó el foro Vacunación para la niñez: #SíPodemos. En el encuentro —encabezado por el Pacto por la Primera Infancia, en coordinación con la Academia Mexicana de Pediatría, la Asociación Mexicana de Infectología Pediátrica, la Asociación Mexicana de Vacunología, el Centro Médico ABC, Early Institute, ChildFund, Christel House, el Hospital Infantil de México Federico Gómez, Medical Impact, Mexicanos Primero, Promotora Social México, la Sociedad Mexicana de Salud Pública y Un Kilo de Ayuda— se habló sobre los retos que enfrenta el Programa de Vacunación Universal, como pieza clave en la protección de la primera infancia en México.
En ese marco se presentó el Diagnóstico de la vacunación infantil en México, 2010-2022: Un llamado a la acción, que entre otros datos, hace énfasis en la magnitud del impacto de la pandemia en las políticas de vacunación en la primera infancia en el país y ofrece alternativas para que las niñas y los niños puedan ejercer su derecho a la vacunación.
El estudio revela que el Programa de Vacunación Universal tiene serios problemas, ya que según uno de los parámetros para evaluar su desempeño, que es el número de dosis aplicadas, refiere que éstas han experimentado una importante reducción. De igual modo, hoy no existe certeza de la cobertura efectiva del esquema completo de vacunación, ni por tipo de vacuna. No es posible saber el número de niñas y niños que han sido vacunados y cuántos no, ni tampoco distinguir las vacunas que son aplicadas a la edad recomendada de aquellas aplicadas de manera extemporánea.
Ante el decremento en la aplicación de biológicos y la incapacidad para garantizar el suministro suficiente de vacunas, la aparición de amenazas a la salud de la primera infancia es una realidad, ya que se abre la puerta a brotes de enfermedades previamente erradicadas.
Sin duda, este escenario exige acciones inmediatas y la participación activa de toda la sociedad. Por todo lo anterior, es urgente el diseño de planes para atender a los miles de niños y niñas con esquemas incompletos; fortalecer el Programa de Vacunación Universal con recursos, infraestructura y personal capacitado; contar con información confiable y oportuna de las coberturas nacionales y estatales; mejorar la coordinación interinstitucional del sistema nacional de salud y ampliar la promoción en la aplicación de vacunas, entre otros.
En Early Institute hacemos un llamado a las diferentes autoridades gubernamentales para reconocer y atender la situación que prevalece en esta área, pues de no hacerlo se corre el riesgo de enfrentar efectos adversos e incluso irreversibles en la salud de la población. Así lo ejemplifican los dolorosos lugares que ocupó nuestro país, en 2019, al formar parte de los diez países con mayor número de niños y niñas sin inmunizar contra algunas enfermedades: décimo para los casos de difteria, tétanos y tosferina y octavo en el caso del sarampión. No olvidemos que las vacunas contribuyen a disminuir la morbilidad y mortalidad de niños y niñas y su falta es un peligroso atentando a su bienestar.